«Tengo una mala noticia para Feijóo y Sánchez: nuestros principios no se venden ni se compran», decía el domingo noche en su primer discurso formal como presidenta de Ciudadanos la mallorquina Patricia Guasp, diputada del Parlament de Illes Balears. Apoyada por Inés Arrimadas para las elecciones internas que debían elegir una nueva ejecutiva en la Asamblea General IV desarrollada este fin de semana, Guasp será la nueva cara institucional del partido naranja.
El número dos, es decir, el secretario general, será el ascendente Adrián Vázquez, madrileño, eurodiputado y conocido entre las filas de los autoproclamados liberales como un ambicioso estratega. De perfil joven (acaba de cumplir 40 años), puede exhibir la medalla del azar a favor: logró su escaño en el Parlamento Europeo gracias al Brexit, que provocó una reestructuración de asientos por la que el Estado español pasó de tener 54 a 59 representantes. Uno de ellos fue para él y es presidente de la comisión de Asuntos Jurídicos.
La contienda entre Arrimadas, ya expresidenta del partido y líder parlamentaria, y el portavoz del grupo en el Congreso, Edmundo Bal, se zanjó a medias. Si bien ella contó con el respaldo mayoritario (pero para nada abrumador) de los militantes, que respaldaron a la sucesora que eligió, él tiene en su haber el apoyo de casi todos los diputados (son 10).
Por tanto, la próxima pugna será si por ver si Bal mantendrá su cargo de portavoz parlamentario a pesar de que los afiliados respaldaron a su rival interna. Pero el partido quiere evitar un escenario de dramática lucha por los restos de una formación en declive y las nuevas autoridades han incorporado en sus 125 cargos principales al sector de Bal: casi un tercio del total, de hecho.
Este lunes la nueva Ejecutiva tiene su primera reunión y está previsto que en esta semana defina si el abogado del Estado mantiene su rol. Lo más probable es que así sea, al menos hasta las primarias de mayo próximo en las que se elegirá al candidato a presidente del Gobierno.
Guasp utilizó en la campaña su perfil profundamente antinacionalista y Arrimadas también ha puesto en valor esa característica
Parece que el modelo del PNV al que aspiraba Arrimadas, con un líder partidario distinto que el candidato a las urnas, no será tal. Guasp ya ha anunciado que no se descarta a sí misma como competidora y dijo que «todos los afiliados» están en condiciones de serlo.
Nuevo tono centrista
Guasp utilizó como capital simbólico en su campaña reciente para las internas su perfil liberal y profundamente antinacionalista, jactándose de plantarles cara a los soberanistas de Mallorca y Menorca y su alianza con el PSOE local.
En su discurso de anoche en el centro madrileño, ha lanzado misiles a la izquierda, pero también al PP y a la ultraderecha, siendo más crítica con Vox que su predecesora. Se refirió a los de Abascal como «iliberales, ultras y populistas» que añoran «un país que nunca existió». También hubo zascas contra Alberto Núñez Feijóo: lo tachó de «pasmado» y «ensimismado».
Por su parte, Arrimadas fue ovacionada, y al hablar ante los compromisarios, afirmó: «Hoy soy más fuerte y más optimista y miro el futuro con más esperanza e ilusión». Cierra así una etapa de tres años, cuando heredó el partido tras su estrepitoso batacazo en la repetición electoral de noviembre de 2019, perdiendo el 80 por ciento de sus escaños. Aquel cisma provocó la renuncia de Albert Rivera, quien había escorado el partido a la derecha y permitido la famosa «foto de Colón» legitimando a Vox.
La exlíder de la oposición en Catalunya ha reconocido que no supo «corregir» la deriva de Ciudadanos (cabe recordar que una rebelión interna es lo que ha llevado a esta Asamblea renovadora) pero aseguró que mantiene su deseo de presidir el grupo parlamentario.
Además, dedicó elogios a quienes escogió como sucesores. «Vázquez es el hombre tranquilo, que mantiene la cabeza fría en momentos de incertidumbre», ha dicho, mientras que Guasp es «una mujer con una larga experiencia profesional fuera de la política que ya ha defendido el proyecto de Ciudadanos frente al nacionalismo» en Illes Balears.
En tono de despedida, aunque sabe que su influencia seguirá potente gracias al rol en el Congreso, añadió: «Doy este paso porque creo de verdad que este partido va a tener más opciones con gente nueva al frente. Jamás se me ha pasado por la cabeza que yo era más importante que este partido. Quienes se creen más importantes son los más prescindibles».
Para subsistir y no extinguirse, la nueva Ejecutiva busca profundizar el perfil propio, liberal y centrista, aunque eso sea más fácil decirlo que hacerlo. De hecho, Vázquez hizo declaraciones en contra de la estrategia previa de tener al PP como socio preferente permanente. Ahora se abre la etapa de los gestos. El sector de Bal, considerado un socialdemócrata dentro de C’s, pidió el fin de semana que junto a la palabra «liberal» se mantuviera la de «progresista» en los estatutos.
Que entre los nombres barajados para un candidato «independiente» a moción de censura esté Rosa Díez muestra la voluntad de incendiar el escenario
Esto va a contramano de los intentos de las últimas semanas de Arrimadas, filtrados quizás por detractores del mismo, de ponerse de acuerdo con Santiago Abascal y sectores del PP para impulsar una nueva moción de censura contra Pedro Sánchez que llevara como candidato a un «independiente». Que entre los nombres barajados haya estado el de Rosa Díez exhibe lo poco centrista de la estrategia y la voluntad de incendiar el escenario político.
Fragmentación conservadora
El impacto que puede tener esto en las generales (también en las autonómicas), especialmente la voluntad de no fusionarse con el PP, por lo que algunos abogan desde Génova, es sin dudas una buena noticia para la izquierda del Estado. Esto es así porque el sistema electoral castiga a las terceras, cuartas y quintas fuerzas, en tanto premia a la primera y deja equilibrada en representación a la segunda.
En las circunscripciones pequeñas esto se hace más evidente y es allí en donde la caída del bipartidismo se percibe más. Un ejemplo es Guadalajara: solo tiene tres escaños y la fragmentación hizo que el 10N haya un diputado para PSOE, otro para Vox y otro para el tercero, PP. C’s quedó quinto, pero si no existiera, el reparto de sus votos habrían llevado al PP muy posiblemente a la «pole position».
En Génova son conscientes del efecto de la división y por eso en 2019 el tándem Casado-García Egea intentó lanzar España Suma, como espejo de Navarra Suma
Este parámetro se repite en casi todas las provincias castellanas y en varias andaluzas y mediterráneas. También la aparición de los naranjas es uno de los motivos por los que el PP tuvo en las últimas generales tan solo un diputado por Catalunya, segunda comunidad más poblada del Estado.
Una división en dos y no en tres es funcional a que el PSOE tenga más fácil ser el más votado (y eso implica muchas veces llevarse dos en vez de un escaño en los distritos más pequeños), pero también favorece a Unidas Podemos y los soberanistas para alcanzar el tercer lugar, que suele tener más probable obtener al menos un asiento, que los cuartos y quintos.
En Génova esto lo saben y por eso en 2019 el tándem Casado-García Egea hicieron todo lo posible por lanzar España Suma, en espejo de Navarra Suma. Veremos la actitud de Feijóo ante esta aritmética electoral.