Anush Ghavalyan - Siranush Sargysan

Nagorno Karabaj: cuando pan y compresas son artículos de lujo

Después del cierre el pasado diciembre de la única carretera que conecta Nagorno Karabaj con Armenia, la población del enclave se enfrenta a uno de los mayores desafíos existenciales de su historia. Para ellas es aún peor.

Tatev Azizyan, en un supermercado vacío en Stepanakert.
Tatev Azizyan, en un supermercado vacío en Stepanakert. (Anush GHAVALYAN - Siranush SARGSYAN)

Tatev Azizyan, una periodista de 28 años de Nagorno Karabaj, dice que le ha explicado a su hija de siete que ambas tienen que cambiar a «modo de ahorro de energía» para sobrevivir. «Algo de pan y rodajas de tomate y pepino, eso es todo lo que le puedo dar para el desayuno. Cosas como el azúcar o los huevos hace tiempo que desaparecieron de nuestra mesa», explica Azizyan desde su residencia en Stepanakert, la capital provincial de Nagorno Karabaj.

Ahorrar energía no es fácil cuando el transporte público lleva semanas sin funcionar por falta de combustible. Las eternas colas bajo el sol abrasador tampoco ayudan. «A menudo vemos a ancianos y personas discapacitadas desmayarse tras pasar horas en la fila solo para un kilo de patatas, o cuando las madres caminan con sus hijos en brazos al hospital», lamenta Azizyan. Es una de entre las 120.000 armenias y armenios actualmente bloqueados en Nagorno Karabaj. Hablamos de una república autoproclamada dentro de Azerbaiyán habitada por una mayoría armenia que persigue su independencia desde la disolución de la URSS.

El 12 de diciembre de 2022, un grupo de «ecoactivistas» respaldados por el Gobierno azerí cerró el corredor de Lachin, la única carretera que conecta el enclave con Armenia y el mundo exterior. Pedían detener la minería en la región. Aunque esta cesó dos semanas después, la carretera ha permanecido cortada. Armenia llevó a Azerbaiyán ante la Corte Internacional de Justicia y la Corte Europea de Derechos Humanos, pero Bakú hizo caso omiso de las sentencias que le conminaban a abrir la vía. En abril de 2023, los «ecoactivistas» fueron reemplazados por tropas azerbaiyanas cuando Bakú decidió, de forma unilateral, instalar un puesto de control en el corredor de Lachin.

En un comunicado emitido el 25 de julio, el Comité Internacional de la Cruz Roja –la única organización humanitaria internacional que opera en Nagorno Karabaj– denunció que los civiles de la población de Nagorno Karabaj se enfrentan a «la falta de medicamentos para salvar vidas y elementos esenciales como productos de higiene para bebés».

«A pesar de los esfuerzos persistentes, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) actualmente no puede llevar asistencia humanitaria a la población civil», subraya el informe.

RECIÉN NACIDOS EN RIESGO

Durante las últimas tres décadas, el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán ha resultado en una separación étnica prácticamente total de la población. Hoy no hay armenios en Azerbaiyán ni tampoco azeríes en Armenia. Cientos de miles de personas de ambos lados se han convertido en refugiados. Asfixiar a la población del enclave parece ser el último intento de Bakú de cerrar para siempre el conflicto más longevo desde la disolución de la URSS.

Las fuerzas de paz rusas se desplegaron en la región después de un alto el fuego negociado por Moscú que puso fin a una guerra de seis semanas en el otoño de 2020. No satisfecha con una victoria aplastante, Azerbaiyán ha impedido que las fuerzas de paz crucen el corredor desde el 15 de junio. EEUU, la UE, Rusia, Reino Unido y varios países europeos han pedido a Azerbaiyán que abra el corredor de Lachin para el tráfico humanitario y civil. Bakú ofrece una ruta alternativa a través de su territorio azerbaiyano que ha sido rechazada por los armenios de Nagorno-Karabaj por razones de seguridad. El 26 de julio, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, indicó que llevar suministros a través de Azerbaiyán no es una alternativa a la reapertura del corredor de Lachin. Este enfoque fue subrayado por el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, durante su última llamada al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.

