Txente Rekondo
Jenin

Un faro de esperanza e inspiración en Jenin

El Teatro de la Libertad tiene su sede en el campo de refugiados de Jenin. Desde su apertura en 2006, ha puesto la interpretación y las artes al alcance de la juventud, dando a conocer la realidad del campamento y formando una generación de artistas y líderes.

Entrada al Teatro de la Libertad del campo de refugiados de Jenin, en la Cisjordania ocupada.
Entrada al Teatro de la Libertad del campo de refugiados de Jenin, en la Cisjordania ocupada. (THE FREEDOM THEATRE FACEBOOK)

El Teatro de la Libertad está inspirado en las actividades que desarrolló la activista Arna Mer-Khamis durante la primera intifada. Era una judía antisionista casada con un árabe cristiano y miembro del Partido Comunista, que durante la primera intifada puso en marcha un proyecto para desarrollar un sistema educativo alternativo para los niños y niñas palestinas cuyas escuelas fueron cerradas por la ocupación israelí.

Care & Learning abrió centros educativos/culturales para proporcionar a los menores un oasis de tranquilidad, aprendizaje y creatividad que compensara la dura experiencia derivada de la ocupación militar.

Galardonada por su trabajo con el Right Livelihood Award (el Nobel alternativo del Parlamento sueco), dedicó el premio para crear un pequeño teatro en Jenin, el Teatro de las Piedras, semilla de lo que ahora es el Teatro de la Libertad.

En el discurso de aceptación del galardón, Mer-Khamis señaló que «en esta tierra se sembraron las semillas del racismo y el sufrimiento, las guerras y la muerte, y el dolor. Una nación entera se nos presenta desprovista de derechos humanos, donde los niños crecen rodeados del imaginario de soldados, piedras y fusiles. Están asustados, están amenazados, son vulnerables. Y sus gritos de sufrimiento son ahogados por altavoces que gritan ‘ley, orden, seguridad y progreso’».

«Traté de rasgar el velo de la hipocresía y el crimen, amontonados como basura en las calles de Jenin y su campo de refugiados. Hemos formado la organización ‘En Defensa de los Niños bajo ocupación/ Cuidado y Aprendizaje’; a cambio, hemos recibido el mayor premio de todos: sus sonrisas, su confianza, su amistad, todo lo cual ha servido para engendrar una nueva relación humana entre judíos y árabes. La única base para una paz real», añadió.

«¡La paz y la libertad están unidas!»

¿Más adelante, en una entrevista, señaló que «la intifada, para nosotras y para nuestros hijos, es una lucha por la libertad. A nuestro proyecto infantil lo llamamos ‘Aprendizaje y Libertad». No son solo palabras, son la base de nuestra lucha. No hay libertad sin conocimiento, no hay paz sin libertad. ¡La paz y la libertad están unidas!».

Uno de sus hijos, Juliano, le acompañó en el proyecto y tras la muerte de Arna Mer-Khamis, en 1996, y el cierre del teatro en la ofensiva israelí de 2002, dirigió el documental “Los niños de Arna” (2004), en el que cuenta la historia de algunos de los niños que participaron en la iniciativa artística de su progenitora y que luego, durante la segunda intifada, fueron perseguidos, encarcelados y ejecutados por las fuerzas de ocupación israelís.

Youssef y Nidal murieron en un ataque suicida en Hadera; Ashraf murió por disparos del Ejército israelí en la batalla de Jenin; y Ala, que se convirtió en líder de la resistencia, murió en un ataque de Israel.

Zakaira Zubeidi también fue uno de los niños de Mer-Khamis. En su casa se construyó el Teatro de las Piedras, y su madre, Samira, colaboró estrechamente con ella. Es uno de los pocos supervivientes de los niños del teatro de la segunda intifada y se convirtió en un líder referente de la resistencia. A su madre y a su hermano los mató el Ejército israelí, y él tuvo que esconderse y escapar de los intentos sionistas por acabar con su vida.

En 2006, junto al activista sueco Jonatan Stanczak y a Juliano Mer-Khamis, puso en marcha el Teatro de la Libertad. Pese a su paso posterior por diferentes prisiones, Zakaira siguió aportando su trabajo en torno al teatro y volvió a ser protagonista en 2021, cuando con cinco compañeros llevó a cabo una espectacular fuga de la prisión militar de máxima seguridad israelí de Gilboa.

