Diez frases inmortales sobre Berlusconi
El Cavaliere ha muerto, dejando un legado incomparable. Algunas frases pronunciadas sobre su persona definen el perfil de Silvio Berlusconi.
Silvio Berlusconi ha muerto y la primera reacción es como la de los protagonistas de la inmortal película de Mario Monicelli ‘Amici miei’, donde una cuadrilla de cincuentones que se ha dedicado todo el rato a hacer chistes tiene que constatar la muerte de uno de ellos: «¿Pero habrá muerto realmente?», se preguntan.
Efectivamente es así, Berlusconi también se ha ido para siempre, y para siempre es el recuerdo de un personaje que ha cambiado la mentalidad y las costumbres de tres o incluso cuatro generaciones de italianos, y en algunos casos de los ciudadanos europeos. A través de diez frases históricas sobre el Cavaliere, pronunciadas por observadores, enemigos o simpatizantes, repasamos una trayectoria que a veces ha sido casi surrealista.
«Si tuviese un par de tetas presentaría los informativos»
Berlusconi nació en Milán, ciudad donde el hiperactivismo es un componente fundamental: trabajar, trabajar y trabajar, encontrar contactos y desde allí moverse hacia otros trapicheos. En este mundo el Cavaliere se movió siempre como pez en el agua, sobre todo en su experiencia como emprendedor en el mundo de la televisión.
Cualquier detalle tenía que pasar bajo su aprobación, incluso las campañas publicitarias que aparecían en sus canales. Entre los responsables de los servicios informativos en Mediaset hay que recordar a Enzo Biagi, impresionado por todo lo que hacía su «jefe», autor de esta frase.
Biagi, que cuando llegará a la Rai, a la televisión pública, será despedido por el mismo Berlusconi, «culpable» de haber invitado a algunas voces críticas con su Gobierno.
«No tiene ideas, solo intereses»
Otro periodista que estaba muy vinculado a Berlusconi era Indro Montanelli, enérgico toscano fundador de ‘Il Giornale’, periódico que El Cavaliere compraría para convertirlo, con los años, en una especie de órgano oficial de Forza Italia. Montanelli, un hombre muy orgulloso y claramente de derechas, dejó de ser director de su criatura para fundar otro periódico, ‘La voce’, donde cargaba sin miedo contra Berlusconi y sus gobiernos.
Estas palabras eran una dura crítica hacia la actitud en política del líder de Forza Italia, un partido nacido simplemente para proteger sus intereses y no para mejorar la vida de los italianos.
«Entiende de fútbol, ha entrenado el Edilnord»
Cuando Berlusconi compró el Milan en enero de 1986, el entrenador del equipo rossonero era Nils Liedholm, una leyenda del club tanto como jugador como en el banquillo. El técnico sueco era un hombre tranquilo, con un toque sutil de ironía. Todo lo contrario que el nuevo presidente, que en el fútbol también quería imponer su hiperactivismo. Los dos no podían estar de acuerdo y a la primera ocasión Berlusconi consiguió echar a Liedholm, poniendo en su lugar a un joven Fabio Capello.
A los periodistas que preguntaban al entrenador sueco cómo era su jefe, Nils contestó irónicamente que sabía mucho de fútbol porque había sido el técnico del equipo de la empresa inmobiliaria que había fundado en torno a 1970, llamada Edilnord. Un equipo de aficionados, por supuesto.
«Es el hombre de la mafia en el norte, un palermitano que habla milanés»
En 1994 Forza Italia ganó las elecciones generales, aliándose con la Liga Norte y los post-fascistas de Alleanza Nazionale. En el norte de Italia la coalición arrasó gracias al partido de Umberto Bossi, un hombre radical y racista, que clamaba contra los privilegios de los políticos. Sin embargo aquel mismo 1994 la Liga Norte le quitó el apoyo al Gobierno de Berlusconi por un asunto sobre el recorte de las pensiones pasando al otro bando, al centro-izquierda.
Fueron meses donde Bossi casi cada día insultaba o cargaba contra su excompañero de coalición, llamándole «mafioso», «cerdo», «nazi», o «peor que Mussolini». Mágicamente en 2001, en la siguiente ronda electoral la Liga Norte volvería a ser aliada de Berlusconi, para lograr otra victoria todos juntos.
«No pagaba a las mujeres, era solo el utilizador final»
El Cavaliere siempre ha sabido librarse de sus marrones gracias a un listado infinito de «escudos humanos», perfectos para despistar la atención cuando se estaba llegando al núcleo del problema. En 2009 el escándalo del bunga-bunga acababa de empezar, con Berlusconi acusado de haber favorecido la prostitución, invitando a chicas en sus residencias y pagándoles para que no confesaran nada.
