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Bilbo

La magistral voz de Natalia Ginzburg regresa con la inédita ‘Vida imaginaria’

Recién reeditada en Italia e inédita en castellano hasta ahora, Lumen acaba de publicar ‘Vida imaginaria’, de Natalia Ginzburg. Un libro icónico de una maestra admirada por Elena Ferrante, Italo Calvino y Rachel Cusk: una mezcla perfecta de ensayo y autobiografía.

Natalia Ginzburg, una de las grandes de la literatura.
Natalia Ginzburg, una de las grandes de la literatura. (AGNESE DE DONATO )

‘Vida imaginaria’ recoge, bajo selección de la propia Natalia Ginzburg, los artículos que publicó entre 1969 y 1974 en ‘La Stampa’ y en ‘Corriere della Sera’, dos de los periódicos más importantes de Italia, que contaban entre sus colaboradores a otros grandes escritores como Pasolini, Calvino o Moravia. Se trata de su tercera colección de escritos no narrativos, después de ‘Las pequeñas virtudes’ (1962) y ‘Nunca me preguntes’ (1970), e incluye, además de los textos periodísticos, un texto original para el libro: el propio ‘Vida imaginaria’ que da nombre a la obra, de raigambre proustiana.

En euskara, esta escritora ha sido bastante traducida. Los últimos ejemplos son ‘Hiru hausnarketa eta poema bat’ (Booktegi, 2022) y ‘Bertute txikiak’ (Alberdania, 2021), traducidas ambas por Irene Hurtado de Saratxo. También Fernando Rey ha traducido al euskara uno de sus libros icónicos, como ‘Familiako lexikoa’ (Igela, 2021).

Una de las grandes

Todo lo que Natalia Ginzburg evoca y describe sucede en nosotros como por primera vez, pero perdura para siempre. En ‘Vida imaginaria’, quizá su obra menos conocida pero al mismo tiempo la más versátil y combativa, publicada originalmente en 1974, la autora aborda, entre otros asuntos, la condición de la mujer y el feminismo, la infancia y las incertidumbres de la edad adulta o la debilidad de nuestras democracias.

También retrata a algunos escritores muy queridos por ella, como Italo Calvino, Elsa Morante o Cesare Pavese, y nos habla de películas y de directores (Fellini, Bergman) cuyo arte supo reconocer desde el principio. Con su discreta contundencia y su voz única, Ginzburg participa, a través de cada uno de estos treinta textos, en la vida de hoy, de un hoy que data de hace medio siglo pero que el lector traslada con naturalidad al aquí y al ahora y a los dilemas estéticos, morales y políticos a los que nos seguimos enfrentando.

El mismo Italo Calvino escribía sobre ella en ‘La Stampa’: «El empleo de la primera persona en Natalia es algo más que un recurso narrativo: es la forma de expresar una relación con el mundo, una relación directa, nunca psicologizada, nunca intelectualizada, nunca poetizada. El secreto de la sencillez de Natalia reside aquí».

Oriana Fallaci, que entrevistó a la autora, describió a Natalia Ginzburg con estas palabras: «Ni guapa ni elegante, con rebeca y falda de color azul ceniza, con ese aire un pelín apagado de tía soltera y sin edad de­finida […]. Pelo negro, pocas canas y un cuerpo compacto. Buenas piernas, de persona acostumbrada a caminar […]. Desde luego parece una mujer sana, hecha para llevar cargas y dolores con entereza. Sorprende su voz, como de femme fatale . Es como si fuera la voz de otra, y te atrapa, te fascina».

Esa mujer fue una de las voces más importantes de la literatura italiana del siglo XX. Nacida en Palermo en 1916, pronto se trasladó a Turín y más adelante, ya casada con Leone Ginzburg, vivió en Roma hasta que su marido fue asesinado por las fuerzas fascistas en una cárcel de la capital.

Entre sus obras, además de ‘Léxico familiar’, que en 1963 fue galardonada con el Premio Strega, destacan ‘Las pequeñas virtudes’, ‘Querido Miguel’, ‘El camino que va a la ciudad’, ‘Familias’, ‘Vida imaginaria’, ‘La ciudad y la casa’, ‘A propósito de las mujeres’, ‘Todos nuestros ayeres ’y ‘Las tareas de casa’ y otros ensayos.

Ginzburg trabajó muchos años como redactora para la editorial Einaudi en su sede de Roma, ciudad donde residía cuando murió, en 1991.