Juliano Mer-Khamis señaló antes de morir en 2011, en un atentado tras el que se intuye la mano sionista, que «lo que hacemos en el teatro no pretende ser un sustituto o una alternativa a la resistencia palestina en la lucha por la liberación, todo lo contrario. Esto debe quedar claro. Nos unimos, por todos los medios, a esa lucha, que es nuestra lucha de liberación. No somos curanderos. No somos buenos cristianos. Somos luchadores por la libertad. La tercera intifada será cultural».

Espacio artístico vital

El Teatro de la Libertad se encuentra en el centro de un laberinto de calles cubiertas de grafitis y carteles en el campo de refugiados de Jenin. Esta vibrante comunidad artística ha realizado giras por todo el mundo, atrayendo la atención internacional a uno de los campos de refugiados en Palestina más duramente atacados.

Además de en una formación de actores profesionales, también trabajan la formación en cine, fotografía, comedia y escritura. Se ha convertido en un espacio vital para que los niños jueguen, creen e imaginen lejos del trauma de la ocupación, con actividades y actuaciones durante todo el año.

Sus responsables aseguran que «aunque se centra en el teatro y las artes visuales, no adoptamos una posición neutral sobre el tema del apartheid, la colonización y la ocupación militar israelíes. Tampoco hacemos la vista gorda ante las violaciones internas de los derechos humanos, en particular, los derechos de las mujeres y los niños. Para los oprimidos, las artes siempre han sido una poderosa herramienta de liberación. Para nosotros, los palestinos, la expresión artística es una parte integral de nuestra búsqueda de justicia, igualdad y libertad. Nuestra visión es un movimiento de resistencia cultural en el centro de una sociedad palestina libre y crítica. A través de la resistencia cultural, tenemos como objetivo formar a una nueva generación que sea capaz de desafiar todas las formas de opresión».

Durante estos años se ha formado también a cientos de jóvenes y se han representado decenas de obras ante decenas de miles de personas tanto en los campamentos de refugiados como en el ámbito internacional.

En 2013, el Teatro de la Libertad produjo “The Island”, una obra sudafricana sobre dos reclusos durante la época del apartheid que fue adaptada al contexto palestino. La obra «refleja las experiencias de los presos políticos palestinos y los abusos dentro del sistema penitenciario israelí. También destaca los paralelismos entre la Sudáfrica del apartheid y la Palestina actual: la separación, la negación de los derechos humanos y políticos básicos, la discriminación y la opresión, que es evidente en innumerables aspectos de la vida cotidiana», explicaron sus autores. La obra se representó en Jenin y se realizó una gira por Suecia, Brasil y Estados Unidos.

Festival de Teatro Feminista en setiembre

Para el próximo mes de setiembre, entre los días 16 y 21, se ha organizado el Festival de Teatro Feminista. Según sus impulsores, «el certamen tiene una importancia inmensa como plataforma para artistas feministas en el corazón del campamento de Jenin, en la Palestina ocupada. Al amplificar sus voces y fomentar un sentido de comunidad, nuestro objetivo es impulsar un cambio social positivo. A través de actuaciones poderosas y debates que invitan a la reflexión, aspiramos a crear conciencia sobre la igualdad de género y contribuir a una industria teatral más inclusiva y diversa».

La antorcha de la resistencia El Teatro de la Libertad es atacado continuamente, sus miembros han sido arrestados y encarcelados. En el reciente ataque israelí contra el campo de refugiados de Jenin, una joven integrante fue abatida por disparos de soldados israelís.

La mañana trajo la noticia de un ataque devastador contra el Teatro de la Libertad, donde un grupo de familias había buscado refugio en medio de la agitación. Las fuerzas de ocupación sionistas los atacaron cruelmente con misiles, destrozando sus esperanzas de seguridad.

El mensaje de la ocupación es claro: castigar el bastión de la resistencia popular en Jenin y proyectar una imagen de invencibilidad a la sociedad israelí cen relación a su destreza militar.

Mustafa Sheta, residente en el campamento de refugiados de Jenin, señalaba después de la última masacre israelí: «¿Lo que nos espera? Para mí, la respuesta es ‘nada’. Los intentos de la ocupación de erradicar la resistencia en Jenin no tendrán éxito, tal como fracasaron sus predecesores en 2002. Los edificios pueden derrumbarse, los automóviles pueden quedar reducidos a cenizas e innumerables personas pueden ser detenidas, heridas e incluso martirizadas. Sin embargo, estas acciones solo servirán para engendrar una nueva generación que llevará la antorcha de la resistencia transmitida por quienes los precedieron, como lo hacemos hoy y como lo harán nuestros hijos en el futuro. Es una búsqueda incesante, impulsada por la aspiración de recuperar nuestra tierra y restaurar la dignidad de cada ser humano».