Mikel Zubimendi
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad
Elkarrizketa
Pernando Barrena
Eurodiputado de EH Bildu

«Lo del Sinn Féin tiene un mérito enorme, han hecho bien las cosas»

Berriozartarra nacido en Iruñea (1965), buen conocedor de la Irlanda anterior y posterior al Acuerdo de Viernes Santo, es amigo de corazón de los republicanos y ha sido ocasionalmente interlocutor de los unionistas.

Pernando Barrena, 25 años después del Acuerdo de Viernes Santo..
Pernando Barrena, 25 años después del Acuerdo de Viernes Santo.. (Idoia ZABALETA | FOKU)

Barrena atiende a GARA, como se dice, recién aterrizado. Su actividad política es frenética, en un continente marcado por la guerra, en una coyuntura donde se favorecen el monocultivo de las mentes y los discursos. Charlar con este europarlamentario, sin embargo, aporta frescura, perspectiva histórica y amplitud de miras. Conoce en profundidad los entresijos del proceso de paz irlandés, estuvo allí hace 25 años cuando se firmó el acuerdo de Viernes Santo y participó activamente en el Foro de Irlanda, la semilla de la que floreció el acuerdo de Lizarra-Garazi. Le proponemos hacer un recorrido por los avances y bloqueos del proceso irlandés, por una actualidad marcada por la aprobación del Protocolo hace dos semanas entre la UE y el Gobierno británico, que tan bien conoce, y por las lecciones para Euskal Herria.

25 aniversario del Acuerdo de Viernes Santo, ¿vale la pena levantar la copa y brindar por todo lo bueno, o quizá no hay tanto que celebrar por lo que salió mal?

Hay mucho que celebrar. Evidentemente que el acuerdo es el resultado de una negociación política, en la que jamás se obtiene el 100% de los postulados. Eso es algo intrínseco. Los que hemos podido conocer la Irlanda de antes del Acuerdo y la de después, creo que tenemos elementos suficientes para hacer ese balance positivo, no solo porque la violencia ha prácticamente desaparecido, no del todo, ha habido episodios que todos hemos conocido, pero como factor político ha desaparecido de la ecuación. Y los avances producidos han sido enormes, en lo que se refiere a libertad de presos políticos, la amplitud de carril para la política y para ejercer derechos democráticos. No hay que olvidar que el Acuerdo recoge el derecho a la libre determinación, y eso todavía está por ejercitar. Hay aspectos que se deberían haber cumplido con más celeridad e incluso que hay algunos que no se han cumplido, pero diría, atendiendo a la experiencia internacional, que esto es muy habitual en los procesos de paz. Lo más difícil no es llegar a ese acuerdo sino asegurar la implementación.  

«Hay temas que se deberían haber cumplido más rápido, algunos no se han cumplido, pero atendiendo a la experiencia internacional, esto es muy habitual»

El 83% que votó «sí» al Acuerdo lo hizo con la esperanza de que pusiera fin a décadas de violencia, pero también para resolver las divisiones y vetos. ¿Se ha permitido un espacio para la deriva política?

Ese es un aspecto atribuible al Acuerdo que, entre otros factores, puso encima de la mesa la necesidad del consentimiento y la participación de las dos comunidades, en el esquema de gobierno como en otros temas. Y claro, tienen ese capacidad de paralizar. El unionismo bloquea ahora la situación porque está muy incómodo con la situación posterior al Brexit y condiciona su participación en el Gobierno a cómo finalmente se aplica el Protocolo que se ha aprobado hace dos semanas entre la UE y el Gobierno británico. Por otra parte, aunque se suele hablar con cierta simpleza de un enfrentamiento entre dos comunidades a la hora de explicar el conflicto, explicarlo así no es justo, Es cierto que ha habido un enfrentamiento entre dos comunidades, pero una ha estado social, política, cultural y lingüísticamente subyugada por la otra, que durante tres siglos ha mantenido una serie de privilegios a costa de la vulneración de derechos fundamentales. El Acuerdo viene a corregir esa situación y, claro, para una comunidad acostumbrada a vivir con unos privilegios enormes, que  le venga a poner en su sitio y a igualar en oportunidades al resto de comunidades, pues eso hay que entenderlo desde una perspectiva más fría: es un shock importante para esa tradición política y ciudadana que durante siglos ha vivido de esa manera. Creo que la situación que estamos viviendo ahora es parte de ese proceso de adecuación de esa comunidad que mayoritariamente está haciendo ese proceso de aprendizaje y de convivencia con el resto de comunidades de una manera importante. 25 años no son nada en relación con toda la historia de abusos y privilegios.

¿Hay necesidad de compartir un despertar colectivo para reconocer que no todo lo prometido se ha cumplido?

