Josep Solano

El irreversible declive demográfico de la población china

La reducción de la población del gigante chino, consecuencia de la evolución de su sociedad y de los efectos de la política de hijo único durante más de tres décadas, será uno de los principales retos a los que deberá enfrentarse Pekín en los próximos decenios.

Una familia paseando en la ciudad de Shanghai.
Una familia paseando en la ciudad de Shanghai. (Hector RETAMAL | AFP)

Se confirma uno de los mayores temores de Pekín: la primera gran caída del número de habitantes desde principios de los sesenta y el inicio de una crisis demográfica de consecuencias todavía desconocidas pero que tendrá grandes implicaciones, no sólo sociales sino especialmente económicas, para la segunda economía del planeta y para el mundo entero.

Estas cifras no llegan precisamente en el mejor momento para China que, a pesar de estar en pleno apogeo del «Chun Yun» –el período de 40 días en el que se produce la migración anual más grande del mundo durante el año nuevo chino–, sigue lidiando con unas cifras de infecciones por coronavirus enormes, que podrían rondar los 900 millones de infectados, después de eliminar cualquier vestigio de las políticas de cero-covid.

Las autoridades chinas han reconocido reecientemente la muerte por la pandemia  de 60.000 personas, pero no computan las decenas de miles que murieron en casa. Además, según un funcionario de la oficina estadística china citado por el rotativo oficial “Global Times”, la encuesta de población en la que se basan estos datos se efectuó el 1 de noviembre y no reflejaría el aumento de la mortalidad tras la retirada de las restricciones.

Más ancianos, menos bebés

El hecho de que China se convirtiera en una potencia económica a lo largo de las últimas décadas provocó un aumento de la esperanza de vida que contribuyó a su situación actual; cada vez más personas envejecen y nacen menos bebés. Para el año 2035 se espera que el país tenga más de 400 millones de personas mayores de 60 años, lo que representaría casi un tercio de su población, y en 2050 casi un 40% de los chinos tendrá más de 65 años, cuando en 2022 representaban el 14% de la población y el 5% en 1980.

El profesor de Sociología en la Universidad de California Wang Feng señala que «China ha entrado en un proceso largo e irreversible de disminución de la población», y advierte de que «con el tiempo, veremos una China que el mundo nunca vio: ya no será la población joven, vibrante y en crecimiento: comenzaremos a verla como una población envejecida y en declive».  Wang estima que que en menos de 80 años el tamaño de la población de China podría reducirse en un 45%, casi la mitad de la población actual.

Y es que la tasa de nacimientos por cada millar de habitantes cayó desde los 7,52 a los 6,77 en 2022, lo que supone, según el diario hongkonés “South China Morning Post”, la cifra más baja desde la fundación de la República Popular China en 1949 y la peor de todos los países de la OCDE. Las cifras oficiales también reflejan un aumento de las muertes, que pasaron de 10,14 millones a 10,41 millones. El demó- grafo Yi Fuxian asegura que en 2050 el 37% de la población será de más de 60 años, y esta tendencia aceleraría otro hecho aún más preocupante: el día en que China no tendrá suficiente gente en edad de trabajar para perpetuar el crecimiento a gran velocidad que la ha convertido en un motor de la economía global.

La escasez de mano de obra también reducirá los ingresos fiscales y cotizaciones a un sistema de pensiones  que ya está siendo sometido a una presión enorme. «El rápido envejecimiento está desacelerando la economía, reduciendo los ingresos y aumentando la deuda del Gobierno... China está envejeciendo antes de enriquecerse», afirma Yi.

Desde hace años Pekín trabaja contra los efectos de la prohibición de tener más de un hijo en vigor entre 1980 y 2015. En 2021 empezaron a aprobar medidas que incluyen deducciones de impuestos, permisos de maternidad más prolongados, mejoras en el seguro médico o subsidios de vivienda para incentivar a la población a tener más descen- dencia. En agosto del año pasado China anunció una extensión de las ayudas por hijo a las madres solteras para fomentar la natalidad, y en octubre, el presidente, Xi Jinping, avanzó más políticas para impulsar los nacimientos y desactivar la bomba demográfica.

Pero, por el momento, todas estas medidas no han tenido efecto alguno en revertir la tendencia, más bien todo lo contrario, y su decrecimiento de ha acentuado tanto que ha acelerado dos años el sorpasso de India, previsto para 2025 y que se anuncia este mismo año: según las proyecciones de la ONU, India superará a China en abril de 2023 como el país más poblado del mundo.

Ese mes se cruzarán las líneas de crecimiento poblacional de ambos países, e India dejará atrás a China. Para entonces, se calcula que habrá 1.428 millones de indios, frente a 1.426 millones de chinos.

Y en las próximas décadas, parece que India seguirá aumentando su población en edad de trabajar. Además, los conflictos geopolíticos crecientes de China con Occidente podrían impulsar la relocalización de inversiones hacia India. Según algunos expertos, India tendrá un rápido crecimiento de su PIB en la próxima década, que se duplicará en términos nominales y obtendrá un quinto de todo el crecimiento mundial de ese periodo. Unos cambios que prometen, sin duda, modificar no sólo la economía sino, sobretodo, la geopolítica.