La segregación residencial y desigualdades se acrecientan en Bilbo a pesar de la transformación

Bilbo ha experimentado importantes transformaciones a raíz de las políticas dirigidas a revitalizar la ciudad. A pesar de esa realidad, la segregación residencial, así como las desigualdades socioeconómicas y de salud, no disminuyen sino que se acrecientan, según sostienen sendas investigaciones.

Panorámica de Bilbo desde el barrio de Arangoiti.
Panorámica de Bilbo desde el barrio de Arangoiti. (Luis Jauregialtzo | FOKU)

La transformación de Bilbo es indiscutible pero en esa ciudad de servicios que busca un hueco entre las urbes referenciales brilla algo más que el titanio del que se ha convertido en icono del cambio. No son las franquicias de toda naturaleza que buscan un hueco en ese proyecto, se trata de la brecha social que se acrecienta.

Sendos trabajos de investigadores de la UPV-EHU profundizan en la segregación social y en las desigualdades socioeconómicas y de salud que existen y que distintos agentes implicados en la transformación, especialmente los vinculados a las administraciones públicas, dejan en un segundo plano para tratar de no restar brillo a su proyecto.

 

La transformación radical de algunas zonas privilegiadas, debido a una mayor concentración de inversiones, ha provocado una «revitalización a dos velocidades»

 

En un estudio acerca de la segregación social, los investigadores Itziar Aguado, Carmen Echebarria y José María Barrutia concluyen que la brecha no disminuye, al contrario se ahonda en esta nueva era. Exponen que la transformación radical de algunas zonas privilegiadas, debido a una mayor concentración de inversiones, ha provocado una «revitalización a dos velocidades», en que las áreas centrales de la ciudad se benefician de las actuaciones de renovación y rehabilitación sin apenas incidencia en la periferia.

Ponen como ejemplo que barrios como Abando e Indautxu con altos niveles de renta, alta ocupación y elevado nivel educativo se oponen a Otxarkoaga o San Francisco, con baja renta, altas tasas de paro y reducido nivel educativo. Un simple repaso a ambas realidades, constata que es cierta la tesis.

Esas diferencias se extienden al estado de salud de la población, según otro trabajo del Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico-OPIK de la UPV-EHU, que detecta en términos generales mayor tasa de problemas crónicos (diabetes mellitus, hipertensión arterial e hiperlipidemias) en Otxarkoaga, Arangoiti, Uretamendi-Iturrigorri-Peñascal y Abusu. Por el contrario, los barrios con menor prevalencia son Abando, Casco Viejo e Indautxu, que coinciden con los de rentas más elevadas, al contrario que los otros núcleos poblados por clase trabajadora.

Esperanza de vida

Esas diferencias también son considerables en cuento a la esperanza de vida. Esa tasa, según los autores del estudio es alta, siendo de 86,4 años en mujeres y de 79,6% en hombres. En Indautxu se alcanza la más alta y destacan también Ametzola, Matiko-Ciudad Jardin-Uribarri. Por el contrario, las menores se dan en Bilbao la Vieja-San Francisco y Otxarkoaga, sobresaliendo los barrios de Zabala y Txurdinaga.

Los investigadores advierten de la diferencia en la esperanza de vida entre los barrios de clase acomodada y los más pobres, que es de 6,4 años en hombres y 5,9 en mujeres.

Según sus estimaciones, el potencial de mejora de los indicadores de mortalidad derivado de la actuación sobre la reducción de las desigualdades es considerable, ya que se puede estimar que, si el conjunto del barrios de Bilbo pudiera experimentar la mortalidad del barrio con la mortalidad más baja (Indautxu), en el periodo analizado (2022-2015) se hubieran evitado 1.894 defunciones, es decir, 379 muertes al año.

De esta manera, más del 30% de los óbitos entre hombres ocurridos en Bilbao la Vieja-San Francisco, Uretamendi-Iturrigorri-Peñascal y Otxartkoaga se hubieran evitado, de haber tenido el mismo patrón de mortalidad que los residentes de Indautxu entre 2011 y 2015. Aunque han pasado unos años del trabajo, no hay variables que no apuntan a que se haya producido un cambio radical en la tendencia.

Asimismo, constatan que la segregación residencial está también determinada por el lugar de procedencia de las y los vecinos llegados de otros lugares del planeta a partir de 2000. Aseguran que ese flujo migratorio ha incrementado la diversidad social del conjunto de los barrios pero además ha impulsado el surgimiento de zonas segregadas en el corazón de la ciudad, citando los casos de San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala.

Ese fenómeno propio del Botxo, precisan, debe de ser analizado en un futuro, pendientes de los procesos de gentrificación que acechan a estos centros históricos.

Otros datos que no se pueden obviar a la hora de analizar el confort de las viviendas, es el porcentaje que no disponen de calefacción, donde destaca Uretamendi-Iturrigorri-Peñascal (63%), Otxarkoaga (53%) y Arangoiti (49%). Muchos nombres se repiten en el caso de edificios sin ascensor con Uretamendi-Iturrigorri-Peñascal a la cabeza (68%), Casco Viejo (48%) y Otxarkoaga (47%).

En el análisis se corrobora que las viviendas de mayores dimensiones se ubican en los barrios más ricos, o que están dotados de mayor y mejores equipamientos y dotaciones. Además, y esto ha sido denunciado en repetidas ocasiones por asociaciones vecinales de barrios del sur, la existencia de conexión con el metro ayuda a mejorar todos los índices.

En esa reflexión, constatan que la inauguración de la línea 3 del suburbano –que conecta barrios periféricos del norte como Matiko, Uribarri, Zurbaran, Txurdinaga y Otxarkoaga– puede contribuir a mejorar su accesibilidad e incrementar su integración social.