Nerea Lauzirika
Elkarrizketa
Pastora Filigrana
Abogada, miembro del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as y activista gitana

«Los discursos de odio pretenden justificar que hay gente que no es humana del todo»

Pastora Filigrana, abogada, miembro del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as, activista y mestiza gitana, dio una charla a cerca de los discursos de odio invitada por AMUGE en el Centro Cívico de Otxarkoaga, en Bilbo. NAIZ la entrevistó después del coloquio.

Pastora Filigrana, abogada, miembro del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as, activista y mestiza gitana.
Pastora Filigrana, abogada, miembro del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as, activista y mestiza gitana. (Oskar MATXIN | FOKU)

Abogada, miembro del Sindicato Andaluz de Trabajadores/as, activista y mestiza gitana, NAIZ entrevistó a Pastora Filigrana tras la charla que ofreció en el Centro Cívico de Otxarkoaga, en Bilbo. En el coloquio organizado por la Asociación de Mujeres Gitanas de Euskadi (AMUGE), Filigrana habló acerca de los discursos de odio desde el punto de vista que le proporciona el hecho de ser gitana y feminista, además de jurista.

Explicó que estudió Derecho porque «cuando nadie antes en tu casa ha ido a la universidad, estudias Derecho o Medicina». También contó que entre todas las actividades que realiza y la definen, la faceta de abogada laboralista es la que más le gusta.

A lo largo de la charla subrayó la idea de que los discursos de odio buscan justificar las desigualdades existentes en la sociedad, acreditar que «el pobre merece su pobreza».

¿El movimiento feminista es interseccional en lo que respecta a las mujeres feministas gitanas?

Hasta ahora, no lo ha sido. Es verdad que los últimos años ha ido cambiando, sobre todo dentro de lo que sociológicamente se ha denominado como cuarta ola del feminismo, con cuya denominación se puede estar de acuerdo o no. Esta cuarta ola empieza en 2018, con la masividad del feminismo en las calles y, sobre todo, los discursos desde la diversidad dentro del feminismo. Desde entonces, determinadas teorías decoloniales y antirracistas asumidas por una gran parte del feminismo empiezan a debatirse. Durante muchos años no se ha hecho un feminismo diverso mayoritariamente, aunque siempre ha habido colectivos feministas que lo han asumido.

Dentro del feminismo, ¿son necesarios espacios no mixtos de mujeres gitanas?

Las mujeres gitanas ya se organizan solas en sus asociaciones y, por eso, ya existen esos espacios no mixtos aunque ellas no los llamen así. La primera asociación de mujeres gitanas del estado se creó en Granada en los años 90, y aquí existe también AMUGE.

La lucha de clase, el antirracismo y el feminismo ¿son luchas diferenciadas o se atraviesan entre sí?

Todo el mundo tiene un género, una edad, una racialización, un territorio que habita... Pensar que estamos por fuera es un error del pensamiento blanco occidental. Todo el mundo está atravesado por algo. Por tanto, las opresiones que se generan desde la clase, la raza, el género, el territorio o la identidad sexual tienen una base y un hilo común.

El sindicalismo tiene que asumir posiciones antirracistas y de género, porque la mano de obra más barata es la mano de obra racializada y feminizada. Por lo tanto, se puede decir que la explotación laboral utiliza el racismo y el patriarcado. Con lo cual, cualquier lucha laboral tiene que asumir esta perspectiva, porque la patronal sabe de interseccionalidad, sabe que las mujeres son mas baratas, sabe que una mujer que no es blanca es una mano de obra más barata; y si la mujer no es blanca y, además, es inmigrante, es aún más barata.

Afortunadamente en Euskal Herria me consta que el sindicato LAB ya tiene un área de antirracismo y que quiere caminar hacia ahí. Ya hay una tendencia a mirar la explotación laboral desde la perspectiva feminista, pero no por una cuestión ideológica, sino porque es real que las mujeres ocupan esos sectores laborales más precarizados.

Y, ¿a la inversa?

El antirracismo tiene que hablar de explotación y precariedad laboral, porque el mercado laboral está segregado racialmente. Hablar de antirracismo es hablar de que no puedes acceder en igualdad de condiciones al mercado laboral, a la vivienda o a la educación. Las luchas por los derechos sociales y los derechos laborales que se enuncian desde el antirracismo no pueden dejar de tener esa perspectiva de lucha de clase.

La patronal sabe que las mujeres son mas baratas, sabe que una mujer que no es blanca es una mano de obra más barata; y si la mujer no es blanca y, además, es inmigrante, es aún más barata

 

Se puede poner el mismo ejemplo con el feminismo. Si vamos a alcanzar un feminismo para todas las mujeres del mundo, estamos hablando de otro modelo de ordenación de la producción y el trabajo en el mundo entero, para que a las mujeres no les correspondan esos lugares de trabajo invisible, no pagado o mal pagado, sobre todo el trabajo reproductivo. Por eso es muy difícil entender un feminismo que no sea abiertamente antirracista y anticapitalista.

Las derechas y las ultraderechas suelen apropiarse de términos acuñados por grupos sociales vulnerables u oprimidos. ¿Sucede lo mismo en el ámbito jurídico?