Se abriría hasta un juicio destinado a acabar en una pompa de jabón. Las evidencias eran claras pero allí tuvo que intervenir uno de los mejores escudos humanos del por aquel entonces primer ministro, su abogado Nicolò Ghedini. Con toda la calma del mundo dijo que no, que según el punto de vista jurídico, Berlusconi solamente había ido con las chicas, sin pagarles, es decir «utilizándolas».
«Las blasfemias, hay que contextualizarlas»
Cómo ha podido Silvio Berlusconi tener el apoyo de una larguísima parte del mundo católico, siendo el representante de una sociedad ultracapitalista, con mujeres tratadas como objetos, divorciado, acusado de haber practicado concubinato y prostitución, solo Dios (sic) lo sabe. La
Iglesia ha tenido siempre una postura bastante neutral con él, si no discreta, hasta defenderle también en casos absurdos.
Mientras contaba un chiste un poco cutre, rodeado de periodistas y hablando de Rosy Bindi, parlamentaria de izquierdas, Berlusconi pronunció claramente una blasfemia («Orcodio!»). Todos se levantaron pidiendo más respecto para la religión católica y para la misma Bindi, que además era una mujer ultracatólica. Tuvo que intervenir el arzobispo Rino Fisichella, colaborador estrecho de papa Ratzinger y presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para defender a Berlusconi y tapar las polémicas.
«Mientras esté él, yo voy a comer»
Sin duda el escándalo sexual sobre las prostitutas, el bunga-bunga y las menores ha sido un palo para Berlusconi, ya rodeado de problemas con la justicia, paradójicamente más graves en sí pero con menos consecuencias para él. Sobre todo porque había dado la imagen de un hombre ya mayor pero fácil de chantajear. Las llamadas interceptadas por los investigadores evidenciaron este mundo de personas que vivían sabiendo que con algunas frases podían comprometer al líder de Forza Italia. Gente que había descubierto la mina de oro y que lo aprovecharía, consciente de tener la sartén por el mango.
«Menos mal que hay Silvio»
Como en las mejores tradiciones de la personalización extrema de la vida política, Forza Italia y Silvio Berlusconi a la vez (de hecho eran indivisibles) tenían un himno oficial. El vídeo también era muy gracioso, un karaoke con una serie de actores interpretando a varios «tipos» de personas, trabajadores, estudiantes y familias comunes. «Somos la gente de la libertad»; y de ahí en adelante, unas letras conmovedoras, «Presidente, estamos contigo», apoyando de manera clara al líder absoluto del partido. Para acabar, un eslogan eficaz: «Meno male che Silvio c'e».
Curiosamente, en el vídeo oficial aparece Francesca Pascale, por aquel entonces chica desconocida que desde 2013 hasta 2020 será la «pareja» de Berlusconi, hasta descubrirse lesbiana y casarse con una famosa cantante, Paola Turci.
«No temo a Berlusconi en sí, sino a Berlusconi en mí»
Giorgio Gaber fue un artista fundamental en la posguerra italiana: cantante, actor, gran amigo del Premio Nobel Dario Fo. Siempre un paso por delante con respecto a la realidad y al día a día. Su mujer, Ombretta Colli, también había sido cantante pero se había comprometido con Forza Italia, llegando a ser la presidenta de la provincia de Milán. Gaber amaba mucho a su pareja y no le dijo nunca nada, a pesar de no estar de acuerdo con el partido de Berlusconi.
Sin embargo, en una célebre entrevista dio un punto de vista perfecto de la razón del éxito del Cavaliere en política, es decir su capacidad de representar al italiano cualquiera, con sus cualidades y sus lados oscuros: el Berlusconi dentro de cada uno.
«Técnicamente es inmortal».
Antes de la leucemia, probable causa de su muerte, Silvio Berlusconi había padecido otros problemas de salud, incluso un tumor en la próstata. De esta manera tenía varios médicos personales, el más conocido quizás Alberto Zangrillo, del hospital San Raffaele de Milano, donde ha muerto. Otro que se había hecho famoso fue Umberto Scapagnini, que en 2004, después de algunos malestares de su paciente, afirmó que Berlusconi «gracias a su sistema inmunitario podía aguantar hasta los 120 años».
No sabemos si para agradecer sus palabras, pero Scapagnini fue candidato con Forza Italia dos veces a la Alcaldía de Catania, en Sicilia, ganando en ambas ocasiones.