La localidad navarra de Burgi ha vivido un año más la esperada bajada de las almadías, una fiesta que homenajea al ya desaparecido oficio de los almadieros que durante décadas transportaban río abajo, convertidos en precarias balsas, los troncos de madera talados en el Pirineo.
El descenso de las dos almadías, fabricadas con troncos ligados entre sí y conducidas por almadieros y almadieras que por un día reviven esta extinta profesión, se ha producido este año sobre un más escaso cauce del río Ezka, dadas las pocas precipitaciones de este invierno, lo que no ha impedido que se llevara a cabo el acto.
De nuevo ante miles de personas que se habían distribuido a lo largo del recorrido, especialmente en la presa, las balsas han transitado como antaño por el Ezka, aunque tan solo por un reducido trayecto hasta el puente medieval de Burgi, y no por cientos de kilómetros como antaño, cuando la madera era llevada hasta Zaragoza e incluso Tortosa para desde allí viajar a otros lugares ya por barco.
El Día de la Almadía cuenta cada año con meses de preparación, en los que la Asociación Cultural de Almadieros Navarros se encarga de fabricar varias almadías para que en esta jornada los miles de visitantes puedan apreciar lo que fue este oficio maderero, arraigado en los valles navarros prepirenaicos de Erronkari, Zaraitzu o Aezkoa.
También cada año la Asociación entrega en este día la denominada Almadía de Oro para homenajear a aquellas personas o entidades relacionadas con el oficio de almadiero o con su difusión o promoción, así como a aquellas personas que destacan en el ámbito de la cultura, el deporte, la ciencia o por su valor humano.
En esta XXX edición del Día de la Almadía, se ha entregado la distinción a dos protagonistas, el ilustrador César Oroz, quien ha seguido la tradición y ha bajado montado en la primera de las almadías ataviado a la vieja usanza, y a la Denominación de Origen Queso Roncal, cuyos representantes han ocupado la segunda almadía.
Además, en esta ocasión el acto ha estado acompañado de la Asociación de Campaneros de Nafarroa, cuyos miembros han tocado las campanas de la iglesia de Burgi durante la mañana del domingo.
Como todos los años, y ante los miles de personas que se acercan a la localidad pirenaica en este día, se ha instalado un mercado medieval con puestos de alimentos y oficios artesanos, un escenario de fiesta en el que no han faltado actuaciones musicales, bailes y la escenificación del oficio de las lavanderas.