Daniel   Galvalizi
Periodista

Sánchez y Díaz confían en la remontada frente a las amenazas de Feijóo y Abascal

La campaña acaba con los dos bloques más enfrentados que nunca. La izquierda logra cambiar el guion al final mientras el líder del PP intenta desmarcarse de un Vox radicalizado, aunque ambos advierten que derogarán y cancelarán. A las urnas ante el hito de volver a tener ultraderecha en el Gobierno.

El cierre de la campaña de Pedro Sánchez, en Getafe (Madrid).
El cierre de la campaña de Pedro Sánchez, en Getafe (Madrid). (Javier Soriano | AFP)

«Peeeerro, Peeeeerro» vitoreaban al candidato del PSOE los simpatizantes en Getafe. Fiel a su estilo de Ave Fénix, el presidente del Gobierno ha dado vuelta la campaña electoral en los últimos días, tras tener un comienzo calamitoso. Entre esos recursos que supo utilizar Ferraz es resignificar el insulto de ‘Perro Sanxe’ a su favor.

De hecho, este viernes, último día de campaña, la cuenta oficial del presidente cogía con audacia el guante: era el día mundial del perro, una oportunidad para bromear sobre sí mismo y generar conversación en redes sociales, llegando a esos nichos que rehuyen de los medios tradicionales. Dicho y hecho: en apenas dos horas, la foto de Sánchez con dos cachorros diciendo ‘Ffeliz día mundial del perro’ tenía cuatro millones de visualizaciones. Un día después tenía ocho millones.

Así son las campañas modernas y Ferraz lo sabe. Lo que les jugó en contra la semana anterior ha ido a favor en el sprint final: la concatenación de errores y tropiezos de Alberto Núñez Feijóo pusieron a Génova frente a un momentum horribilis que no pudo torcer. Cada aclaración significaba un mayor hundimiento.

Ciertas frases del líder del PP a veces han dado para pensar que lo suyo ya era materia de psicología por el nivel de autoboicot. La descalificación sin sentido sobre el maquillaje a la vicepresidenta y rival Yolanda Díaz, las equivocaciones geográficas (colocó verbalmente a Huelva en el Mediterráneo) y la admisión de que sabía que Marcial Dorado era contrabandista pero no narcotraficante cuando paseaban juntos en un barco son goles en contra que entrarán en la historia académica de los estudios de campaña electoral.

El giro de guion

En el debate cara a cara en la TV privada Atresmedia que fue hecho a medida de la crispación y para el morbo de la audiencia (en detrimento de propuestas y altura de miras democrática) Sánchez no pudo evitar mostrarse como lo que es: un ser humano. Como tal, tiene malos días y puede ser devorado por los nervios y el estrés. No sólo en el debate sino en más de un mitin (en el acto en Donostia también se lo vio nervioso y con inusuales errores en la oratoria). Pero la política es un eterno zig-zag y al PSOE aguardaba una revancha.

La política es un eterno zig-zag y el PSOE aguardaba una revancha; Núñez Feijóo ha patinado en la segunda semana. Cambio de corrientes, sí. ¿Remontada? Veremos

 

La entrevista de Feijóo frente a la periodista emblema de la semana, la vizcaina Silvia Intxaurrondo, de RTVE –en la que ella respetuosamente le señaló que estaba mintiendo sobre la revalorización de las pensiones– y la insistencia del candidato, con mirada penetrante exigiendo a futuro una disculpa, marcó un antes y un después que luego fue profundizado por la ausencia vergonzante del líder de la oposición en el debate realizado en la TV pública el miércoles pasado.

Feijóo tuvo en contra que compite en generales en tiempos en que el poder de lo audiovisual es abrumador. Momentos como los tuvo (la detección en directo de su bulo) luego se viralizan por millones en las redes sociales (muchas veces editado con insidia, lo que profundiza el impacto emocional). Las cuatro mayorías absolutas y los grandes medio gallegos (y un dominio férreo de CRTVG, la TV pública de Galiza) quizás lo han malacostumbrado.

¿Esto significa que hay remontada? De ninguna manera. Pero sí hubo un cambio de corrientes en la campaña. La marea dejó de ir a favor y pasó a estar en contra del PP. Imágenes publicadas y viralizadas como las de la ciudad madrileña de Galapagar, con un camión municipal llevándose los bancos de plaza pintados con la bandera LGBTIQ como parte del pacto municipal entre los ‘populares’ y la ultraderecha, quizás produzcan una sangría de votos que Génova no calculó del todo. Es un triste recordatorio de los peligros que entrañan que quizás asuma el primer Consejo de Ministros con personas de extrema derecha desde la Transición.

La ministra de Trabajo, por su parte, fue un alfil clave en la remontada (al menos simbólica y emocional) de la izquierda. Su impactante discurso en el mitin de Madrid a comienzos de semana en el que vocifera en medio de una ovación de pie el pedido de explicaciones a Feijóo por su amistad con un narcotraficante fue el acto de osadía que hacía falta para torcer la desmotivación.