Creo que ha sido fundamental la perspectiva del tiempo que los republicanos tenían en mente. Sabían que con el tiempo la población de origen republicano iba a ser más que la unionista. Confiaban también en hacer política y atraer a nuevos sectores sociales a lo largo del proceso de implementación del Acuerdo, estaban concienciados de que aprovecharían sus oportunidades. Fue un análisis político muy adecuado, y hay que reconocerlo: supieron tener esa visión de futuro. La realidad lo ha demostrado: hoy Sinn Féin es la primera fuerza política del país precisamente por ese crecimiento no solo demográfico de su comunidad sino porque se ha situado como una opción política que recibe la confianza de la mayoría de la población, incluso atrayendo a sectores de personas de cultura protestante, aunque aún sea un fenómeno minoritario. Ven al Sinn Féin y la unificación de la isla como una aspiración en absoluto fuera de tiempo y de lugar.

«No imaginaron que el Brexit podría suponer el último clavo en el ataúd del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, como reza en los pasaportes que utilizan»

Los Tories quieren sacrificar el Acuerdo en el altar del Brexit. El unionismo dice que no acepta volver al Gobierno hasta que el Protocolo haya sido eliminado o revisado hasta dejarlo irreconocible. ¿Cómo se sale de este lío?

Los que promovieron el Brexit nunca imaginaron que podría suponer el último clavo en el ataúd del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, como reza en los pasaportes que utilizan. Han conseguido acelerar las contradicciones, incluso en el norte de Irlanda gran parte de la población unionista ya no ve con miedo la posibilidad de una Irlanda unida, no le ven sentido a permanecer fuera del circuito europeo, y menos del irlandés. Y por no citar lo que está ocurriendo en el resto de naciones del Reino Unido. Hay riesgo de que eso acabe muy mal para quienes estaban propugnando el Brexit y que acabe muy bien para quienes aspiramos a la libertad de los pueblos y el respeto de su libre voluntad.

La UE dice que el Protocolo es la «única solución» para proteger el proceso de paz.

En este tema sí que tenemos que decir que es muy loable la posición de firmeza que está manteniendo la UE al defender una solución que acomode de la mejor manera posible las aspiraciones de Irlanda y en concreto de los ciudadanos del norte de Irlanda. No podemos olvidar que en el referéndum del Brexit, el norte de Irlanda votó mayoritariamente a favor de la permanencia en la UE, que no quiere renunciar de ninguna manera a que esa parte de Irlanda puede seguir teniendo una relación privilegiada, porque sabe cómo está evolucionando la situación política. Una vuelta de ese territorio a ser parte de la UE es cuestión de tiempo, la mayoría de la ciudadanía vota en clave europeista, votó en contra del Brexit. La UE está presionando muy fuerte para que el Protocolo se ponga en marcha y funcione de una manera efectiva, y eso, ocasionalmente, pueda traer el desbloqueo de la situación política en el norte de Irlanda. Esto tiene unas implicaciones geopolíticas enormes. La UE sabe bien que es lo que está ocurriendo en el Reino Unido, se guardan las formas pero se la tiene bien guardada por la puñalada que le metieron con el Brexit, y se cuidan mucho de que el acuerdo final no suponga ninguna cesión al interés británico.

Participó en Foro Irlanda, germen del Acuerdo Lizarra-Garazi, que representó el más alto nivel de convergencia de fuerzas abertzales desde Xiberta. El proceso irlandés fue una ikastola para aprender lecciones, ¿cuáles destacaría?

Para los independentistas supuso un chute de adrenalina importantísimo, en la medida en que ratificaba las propuestas que la izquierda independentista había hecho históricamente en clave diálogo, respeto a derechos, partiendo del derecho a decidir. Al hacer discurso político, sirvió para diferenciar que una cosa es el proyecto independentista, que se puede sostener o no según lo que diga la mayoría del país, pero que es muy diferente del ejercicio del derecho de autodeterminación, que supone elegir entre todas las opciones. Vimos lo de Irlanda y nos dijimos: si allí ha sido posible, ¿por qué no poner en marcha un foro sobre qué lo ha hecho posible, sobre sus contenidos, y sobre si podría servir aquí? Creo que abrió un momento de esperanza. Apuntó, además, en una dirección clave. Otros desarrollos más importantes como el fin de la actividad armada de ETA tuvieron que esperar en el tiempo, diría que por razones de maduración política, pero el esquema de alianzas, los conceptos que introdujo Lizarra-Garazi, el trabajo en común, creo que cambiaron para siempre la política en Euskal Herria.

Ningún proceso de paz está exento de frustraciones. Pero en Irlanda cada vez más gente ve al republicanismo como una opción de cambio seria y comprometida.

Tienen un mérito enorme. En la República de Irlanda, el Sinn Féin, según las últimas encuestas, tiene una intención de voto del 36%, más que el Fine Gael y el Fianna Fáil juntos. El republicanismo ha calado en amplios sectores de la sociedad. Su actuar firme y paciente, con las luces largas puestas, ofrecerse a todo un país como alternativa para las clases populares y medias, finalmente da sus frutos. Hablamos de 25 años, pero cuando se firmó el Acuerdo, el Sinn Féin en la República de Irlanda era un partido prácticamente inexistente, testimonial, que en sus mejores momentos llegó a tener un par de parlamentarios. Pasar de esa situación a esta, en la que es muy probable que en dos o tres años estemos viendo un gobierno del Sinn Féin en la República de Irlanda y otro en el norte de Irlanda, quiere decir que se han sabido hacer bien las cosas.