El lehendakari Iñigo Urkullu ha recibido este lunes en Ajuria-Enea a sus homólogos de Galicia (Alfonso Rueda), Asturias (Adrián Barbón) y Cantabria (Miguel Ángel Revilla) en una reunión que tenía como objetivo «intercambiar reflexiones e iniciativas en torno a los retos comunes de los territorios atlánticos».
El tema estrella ha sido la conexión ferroviaria con Europa, ante el temor de que la UE «desvíe el foco» hacia nuevas incorporaciones en el este y deje al margen a la península ibérica.
En este sentido, los cuatro presidentes autonómicos han criticado las últimas declaraciones del Gobierno francés, cuyas previsiones hablan de retrasar hasta al menos 2042 el tramo de alta velocidad Burdeos-Dax, sin mencionar siquiera una posible fecha para el enlace con Hendaia e Irun.
Ante lo que entienden como un «gravísimo incumplimiento» de los compromisos adoptados anteriormente, Urkullu, Rueda, Barbón y Revilla reclaman al Gobierno español y a la Comisión Europea que insten a París a llevar a cabo la conexión con Hendaia e Irun para 2030, fecha que se había consensuado con Bruselas.
También han criticado los «retrasos e incumplimientos» por parte de Madrid, y han citado como ejemplo que «se acaba de adjudicar la redacción del proyecto de construcción del tramo Gasteiz-Burgos –red básica–, por lo que no será hasta la próxima década cuando entre en servicio».
En principio, Galicia, Asturias y Cantabria conectarían con la alta velocidad hacia Europa a través con la línea Madrid-Irun, aunque Revilla ha remarcado que no renuncia a mejorar el enlace ferroviario con Bilbo, recordando que es un tramo con alto tránsito por carretera en el que se generan numerosos atascos pero que no cuenta con una alternativa viable porque se tardan 3,10 horas en llegar en tren desde Santander hasta la capital vizcaina.
La Comisión Europea «lamenta» el retraso francés
Al hilo de esta cuestión, fuentes de la Comisión Europea han indicado a Europa Press que «lamentan» el aplazamiento decretado por el Gobierno Macron, ya que «se debe dar prioridad a los tramos transfronterizos». Los servicios comunitarios valoran positivamente que el Estado francés prevea una inversión de 100.000 millones de euros en el sector ferroviario de aquí a 2040, porque es «mucho más de lo esperado», pero observan con preocupación que el gasto no esté dirigido a la red prioritaria transeuropea. Esto sucede no solo en el corredor atlántico, sino tampoco en otros tramos previstos como es la unión entre Montpellier y Perpingnan o la ruta Lyon-Turín.
En el caso preciso de la conexión de alta velocidad con Hendaia, las fuentes comunitarias señalan que «no hay claridad» en lo que respecta a su desarrollo y apuntan que el Estado francés únicamente prevé la «rehabilitación» del tramo existente. «La rehabilitación de la línea existente no es suficiente en términos de capacidad en comparación a la de la ‘Y vasca’. Sin una nueva línea se creará un cuello de botella en la frontera francesa».
Hidrógeno, demografía, cambio climático…
Una situación similar es la referente al corredor del hidrógeno. Los participantes en este encuentro han mostrado su preocupación ante el hecho de que «el mapa de previsión de interconexiones de la denominada ‘Columna vertebral europea del hidrógeno’ no contemple para 2030 la interconexión atlántica del corredor HiWest, y, por el contrario, sí contempla la del Mediterráneo».
Urkullu, Rueda, Barbón y Revilla han solicitado que «el lado Atlántico del corredor no se quede en la frontera de los Pirineos y que entre a la península por el oeste en 2030, al igual que lo hará por el este».
Para abordar estos y otros temas han planteado la creación de una «macrorregión» que trabaje como un «lobby atlántico que movilice a las instituciones y a los actores socioeconómicos» de la zona y sea un «foro de trabajo y encuentro» que «articule, cohesione y dé visibilidad a la región atlántica y en el que participen los distintos niveles de gobierno en pie de igualdad: UE, estados miembros, comunidades y regiones».
En la reunión también se han abordado otras cuestiones comunes como el cambio climático, el reto demográfico y la despoblación o los puntos de recarga de vehículos eléctricos.