​La franquicia ‘Avatar’ va a abarcar en principio dos décadas, debido a que su autor James Cameron ha dejado pasar el tiempo desde la primera entrega en 2009, para desarrollar la tecnología que demandaba la continuación. Pero después de ‘Avatar: El sentido del agua’ (2022), hay previstas tres entregas más hasta completar un total de cinco, cuyo cierre debería llegar según el calendario previsto en el año 2028. Un proyecto magalómano que Cameron se puede permitir, porque desde su oscarizada ‘Titanic’ (1997) tiene un cheque en blanco en Hollywood, más exactamente firmado por el estudio 20th Century.

Hay que recordar que ‘Avatar’ (2009) costó 237 millones de dólares y recaudó una cifra cercana a los 1.000 millones. Para la secuela el presupuesto es de 250 millones de dólares, facilmente superables en taquilla con la promesa de otra experiencia inmersiva en 3D, mejorada y subacuática, para más señas.

Cameron empezó en la industria del cine como técnico de efectos especiales, y a la profesión de cineasta ha unido las de ingeniero y explorador marino. Ostenta el récord de inmersión en solitario, que logró en el Abismo de Challenger de las Fosa de las Marianas con un sumergible de su invención. Por lo tanto se ha ido especializando en el diseño de vehículos submarinos y cámaras resistentes a las profundidades oceánicas. Pero en la preparación de ‘Avatar: El sentido del agua’ (2022) ha ido mucho más lejos, porque ha patentado la captura de movimiento bajo el agua, de tal forma que ha podido rodar con el reparto dentro de un tanque líquido para crear un universo subacuático hasta ahora desconocido.

La técnica aporta al argumento de la nueva película la plasmación del Océano del planeta Pandora, así como la revelación de una nueva tribu Na’vi de los Arrecifes, llamada Metkayina. No pretende otra cosa que establecer un paralelismo con la alerta sobre el ecosistema marino en la tierra, con un mensaje ecologista en favor de la vida en el planeta azul.