Mirarse al espejo
Si observamos los resultados electorales, es cierto que las instituciones vascas todavía resisten a la preocupación que reflejan en el Estado español o francés. En la calle, los pueblos y barrios del país cuentan con un tejido social en el que se percibe el espíritu crítico, y los diferentes movimientos construyen la vida comunitaria. Incluso, ante el panorama mediático global que se rige en gran medida por la hegemonía de los mass media, se desarrollan resistencias y alternativas a este modelo. Pero la corriente europea o global reaccionaria ha encontrado en los movimientos ultras de todo el globo un poderoso instrumento de aglutinación política y propaganda, y Euskal Herria no es inmune a su impacto.
En lo que llevamos de verano, hemos visto insultos al Alarde mixto de Irun, censura en la Herriko Taberna de Iruñea y a cuatro gatos pardos haciendo ruido en la plaza de toros al grito de «Que te vote Txapote». A ello se suma la proliferación de policías autonómicos militaristas y corporativistas y su compadreo con empresas ultras como Desokupa. «Si se pone feo el tema, nos pegáis un toque», le espetaban al cabecilla de la empresa agentes de la Ertzaintza durante un desalojo en Abadiño. Tampoco hace falta indagar mucho en redes para encontrar a cualquier agitador reaccionario despotricando contra el feminismo o cualquier tipo de impuesto al tiempo que alienta a invertir en criptomonedas. No sé si hemos vuelto a los años 30, pero que la reacción ultra la abanderen usuarios propensos a caer en la estafa piramidal más disparatada corrobora la ya desgastada frase de que la historia se repite «primero como tragedia, luego como farsa». «Y ahora como meme», apostillaba algún twittero.
Lo estamos viendo en campaña, es difícil explicar tus propuestas de corte neoliberal y en favor de las élites mientras adoptas una pose de rebeldía ante el sistema y en beneficio de los derrotados por la globalización. Por eso la extrema derecha en estas elecciones apuesta por colar el mensaje, el tono y el enfoque del debate, y los años venideros se presentan complicados con un marco tan derechizado. Las tendencias son globales pero los escenarios de batalla son diversos, nacionales, locales, vecinales… Alejarse de ilusiones engañosas y autocomplacientes será esencial, así como aprovechar todas las herramientas para no caer en el derrotismo, ya sea en Iruñea, Abadiño o Madrid.