Igual hay que esperar a la foto finish
Las encuestas hay que tomarlas con precaución, pero siguen siendo el elemento más determinante para medir por dónde van las cosas. En estos comicios, la mayoría coincide en que EH Bildu tiene opciones de mejorar sus resultados y que en algunas plazas el ganador se va a decidir por pocos votos.
Son días de encuestas, de escrutar números y porcentajes, y de especular. Porque hacer cábalas sobre proyecciones de voto es siempre un ejercicio de especulación que, por otra parte, nos encanta a quienes nos toca cubrir la información electoral. Pero en este oficio sabemos que, por norma, hay que tomar con precau- ción estos sondeos, pues muestran una imagen fija –y cocina- da– de una realidad cambiante, y porque tienden a ser bastante conservadores y a no detectar posibles cambios en el estado de ánimo del electorado, por ser repentinos o por sutiles.
Esta última década nos ha dado unas cuantas señales, desde el referéndum del Brexit a las últimas midterms de Estados Unidos, en 2022, de que es mejor esperar al recuento final que hacer castillos en el aire.
En el caso de la campaña del 28M ha habido además un elemento distorsionador, como ha sido la feroz acometida contra EH Bildu y el acoso al que han sido sometidos algunos de sus candidatos y candidatas. Está por ver si ese intento de mantener en el córner a la coalición le afectará en algo. Podría hacerlo en sentido contrario al que buscan los promotores de la campaña, animando a darle el voto; y podría ocurrir que la mala prensa retraiga a potenciales votantes. También puede que no cambie nada. Es difícil saberlo y es un elemento extra de incertidumbre en ese campo de minas que es la demoscopia.
Tendencias asentadas
Pero antes de que se enfaden quienes se dedican a esto, hay que reconocer que los sondeos son la mejor brújula para guiarnos en una campaña, sobre todo si son consistentes y mantienen una tendencia bien definida.
Y de cara al domingo hay datos que se repiten en la mayoría de las encuestas, a la espera de la traca final de estos días. Uno es el aumento de las expectativas de voto para EH Bildu respecto a las elecciones de hace cuatro años. La coalición soberanista subiría en términos generales y en la mayoría de las plazas, un crecimiento más o menos acentuado en función del sondeo pero al que apuntan casi todos los difundidos hasta el momento.
El otro es el estrecho margen que va a haber en algunas de las lizas más importantes, las que están en mente de todo el mundo desde el inicio.
En este contexto, en las elecciones municipales y en aquellas localidades donde varias candidaturas vayan a sacar representación –si solo son dos no hay misterio– cobra importancia ser la primera fuerza en el recuento de votos. Como recordaba Martxelo Díaz el viernes al hilo de la situación en Iruñea, para desalojar al ganador el resto debe ahormar una mayoría, y es más fácil dejar que el primero gobierne que darle tus votos a ese partido para liderar el consistorio si ha sido segundo. Esto exige cierto compromiso.
También en municipios medianos un puñado de papeletas puede decantar la balanza, y no es descartable que en varios haya que esperar a la foto finish, incluso más allá del 28M. No sería la primera vez.
Viene una noche electoral intensa, pero no va a ser tranquilo todo lo que venga después.