Saltan las alarmas ante nuevas maniobras de Xabier Sagredo en la Fundación BBK

La gestión de Xabier Sagredo al frente de BBK no deja indiferente ni a las personas más cercanas a la fundación bancaria ni a su partido. A pesar del revés que sufrió del Banco de España, sigue adelante con su cuestionada política de inversiones mientras se dobla el sueldo.

Xabier Sagredo, presidente de la fundación bancaria BBK.
Xabier Sagredo, presidente de la fundación bancaria BBK. (Luis JAUREGIALTZO | FOKU)

BBK Fundazioa fue noticia al inicio de 2023 al comunicar la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que había adquirido otras 500.000 acciones de Iberdrola por 5,5 millones de euros. Desde mayo de 2020, en plena pandemia, se ha hecho con 1,7 millones de títulos de la eléctrica por valor de 17,5 millones de euros. Es difícil conocer detalles de esas adquisiciones pero fuentes financieras sitúan en el 1,8% su participación en la multinacional en la que su presidente, Xabier Sagredo, tiene un puesto como consejero independiente. El «interés oculto» por renovar su mandato ha sido apuntado por varias fuentes.

Iberdrola es la preferida, aunque no la única a donde ha dirigido su mirada BBK. En 2021, según los últimos datos públicos conocidos, adquirió también acciones de Vidrala por 4,3 millones, Red Eléctrica por 9 millones o Arteche por 5,9 millones de euros. El objetivo declarado es «mejorar la rentabilidad» de los dividendos que obtiene por su 57% de participación en el capital social de Kutxabank.

De esas inversiones se encargaba una comisión de patronos en la que se encuentran Javier Urtasun, en representación de la Diputación vizcaina; Jon Berasategi, director general del Athletic Club; Roberto Zarate, cuya actividad profesional es el área concursal y regenta una consultora de empresas; Manuel Ardanza, presidente de la Bolsa de Bilbo; Fidel Martínez, letrado del Departamento foral de Acción Social; y Ana Urquijo, abogada y expresidenta del Athletic Club. También estuvo en ese comité Anton Arriola, hasta que lo abandonó para presidir Kutxabank.

Esa comisión es el instrumento que le ha quedado a Sagredo después de que el Banco de España rechazase la constitución de una filial que concentrara todas las participaciones accionariales de la fundación bancaria. Su nombre era Ondare SL, del que llegaron a registrar un dominio, siguiendo el modelo que empleó la Fundación La Caixa con Criteria.

Su creación se trató de justificar asegurando que parte de los beneficios obtenidos por Ondare irían a parar a financiar la Obra Social. Al ser una sociedad limitada, el control absoluto iba a ser del consejo de administración que iba a dirigir Sagredo. El banco supervisor rechazó ese planteamiento y exigió que esa labor de vigilancia corra a cargo de BBK Fundazioa. Ese varapalo provocó la suspensión de la reunión que iba a aprobar en junio pasado esta operación de dudoso encaje jurídico, como quedó en evidencia tras la advertencia del Banco de España.

Sin Ondare

Tras el revés con Ondare SL, Sagredo ha promovido que se reformulen las funciones y organización de la comisión de inversiones dentro del Patronato de BBK. El antiguo tesorero del Bizkai Buru Batzar pasa a ser su CEO y presidente con nuevas funciones que tratan de justificar que sus emolumentos dupliquen a los percibidos hasta ahora como presidente ejecutivo, que superaban los 150.000 euros anuales.

Ese nuevo movimiento necesita del plácet del Protectorado de Fundaciones del País Vasco, dependiente del Ejecutivo de Lakua. Las nuevas competencias de Sagredo tienen reflejo ya en la web de la fundación, donde se le incluye como vocal de la comisión de inversiones. El presidente está acostumbrado a modelar la estructura del órgano de gobierno de la fundación a sus intereses.

Para contratarle como presidente retribuido –el ejercicio del cargo de patrón es gratuito–, el Patronato tuvo que proponer la autocontratación y el Protectorado aceptarlo. Para cobrar como «cerebro de las inversiones» de BBK, Lakua debe de pronunciarse a las puertas de las elecciones municipales y forales. Ese extremo le incomoda, especialmente que la opinión pública conozca su posición privilegiada.

Al de Trapagaran, aseguran fuentes consultadas, «nunca le ha interesado realmente la Obra Social sino el mundo financiero». Una vez truncado su anhelo de alcanzar la presidencia de Kutxabank, por los recelos que generaba en el propio partido, ha centrado sus esfuerzos, y no son pocos, en dar forma a esa área financiera de BBK.

En ese contexto hay que situar la preocupación que están trasladando personas cercanas a la dirección de BBK, por la deriva que lleva la entidad en lo que se refiere a favorecer y promover la contratación de empresas y la incorporación de personas de la órbita jeltzale a la fundación bancaria.

«Su discurso, especialmente dentro del partido, es que ha renunciado a su sueldo de presidente de BBK. La realidad es que se ha blindado por si algún día le quitan, con un puesto de inversiones y va a cobrar más del doble. Su experiencia en inversiones es nula y su toma de decisión también», advierten.

El control de Sagredo de la fundación bancaria es absoluto después de que, en febrero de 2020, una modificación de sus estatutos eliminó el límite de dos mandatos en el Patronato de BBK, que le permite una presidencia «vitalicia» de facto. La transparencia no es uno de los fuertes de la entidad, lo que provoca que cada vez que circulan rumores sobre su gestión, el presidente trate de contrarrestarlos con diversas estrategias. Estos días ha encargado una encuesta a Ikerfel acerca de la valoración sobre la actividad de la fundación bancaria, con mención expresa a la inversión en empresas.