Díaz comenzó la campaña presa de sí misma: construyó para desmarcarse de Podemos una estética calibradamente amistosa y refrescante, retiró de sus discursos toda crítica a los medios y se limitó al lenguaje propositivo. La segunda mitad de la campaña ha enseñado una mezcla de ambas fases: la nueva y la vieja Yolanda. La sindicalista de CCOO oriunda de Ferrol con la lideresa ambiciosa y vicepresidenta moderada.
    
Fin de campaña optimista

Los números que encuestadores dicen frente y fuera de micrófono son desalentadores. La última fuente consultada de un alto cargo de Metroscopia asegura que sería algo sorprendente que la suma de PP y Vox no esté en la horquilla de los 180 diputados y que la participación electoral supere el 70 por ciento.

Pero este viernes, en plena prohibición de nuevas encuestas, tanto el PSOE como Sumar comenzaron a filtrar que los datos que no se pueden publicar empiezan a plasmar la remontada. También señalaron lo mismo en redes sociales varios consultores y analistas electorales (progresistas).

La más enfática al respecto fue una vez más la candidata de Sumar: «Cambió todo esta semana, de verdad, os lo digo de corazón, podemos ganar. No soy una gran entusiasta, os lo digo con datos. Cambió esta semana con el narco de Feijóo, con el debate a tres y sus mentiras. Se ha alterado ese bloque. Por eso algún encuestador conocido está cambiando de posición. Os pido un esfuerzo final, porque sí podemos hacerlo. De corazón. Creed que podemos ganar porque es así».

En el parque Tierno Galván del sur madrileño y ante una multitud (desde Sumar afirmaron que había 4.000 personas y que al acabar la noche, convertido el mitin en festival, llegaron a casi 8.000), Díaz pidió el voto «a la juventud de este país» y le prometió que «los que van a pasar apuro son los de arriba» porque va a impulsar un «avance en democracia económica».

La campaña acaba con un gesto de concordia entre Díaz y Montero, aunque el tema la lastró desde el inicio

 

Citando los exabruptos de Feijóo, fue contundente: «PP y Vox son lo mismo, sus ideas son las mismas, vienen del mismo sitio, que no os engañen». Previamente habló en el escenario la secretaria general de Podemos, que reivindicó la gestión de Irene Montero en Igualdad ante la ovación de los candidatos y los simpatizantes. La campaña acaba con un gesto de concordia entre las izquierdas.

Unos 40 kilómetros al sur, el líder del PSOE encabezaba un también masivo mitin de cierre en Getafe, una ciudad del cinturón rojo madrileño con 181.000 habitantes y de las pocas que los socialistas lograron mantener con gobierno propio. «Este domingo va a ganar el avance y va a perder el frenazo, va a ganar la verdad y perderá la mentira. Será la victoria de la cultura frente a la censura, de la ciencia contra los antivacunas», afirmó.

En un discurso con tono de despedida, reflexionó: «Hemos hecho la mejor campaña. Nos caímos y nos levantamos, y pedaleamos contra reloj y cruzamos todas las metas volantes y subimos todos los puertos y nos quedan unos metros para el sprint final. Y vamos a ganar las elecciones. Hasta el último voto, hasta la última pedalada, y las vamos a ganar rotundamente».

Por su parte, Feijóo cerró la campaña en A Coruña, a contramano de lo que suelen hacer los líderes del PP, en un mitin al aire libre cerca del Atlántico y lleno de banderas españolas, algo muy poco usual en la derecha gallega. «España podrá avanzar sin romper la unidad de la nación. Prometo que quiero llegar [a Moncloa] solo ganando las elecciones, que es como se llega a la presidencia de nuestro país, no perdiendo. No tengo deudas ni pactos con nadie», dijo el candidato, olvidándose que el Estado español no es un sistema presidencialista sino de mayoría parlamentaria.

Feijóo cerró en Galicia pero con muchas banderas españolas, y Abascal, en la Plaza Colón y con ‘Que ve vote Txapote’

 

El expresidente de la Xunta llamó a «salir de las coaliciones vergonzantes» del PSOE con los soberanistas, reivindicó sus advertencias de derogación de varias leyes, como la Ley Trans y pidió a los votantes «encarecidamente» que acudan a votar.

En tanto, Santiago Abascal tuvo su cierre en Plaza Colón, se burló de la vicepresidenta con gestos faciales, aplaudió a los simpatizantes cuando corearon ‘Que te vote Txapote’ (dijo que lo apoya porque es un cántico que «nació del pueblo», aunque es un invento de Díaz Ayuso) y amenazó con más censura en la cultura.

«Se escandalizan porque cancelamos las agendas culturales que tenían programadas en los municipios. ¿Pero qué esperaban? Nosotros en el poder hacemos lo que quieren los que nos votaron. Les digo que los hemos cancelado y que los vamos a cancelar, no tengan duda», aseveró.

La UE observa con atención. Y una paradoja: puede perder las elecciones el gobierno de la economía que más crece

 

Este domingo 37 millones de españoles tienen en sus manos marcar el rumbo de mucho más que un gobierno. También la Unión Europea observa con atención si su cuarta mayor economía sigue los pasos de Italia y es cogobernada por la extrema derecha antieuropea y negacionista del cambio climático. La mayor paradoja: perdería las elecciones el gobierno que tiene la economía que más crece de la zona euro, de las que más empleo genera y con la menor inflación.