Iñaki  Iriondo
Cronista político

El PNV llega en mala racha a la víspera de afrontar o postergar importantes relevos

Los resultados del PNV no están siendo buenos en las tres últimas elecciones y, en ese contexto, debe decidir si adelantar o no las elecciones autonómicas de 2024, si Urkullu repite para un cuarto mandato, y luego llega el proceso interno de elección del EBB y las direcciones territoriales. 

No todo fueron caras largas en Sabin Etxea la noche del domingo.
No todo fueron caras largas en Sabin Etxea la noche del domingo. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

El PNV tiene que afrontar en 2024 el cambio, o no, de su estructura directiva, desde el EBB a las direcciones territoriales, y antes tendrá que decidir si presenta a Iñigo Urkullu como candidato a lehendakari por cuarta vez. Pero el tándem Ortuzar-Urkullu, que en 2020 aparecía como una fórmula ganadora después de haber ido acumulando el mayor poder institucional para los jeltzales, ha visto que en estos cuatro años las tornas han cambiado.

En teoría las elecciones autonómicas de la CAV deberían celebrarse en julio del año que viene, aunque se ponía como fecha más probable el 9 de junio coincidiendo con los comicios al Parlamento Europeo. Pero ya han comenzado a surgir voces que ponen sobre la mesa la posibilidad de un adelanto a otoño de este año.

Sea así o no, el PNV debe tomar una decisión trascendental. ¿Repetirá o no con Iñigo Urkullu? Si hubiera un adelanto, sería difícil encontrar un relevo a un candidato ya consolidado como el actual lehendakari. Si se cumplieran los plazos y hubiera voluntad para ello, el PNV podría intentar proyectar otra candidatura.

Pese a que Iñigo Urkullu sea todavía un buen cartel, no cabe olvidar que en las pasadas elecciones autonómicas de 2020 perdió casi 50.000 votos. Sabin Etxea lo atribuyó a la gran abstención provocada por la pandemia, pero en las mismas condiciones EH Bildu subió 25.000 papeletas.

Es más que probable que sea el propio Iñigo Urkullu el que tome la decisión de seguir o no y que no haya nadie en el EBB ni en su entorno que cuestione su criterio. En todo caso y visto desde fuera, no parece ser la figura que pueda reilusionar al electorado jeltzale, aunque por sus características puede servir como refugio a un voto conservador. 

Elección del EBB

Andoni Ortuzar fue reelegido como presidente del EBB en diciembre de 2020 también en un contexto de pandemia, por tercer mandato consecutivo y por unanimidad. Ríanse de los congresos a la búlgara. El próximo proceso interno en el PNV debe darse en 2024.

El propio Andoni Ortuzar ha planteado la necesidad de abordar un proceso de relevo generacional y, en cierta medida, de mayor paridad. Un cambio que en parte se ha dado en las pasadas elecciones municipales y forales, aunque probablemente no salió tan bien como esperaban. Más parece que, en todo caso, esos resultados no fueron achacables a los candidatos y las candidata o sino a la fatiga de materiales de la propia sigla.

También debe afrontar qué hacer con sus direcciones territoriales. En Araba, después de que el cambio de Gorka Urtaran por Beatriz Artolazabal como candidata a la Alcaldía de Gasteiz se saldara con el PNV en el cuarto lugar en la capital, el presidente del ABB, José Antonio Suso, habló de poner su cargo a disposición de la afiliación. De inmediato Pedro Sánchez convocó de nuevo a las urnas para este pasado domingo y todo aquello quedó aparcado. Pero ahora el PNV ha empeorado sus resultados y ya es cuarta fuerza en toda la circunscripción.

En Gipuzkoa, a cuyo frente Joseba Egibar parece instalado a perpetuidad, los resultados han sido también malos. Donde hasta hace poco ganaba es desde el domingo tercera fuerza. Las elecciones forales y los cinco escaños que Maddalen Iriarte le sacó de ventaja a Eider Mendoza fueron un aviso no atendido.

En la Diputación de Gipuzkoa, en Durango, en Gernika, en Bastida..., allí donde el PNV ha dado la impresión de estar dispuesto a todo para echar a EH Bildu, el electorado parece haber castigado a los jeltzales.

Por cierto, los resultados de Araba y Gipuzkoa le han llevado al PNV a perder su grupo en el Senado y habrá que ver dónde se refugia.

No lo tiene fácil el PNV

La máxima ignaciana dice que «en tiempo de tribulación no hacer mudanza». Aún así, quedarse quieto puede ser peor para el partido. Pero ¿cambiarlo todo a la vez?

Entre tanto, empiezan a emerger en las redes sociales las críticas a Andoni Ortuzar y acompañantes. En un partido tan disciplinado como el PNV eso ya resulta significativo. Entre tanto, su discurso oficial puede seguir culpando de sus males ayer a la abstención y hoy a la polarización. Las mismas que también afecta a otros que, sin embargo, crecen en votos elección tras elección.