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Comienzan a apuntalar el edificio desalojado en Pasaia, aunque los daños «no son tan serios»

El acceso al edificio de siete plantas y 28 viviendas ha quedado precintado y de momento ninguno de los vecinos podrá regresar a su domicilio. Una vez llevado a cabo el apuntalamiento en el interior del inmueble, en las plantas baja y primera, se ha visto que el daño puede no ser tan importante.

Imagen del desaolojo del edificio afectado.
Imagen del desaolojo del edificio afectado. (@BomberosEuskadi)

Los vecinos del edificio de Pasaia que fueron desalojados este viernes por un fallo estructural en el inmueble no podrán regresar de momento a sus viviendas pues, «a priori, el daño es serio», según ha asegurado a Efe la alcaldesa de esta localidad guipuzcoana, Izaskun Gómez. Sin embargo, horas después, Gómez puntualizaba que los daños en el edificio «no eran tan serios», aunque se mantiene la prohibición de regresar a las casas.

La regidora ha explicado que el viernes «todos los datos avalaban que la cosa podía seria». Esta mañana, una vez llevado a cabo el apuntalamiento en el interior del inmueble, en las plantas baja y primera, se ha visto que el daño puede no ser tan importante, aunque se ha decidido reforzar el pilar con una pieza que debe construir un herrero.

«Según los servicios técnicos, no parece la cosa tan seria como inicialmente se pensaba. Parece que se ha producido esa rotura en uno de los pilares, pero que no ha sufrido daños la estructura en el resto del edificio. Lógicamente hay que seguir estudiándolo más pormenorizadamente, pero que a priori tiene mejor pinta que la que se pensaba. Pero ellos han insistido una y otra vez que todo hay que tomarlo con pinzas, con muchísimas reservas», ha indicado.

Tras la primera inspección de los bomberos y la arquitecta municipal, se consultó a un experto en estructuras que dictaminó que el apuntalamiento del edificio era «urgente» y no se podía esperar al lunes, por lo que el consistorio contactó con una empresa constructora, cuyos trabajadores, acompañados de un arquitecto, han comenzado a apuntalarlo esta misma mañana.

Este inmueble de siete alturas y cuatro viviendas por planta, situado en el número 6 de la calle Blas de Lezo, en el distrito de Antxo, registró sobre las 19.15 horas de la tarde de ayer un fallo en uno de sus pilares, lo que provocó un estruendo «como el de una explosión de gas», según el relato de algunos vecinos, dice la alcaldesa.

Las 42 personas que se encontraban en ese momento en sus pisos fueron desalojadas y trece de ellas, después de que el Ayuntamiento solicitará la ayuda de los servicios forales de asistencia, fueron realojadas en el hotel Lintzirin, en la vecina localidad de Oiartzun, mientras que el resto han pasado la noche en casas de familiares o amigos.

A ninguno de ellos se le permitió regresar a sus casas a recoger enseres. Fue un bombero del equipo desplazado desde Donostia quien se encargó de acceder a las viviendas a buscar las cosas imprescindibles, como medicinas.

«Ahora estamos en el principio, creo, de un largo recorrido», ha señalado Gómez, que considera que los vecinos «tienen claro que la cosa es seria» y que no podrán regresar de inmediato a sus casas.

Deben esperar a que se determine si deben llevarse a cabo otras intervenciones, además del apuntalamiento del edificio, actualmente con andamios porque se está acometiendo una renovación de la fachada.

Parece descartado que estas obras estén vinculadas a lo ocurrido con el pilar. «Los arquitectos y los bomberos entienden que ese tipo de daños se puede dar por una sobrecarga, pero sin embargo también han cambiado la cubierta y eso tampoco cuadra porque la que han puesto debe de ser más ligera», ha precisado.

Gómez accedió ayer al inmueble junto a un bombero y pudo comprobar que uno de los pilares en el primer piso estaba «bastante deteriorado». «Se veían los hierros, había saltado parte del hormigón y era en lo que más se fijaban todos los técnicos que pasaron por allí», detalla.

Ahora, los vecinos deben esperar a que concluyan los trabajos de apuntalamiento y ver si el arquitecto determina que es posible que accedan a sus viviendas, aunque sea de uno en uno, a recoger lo que consideren más necesario.