Carlos Gil
Analista cultural

Arranque y final

NUNCA HE ESTADO EN DUBLÍN
Autor: Markos Goikolea. Intérpretes: Iñigo Aramburu, Iñigo Azpitarte, Mireia Gabilondo, Aitziber Garmendia. Escenografía: Fernando Bernués. Dirección: Mireia Gabilondo. Producción: Tentazioa. Lugar y fecha: Antzoki Zaharra – Donostia – 13-04-23 – dFERIA.

Momento de ‘Nunca he estado en Dublín’.
Momento de ‘Nunca he estado en Dublín’. (NAIZ)

Las comedias de situación se basan en una carpintería dramatúrgica que parte generalmente de una circunstancia extraña, curiosa, que llama la atención de los públicos. En esta ocasión, es un personaje invisible que fuerza una buena situación: se mantiene durante toda la obra y en el final se diluye en su propia ausencia o inexistencia. Este recurso, no obstante, que mantiene la atención de manera eficaz, peca de algo sustancial: no se muestra, no está trabajado, la manera que la actriz principal mueve simulando y se relaciona con esta supuesta novia no alcanza los requisitos técnicos formales para dotarla de una credibilidad apropiada. Se agota la posibilidad de ejercer una mayor eficacia en esa aparente deficiencia interpretativa o formal.

El resto de la situación, de la trama, va desde lo rudimentario, lo costumbrista, a los toques de modernidad en el tratamiento de la relación lésbica de la hija que retorna de tres años de supuesto exilio emocional a la casa materna, donde se prepara una fiesta navideña que se muestra con todos los resortes del género teatral vintage, que propicia actuaciones realistas, simpáticas, procesos de desarrollo de los personajes tópicos, pero muy bien resueltos, con diálogos previsibles, muy de serie televisiva, pero indudablemente al servicio de una comunicación sencilla e inmediata con los públicos.

Todo ello en un espacio escénico clásico, reglamentario, sin ninguna aportación formal ni estilística, sofá, mesa, terraza, llamadas de timbre, cocina y otras dependencias ocultas y mucho trasiego para ir y venir, para darle un ritmo trepidante muy bien conseguido por una adecuada dirección. Es decir, como género está en unos niveles altos de eficacia. Lo demás, su contenido, incluso estas formas tan conservadoras, nos sitúan en una realidad de producción y distribución que reclama este tipo de propuestas.