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Sturgeon se hace a un lado a un mes de que el SNP decida la hoja de ruta del independentismo

Nicola Sturgeon dimitirá como líder del SNP y como ministra principal tras ocho años al frente del Ejecutivo escocés. Considera que un nuevo liderazgo será lo mejor para Escocia y para la independencia, a un mes de que el SNP decida la hoja de ruta tras el portazo de Londres a otro referéndum.

La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, sale de la sala donde anunció su dimisión.
La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, sale de la sala donde anunció su dimisión. (Jane BARLOW | AFP)

«Soy un ser humano», explicó la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, al anunciar ayer la sorprendente dimisión  tras ocho años en el Gobierno y liderando un independentismo que ahora se halla en la encrucijada de decidir cómo y con quién seguir adelante.

Visiblemente emocionada, con la voz entrecortada, la líder, de 52 años, incansablemente defensora causa independentista, anunció que dimitiría tan pronto como el Partido Nacional Escocés (SNP) designe a su sucesor.

«Este trabajo es un privilegio, pero también muy difícil», explicó quien aún en enero, tras la dimisión de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, afirmaba estar «llena de energía».

Recordó que lleva más de quince años en puestos de responsabilidad y «podría haberlo hecho unos meses más, tal vez seis meses, un año, pero con el tiempo habría tenido cada vez menos energía para mi trabajo y solo puedo hacerlo al 100%», añadió.

«Es una decisión muy difícil, pero es la mejor para el país y para la independencia. La causa de la independencia es más grande que cualquier persona», insistió Sturgeon en su despedida, para recordar que ha «dado toda su vida» por ella y que por eso ahora se aparta, con el fin de que surja «un liderazgo nuevo y fresco».

Extremadamente popular, fue reelegida en 2021 con casi mayoría absoluta, con la promesa de un nuevo referéndum en 2023 que al final no pudo cumplir. Sturgeon se ha visto debilitada recientemente por la controvertida Ley de Reconocimiento de Género, que el Gobierno británico bloqueó, y que permitía el cambio de género a partir de los dieciséis años y sin consejo médico.

Afirmó que en las últimas semanas ha lidiado con «una gran cantidad de emociones en conflicto», pero negó haber decidido su dimisión por estas presiones, y aseguró que la había meditado durante mucho tiempo.

Entre las circunstancias que han impulsado este paso citó los cambios en su familia, el funeral de un ser querido, la dificultad de poder «tomar un café con un amigo» o «simplemente salir a dar un paseo».

Elecciones plebiscitarias

Pero a esta presión se añade otro elemento de peso. El pasado noviembre el Tribunal Supremo británico cerró la puerta a su plan de organizar este año un referéndum de independencia sin la autorización del Ejecutivo de Londres, ante lo que la estrategia independentista se halla en una encrucijada, a un mes de la celebración de un congreso extraordinario en el que el SNP debatirá los próximos pasos.

El 19 de marzo tendrán que elegir si las próximas elecciones son utilizadas o no como un referéndum «de facto». Sturgeon apuesta por esta hoja de ruta, que ha sido cuestionada dentro de la formación nacionalista por sectores que no la ven como la más acertada para la consecución de la independencia.

Además de un contratiempo para la causa independentista, la marcha de Sturgeon, la primera mujer al frente del Gobierno de Escocia, supone un revulsivo para la vida política británica.

Acumula varios éxitos electorales y ha sido una piedra en el zapato del Ejecutivo conservador británico, ante el cual se ha mostrado implacable, en un momento en que la oposición laborista de Londres estaba más ocupada resolviendo sus divisiones internas.

En los últimos años y bajo su liderazgo, las encuestas se han inclinado constantemente a favor de un «sí» a la independencia escocesa, convirtiendo a Sturgeon en una figura central en una política británica hundida en una grave crisis desde la salida de la Unión Europea.

Nacida en la ciudad industrial de Irvine, al suroeste de Glasgow, Sturgeon se unió al SNP a los 16 años y llegó a su liderazgo y al Gobierno escocés después de que su predecesor, Alex Salmond, renunciara en 2014. Los escoceses habían votado entonces con un 55% a favor de permanecer en Reino Unido. Desde entonces, había reanudado pacientemente la lucha por la independencia, revitalizada por el Brexit al que la mayoría de los escoceses se habían opuesto. Pero el Ejecutivo británico sigue oponiéndose de plano a la nueva votación.

El SNP no tiene un claro sucesor

Aunque no destaca ninguna figura para sueceder a Nicola Sturgeon, algunos líderes pueden ser aspirantes.
• John Swinney. El actual viceministro principal está considerado como uno de sus más próximos colaboradores, al tiempo que se valora sus años de experiencia en el Gobierno y en el SNP.
• Angus Robertson. Veterano de la «era Salmond», fue líder del SNP en Westminster entre 2007 y 2017 tras el éxito electoral sin precedentes del partido. Es impopular dentro del ala izquierdista por su apoyo al ingreso en la OTAN de una Escocia independiente.
• Kate Forbes. La ministra de Finanzas en el Ejecutivo de Edimburgo, de 32 años, representa una nueva generación en el nacionalismo escocés, pero su declarada religiosidad choca con políticas progresistas del SNP en materia de derechos de los homosexuales.
• Humza Yousaf. Al frente de la cartera de Sanidad, su popularidad se ve afectada por la crisis del servicio nacional de salud  y se cuestiona su actual cargo. Pero puede enarbolar la bandera de la integración como defensor de la comunidad musulmana y de otras minorías.
• Stphen Flynn. Nuevo líder del SNP en Londres, respalda a Sturgeon en su intención de convertir las elecciones británicas de 2024 en un referéndum «de facto» sobre la independencia.

Reconocimientos al compromiso

El primer ministro británico, Rishi Sunak, agradeció a Nicola Sturgeon su «largo servicio» mientras su ministro para Escocia, Alister Jack, elogió a «una política formidable», pero pidió a Edimburgo que aproveche su partida para «abandonar su obsesión por la independencia, que es una fuente de división». El líder opositor en Escocia, el conservador Douglas Ross, no eludió críticas ya que, en su opinión, deja un legado de «división y decadencia» por una «incansable agitación a favor de otra votación sobre la separación», al tiempo que el Partido Laborista Escocés reconoció su actividad durante la pandemia.

El primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, calificó a Sturgeon  como «una verdadera europea» y la vicepresidenta de Sinn Féin, Michelle O'Neill, enfatizó su trabajo por la independencia o en contra del Brexit. En Gales, el líder del Plaid Cymru, Adam Price, destacó que dirigentes como ella solo llegan «una vez por generación».

Otegi y Aragonès

El coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, reconoció a «una tremenda figura política y una referencia para muchas naciones en el camino hacia la independencia».  «Su llamado a despolarizar el debate público y centrarse más en temas que en personalidades» debería resonar en todo el mundo, añadió. «Tu liderazgo continuará siendo una inspiración para los movimientos independentistas», indicó el president de Catalunya, Pere Aragonès.