El barrio de la Bajada, situado en la ciudad argentina de Rosario, es conocido principalmente por ser el lugar donde nació Leo Messi. La huella del mejor jugador de fútbol de todos los tiempos es visible en multitud de calles gracias a los diferentes murales, pintadas y grafitis que recuerdan a su vecino más ilustre. Sin embargo, desde esta semana Messi comparte protagonismo en las calles rosarinas con un mural dedicado a Euskal Herria para conmemorar el Aberri Eguna.
Lisandro Urteaga y Marlene Zuriaga, muralistas de apellido vasco y acento netamente argentino, son los autores del mural dedicado al pueblo vasco en la ciudad de Rosario. Como descendientes de ciudadanos vascos, Zuriaga ha declarado que es un honor «conectar con la tierra, cada uno con su identidad, siempre motivándonos a ser en libertad».
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— Rodrigo Miró (@RodrigoMiro76) April 6, 2023
El mural, ubicado en el número 1600 de la calle Catamarca, se muestra a una mujer vasca ondeando una ikurriña. En segundo plano, se puede observar una bandera de Nafarroa y varios elementos de la cultura vasca, como un eguzkilore, un lauburu o el Árbol de Gernika. Completan el mural varios lemas en euskara, como «Euskal Herria batera», «Aberri Eguna» y un «Eskerrik asko».
Urteaga también es el autor de un mural de más de 70 metros dedicado a Leo Messi, a pocos metros del reconocido Monumento a la Bandera, titulado como ‘Mural Ciudad’. El artista tardó 18 días en terminar la obra, mientras trabajaba colgado en las alturas. La imagen imita la clásica postura que el delantero de la Albiceleste ofrece antes de los encuentros.
Otra de las pinturas que Urteaga dedica a la Pulga es ‘De otra galaxia’. Nuevamente, el foco está puesto en la cara del siete veces ganador del Balón de Oro, pero con varios detalles que transforman la pintoresca escena en algo simbólico: sobre su cuello descansa a su izquierda un botín dorado, en alusión a la Bota de Oro, que ha recibido en seis ocasiones.
Del otro lado, uno de color negro, en alusión a sus comienzos en el deporte, algo que se refuerza con un pequeño Messi de siete años que jugaba en las categorías juveniles del Newell’s Old Boys rosarino. Una merecida veneración a la que desde ahora también acompañará un guiño a los vascos que emigraron a Argentina.