El misterio envuelve a cada nuevo estreno de Shyamalan, y si hay películas de las que no se debe hacer ningún spoiler, esas son las suyas. Pero con ‘Llaman a la puerta’ (2023) tiene un poco más difícil el poder sorprender como otras veces, debido a que se ha basado en la novela de Paul Tremblay ‘La cabaña del fin del mundo’, editada por Nocturna, y cuyo argumento ya es conocido.
Lo que ocurre es que ni el libro, ni tampoco su versión cinematográfica, aclaran o resuelven las dudas planteadas. Al final las incógnitas siguen existiendo, porque este thriller sicológico explota mitos irresolubles como el del Apocalipsis, a los que suma corrientes en boga como las del negacionismo y de las teorías conspiratorias, con lo que se forma un magma de ambigüedades en el que Shyamalan encuentra su elemento natural.
A Syamalan no lo queda otra alternativa que moverse siempre en ese terreno resbaladizo, pues desde que se le etiquetara como el nuevo Hitchcock parece obligado a ser original en cada una de sus películas, así que opta por no ser explícito y jugar con las contradicciones humanas para dejar sus historias abiertas a distintas interpretaciones subjetivas, todas ellas igual de válidas.
La novedad, de haberla, es que el libro de Tremblay le permite hacer su propia variante del subgénero ‘home invasion’, con la diferencia de que los cuatro extraños que llegan a la cabaña del título original son como los cuatro jínetes del Apocalipsis.
Su plan a ejecutar es el del sacrificio humano a cambio de la salvación del mundo, idea que procede tanto de la Biblia, con el episodio de Abraham y el sacrificio de su hijo Isaac, como de la tragedia griega de Eurípides, con el intercambio de una cierva por el de Ifigenia, que el cineasta heleno Yorgos Lanthimos modernizó en ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ (2017). Lo que aquí ocurre tiene lugar en las montañas de New Hampshire, y cobra protagonismo el terrorífico sonido de los nudillos golpeando en la puerta de la cabaña.