Sí. El delito de odio es una protección específica que se crea a partir de reivindicaciones de grupos vulnerables, principalmente racializados. En Estados Unidos se creó para comunidades negras o judías y en Europa en la misma línea. Se reivindican desde ahí, se construyen como una garantía, como una protección específica para grupos que están en una situación de desventaja, con la idea de acabar con esa desigualdad social. Sin embargo, ahora estamos viendo cómo el poder político utiliza los delitos de odio para proteger precisamente a la gente que está en lugares de poder desde donde se reproducen las desigualdades sociales. Por eso hemos podido ver que se le ha imputado a gente un delito de odio por atacar a la Policía, a grupos nazis o al mismo rey.

Los delitos y el Derecho Penal, por ejemplo, son herramientas del poder que permiten seguir sosteniendo desigualdades, y cuando jugamos con estas herramientas casi siempre lo hacemos con una mano en la espalda. Se manejan muy bien desde el poder, precisamente, para oprimir. Por lo tanto, es difícil que sean emancipadoras y liberadoras. Todo lo que siga esta lógica de castigo va a ir en contra de los grupos oprimidos.

Pastora Filigrana. (Oskar MATXIN EDESA/FOKU)

¿Qué herramientas pueden ser más útiles?

Desde algunos sectores se reivindican modelos de justicia restaurativa. Es decir, un modelo de justicia en el que las personas que han sufrido una discriminación, una vulneración racista o cualquier otra cuestión discriminatoria, sean reparadas. Significa que la herramienta de la que nos dotemos, que tampoco es que tengamos diseñada la herramienta del futuro, ponga en el centro la reparación de la víctima.

El delito de odio es una protección específica que se crea a partir de reivindicaciones de grupos vulnerables, principalmente racializados. En Estados Unidos se creó para comunidades negras o judías y en Europa en la misma línea

 

El Derecho muchas veces está pensado para el castigo del culpable, pero se olvida de las necesidades de la víctima. A menudo, las víctimas necesitan ser sanadas y reparadas, y que de verdad se asuma una responsabilidad por parte del agresor y de la comunidad, que se vea no como un problema de una persona contra otra, sino como un problema de una comunidad que es estructuralmente racista.

Ha explicado que los discursos de odio sostienen al sistema. Sin embargo, están penados.

Los delitos de odio están sancionados y penados gracias a la lucha de los grupos vulnerables. Pero no vamos a acabar con ellos únicamente por la vía del Derecho, porque esos discursos de odio realmente lo que tratan es de justificar que hay gente que no es humana del todo y no merece los mismos derechos que el resto. La realidad práctica de la ordenación económica de hoy es que coloca a un gran número de personas en situaciones desde las que no pueden acceder a los derechos en igualdad de condiciones.

Es decir, los discursos de odio vienen a justificar ideológicamente cuestiones materiales que ya están sucediendo y hacen que haya gente que valga menos. Mientras no revirtamos esa ordenación injusta de la sociedad y la economía, y siga habiendo personas que valgan menos en lo que respecta al acceso a los derechos, no vamos a terminar con los discursos de odio.

Las mujeres gitanas no acceden a muchos foros en los que se tratan este tipo de cuestiones. ¿Cómo afecta este hecho al debate en torno a los discursos de odio?

Sin escuchar la voz un grupo importante de personas que están sufriendo los discursos de odio, posiblemente las conclusiones a las que se llegue sean sesgadas o no sean completas del todo. Y, sobre todo, se sesgan las soluciones. Los discursos de odio son la manifestación de una sociedad desigual y si no tienes un análisis certero de cómo funcionan, no vas a poder poner las soluciones acertadas sobre la mesa. Para eso hay que escuchar las voces de las personas que están sufriendo el discurso de odio, porque padecen toda una serie de discriminaciones cotidianas.

¿La izquierda responde adecuadamente a las demandas antirracistas?

La realidad es que no. Obviamente, la izquierda es mayoritariamente blanca y culturalmente blanca. La izquierda institucional tiene una procedencia de clase media y blanca. Y en la de base, hay también clase trabajadora y demás, pero en este país normalmente han sido personas blancas. No es hasta las últimas dos décadas que viene mano de obra migrante y que la población gitana empieza a tener roles en los espacios públicos, sobre todo porque hay una generación de personas gitanas que ya acceden a estudios universitarios. Es ahora cuando la izquierda puede entender que el antirracismo también es lucha anticapitalista.

Aun así hay sectores de la izquierda que se resisten y mantienen que el antirracismo rompe la lucha de clase. No se puede entender el capitalismo y la explotación de las personas sin entender cómo opera el racismo, cómo la mano de obra y las materias primas, es decir, los recursos y el trabajo, se reparten desde la óptica del racismo, jerarquizando a las personas a partir de la raza.

¿Quienes son los monstruos devoradores de vidas que ha mencionado en la charla?

El capitalismo, llamado hoy neoliberalismo. También los tenedores o los propietarios de la inmensa mayoría de la riqueza del mundo, que tienen una gracia tremenda para seguir acumulando riqueza, aunque esto suponga la sobreexplotación de los recursos de la naturaleza y las personas. Cada vez más personas, cada vez más recursos, cada vez más materias primas... Es una acumulación sin límites.

Este asunto hay que abordarlo desde una óptica muy amplia, para ver cómo todas esas violencias se entrecruzan para devorar vidas, tanto vida natural como vida humana. Porque para que estos niveles de acumulación de riqueza se puedan mantener, se necesita, literalmente, devorar vida en todos los sentidos.