Por primera vez desde 2017, en los sanfermines no existe un espacio dedicado a la diversidad cultural de la ciudad. Los colectivos que trabajan con las diferentes comunidades de migrantes reivindican que son el 16% de la población iruindarra y denuncian que el equipo de gobierno no les ha escuchado siquiera. Denuncian que las condiciones que les habían impuesto eran inasumibles e, incluso, degradantes.
Según explica Eglée Torres, portavoz de estos colectivos, en 2017 comenzaron a reclamar un espacio que les representara. «Pedimos la incorporación de la diversidad a las diferentes estructuras que tenían los sanfermines. Nunca pedimos un espacio para nosotros solos. Creemos que se debía integrar la diversidad en la fiesta y no un elemento más. Pedíamos que se integrara una hora de diversidad en los bailes de la plaza la Cruz, en los actos que se hacen en la plaza del Castillo, en Antoniutti, en el Bosquecillo..., en todos los espacios habilitados para la fiesta», señala.
En 2017 les concedieron un pequeño espacio frente a los feriantes en Antoniutti. Eran solo dos txosnas. «Estábamos felices, era un primer paso», destaca. Les tocó compartir espacio junto a Gora Iruñea!
En esta primero ubicación, el Ayuntamiento les exigió colocar el sonido y gestionar las atracciones musicales. Además, tuvieron que responsabilizarse de las acometidas de agua y luz y de las bajantes de aguas reciclables. Al año siguiente, se realizó un planteamiento similar, pero les ampliaron el espacio a cinco txosnas, que se dividieron por países de origen.
Torres recuerda que esos espacios se lograron tras procesos de negociación y diálogo con el Ayuntamiento.
En 2019, en cambio, desde el Ayuntamiento les pidieron que funcionasen con foodtrucks. Cada uno de estos foodtrucks tuvo que pagar unos 19.000 euros. Además, les pusieron multas por uso indebido del agua, a pesar de que avisaron de que los foodtrucks no estaban diseñados para conectarse a la red de agua circulante. «Nos dejaron funcionar. Hicimos una adaptación con los termos exteriores, pero no podíamos lavar con pedal. Lo hacíamos con una manguera. Nos dijeron que sí, nos lo aprobaron. Pero cuando terminó sanfermines nos multaron a todos», relata.
Expulsados de Antoniutti
Llegó la pandemia y se suspendieron los sanfermines. Las fiestas se retomaron en 2021 y se convocó una Mesa de los Sanfermines con carácter meramente informativo. «Ustedes, taca. Ustedes, taca; y ustedes, taca. Ya estaban tomadas las decisiones por parte del Ayuntamiento. Sin diálogo ni nada. Ha sido el carácter que ha tenido el Ayuntamiento en esta legislatura. No han tomado en cuenta a la gente, sino que han tomado sus decisiones en función de lo ellos creen que es lo conveniente. Y tú verás si te las arreglas», señala.
Recuerda que en la anterior legislatura (2015-2019), los técnicos de Cultura se reunían con las asociaciones de la diversidad fuera de su horario para explicarles las cuestiones y solucionar los problemas que pudieran surgir. «Venían y se llegaban a consensos. No en las oficinas de Cultura, sino en los espacios de diversidad».
En 2021, les dijeron que debían marcharse de Antoniutti. Les dieron tres razones: la descentralización, el ruido y que les habían usurpado el espacio a los feriantes. Torres destaca que nunca tuvieron un problema con los feriantes y que en Antoniutti cabían todos.
Rechaza también el argumento de la descentralización, «porque a los únicos que sacaron fueron Herri Sanferminak y a los grupos de la diversidad, que son los grupos sociales».
Torres critica al Ayuntamiento, dirigido entonces por Enrique Maya, porque les etiquetó como «el brazo armado de EH Bildu», una acusación que rechaza. «Yo soy apolítica. No te voy a decir que no tengamos nuestras simpatías políticas, pero si ejerces un cargo de función como nuestras asociaciones, que son de amplio espectro, no puedes identificarte con un partido político. Nos ubican en medio de una pugna política, entre UPN y EH Bildu, entre la izquierda y la derecha, sin merecerlo», explica.
Presentaron mociones en el Ayuntamiento reclamando que se les devolviera al espacio de Antoniutti. Fueron aprobadas, pero no se les devolvió el espacio.
Torres se queja también de que desde el equipo de gobierno de Navarra Suma se les comunicó que el espacio de Antoniutti no era para ellos, «porque era para los de siempre». «Eso se llama discriminación racial, eso se llama xenofobia, eso es estar en contra de la integración cultural y que nos ven como distintos aunque llevemos 17 años viviendo acá, tengamos la nacionalidad y estemos trabajando acá», subraya.
«Nos hemos sentido humillados y discriminados ante las medidas del Ayuntamiento», denuncia. «Al final, una cosa que comenzó en Cultura acabó siendo trasladada a Seguridad Ciudadana. Es un concepto muy preocupante. ¿Por qué Seguridad Ciudadana? Estamos hablando de colectivos populares y del tejido social de una ciudad. En nuestro espacio nunca hubo ni una pelea», insiste la portavoz.
De Antoniutti les enviaron a Trinitarios y a Herri Sanferminak a la Runa. En 2023, a la diversidad cultural se le quiso enviar también a la Runa.
«Pero no es la Runa, es un foso de la Runa. Era una bajada, junto a un pipicán. Donde no nos iba a ver ni el Teto. ¿No es esto una discriminación? ¿No es esto una burla?», se indigna.
Torres subraya que no se ha descentralizado ni la plaza del Castillo, ni el Bosquecillo ni la Taconera. «Pero si lo que han hecho es centralizar todo en la plaza del Castillo. Pusieron unas barras que no cumplieron nunca la normativa sanitaria y con precios que no eran populares, convirtiendo la plaza en un basurero. Se lo dije a Maya en la última reunión que hizo, en diciembre. Pero solo se oye a sí mismo, no oye el clamor de la gente. Para él, eso fue un exitazo. Lo que ha hecho con las peñas ha sido dantesco».
Exigencias incumplibles
El lugar impuesto a los colectivos de la diversidad no es solo que sea malo y escondido y en el que no se les permitía colocar un escenario, sino que exige una muy alta inversión para acondicionarlo. «Es un platero». Les pedían 2.000 euros de fianza, contratar un seguro de 300.000 euros por puesto y pagar una tasa de suelo. Todo ello, además de las tasas por el suelo, de aguas y el control de decibelios. Pero la cláusula que les sacó de quicio fue que se debían hacer responsables del daño del arbolado. «¿Cómo vamos a ser responsables de la gente loca que en sanfermines pueda hacer daños a los árboles? ¿Cómo vamos a ser responsables de los muchachos que hagan vandalismo por ahí?», pregunta, destacando que son un colectivo que agrupa a asociaciones sin ánimo de lucro.
La falta de escenario les impedía organizar muchas actividades. «¿Quién va a ir hasta allí para estar comiendo al lado de un pipicán?», cuestiona.
«Queremos que haya una solución para que tengamos una visibilidad que nos han quitado. Somos de esta ciudad y queremos participar en esa fiesta», reclaman. De cara al año que viene, pretenden presentar un proyecto para recuperar el espacio de Antoniutti.
No quieren que se les vea, pero toda esa gente está. Muchos, trabajando como mulas en sanfermines, porque migrar no es fácil.. Y no es que estén, es que son de aquí. Las fiestas son sus fiestas. Cuando piden un espacio no piden nada que no sea ya suyo.