Mientras tanto, la situación dentro del enclave se deteriora cada día que pasa.

«La tasa de mortalidad perinatal ha aumentado aquí debido a la falta de medicamentos, el estrés y la dieta desequilibrada. Tanto las madres como los bebés corren mayor riesgo», explica Vardges Osipov, director ejecutivo del Centro de Salud Materno Infantil de Stepanakert. Según el médico, «solo en julio, el número de abortos aumentó casi tres veces».

Autobuses parados por falta de combustible (Edgar KAMALYAN - Siranush SARGASYAN)

Alyona Grigoryan, madre de dos niños y embarazada de un tercero, es plenamente consciente de los peligros. Tras sufrir problemas durante su embarazo, permaneció bajo observación médica en el hospital de Stepanakert durante un mes y medio. Dice que el feto está a salvo, pero necesita una dieta equilibrada, vitaminas, así como medicinas que son imposibles de encontrar.

«Mi hijo de tres años tenía fiebre hace días. No conseguíamos medicinas y tuvimos que recurrir a medios tradicionales para bajarle la fiebre», explica la armenia. Habla de «desafíos adicionales» en lo que respecta al embarazo, pero también le preocupa la salud mental de sus dos hijos. «Con solo tres y seis años, ya saben lo que es la guerra y el bloqueo», lamenta la armenia.

La aguda escasez de productos de higiene personal para gestionar el periodo es patente en todas las tiendas de Nagorno Karabaj, algo que también les afecta solo a ellas. Organizaciones internacionales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas advierten de que la restricción a materiales sanitarios seguros y asequibles está relacionada con problemas de salud como la depresión o las infecciones.

La satisfacción de las necesidades de higiene de las mujeres y las adolescentes se considera un tema fundamental de derechos humanos, dignidad y salud pública en las sociedades avanzadas. Sin embargo, en una sociedad tradicional como la de Nagorno Karabaj, los temas relacionados con la salud sexual y reproductiva de las mujeres son un tabú que no se discute en público. Solo algunas de las mujeres entrevistadas por GARA defendieron su derecho a gestionar su menstruación con dignidad. Ninguna de ellas mencionó la falta de píldoras anticonceptivas o de elementos utilizados para prevenir enfermedades de transmisión sexual.

SIN FINAL A LA VISTA

El 26 de julio, el Gobierno de Armenia envió 400 toneladas de ayuda a los armenios de Nagorno Karabaj. Ereván confió entonces en que las fuerzas de paz rusas escoltaran los suministros de socorro. Sin embargo, el convoy fue bloqueado después de que el Ministerio de Exteriores de Azerbaiyán calificara la caravana de ayuda como «una provocación y un ataque a la integridad territorial de Azerbaiyán».

Colas del hambre en Nagorno-Karabaj. (Edgar KAMALYAN - Siranush SARGASYAN)

«Azerbaiyán busca doblegarnos o que abandonemos nuestra tierra privándonos de ayuda humanitaria e interrumpiendo deliberadamente infraestructuras vitales. Es un crimen que debe ser castigado por la comunidad internacional», denuncia Gegham Stepanyan, el defensor del Pueblo de Nagorno Karabaj, desde su despacho en el centro de la capital.

Los cortes de agua, luz y gas también son habituales. Armenia alimenta la infraestructura vital de la región, pero todas las líneas pasan por territorios controlados por Azerbaiyán. Depende de Bakú abrir y bajar la válvula de estos suministros vitales.

«Mi vida se ajusta a un cronograma de apagones continuos», explica Luiza Sargsyan. Esta adolescente de 16 años tiene que cuidar de Levón, su hermano de diez años. Ambos se quedaron solos en Stepanakert cuando sus padres tuvieron que desplazarse a Ereván (la capital de Armenia) para una operación quirúrgica antes de que se cerrara la carretera.

Los padres de Levón y Luiza esperan hoy en Goris –un pueblo armenio cerca de la carretera bloqueada a Nagorno Karabaj– hasta que finalmente puedan regresar a casa. Pero esa fecha sigue siendo una incógnita.

«Ni siquiera me atrevo a soñar con que las clases aquí se reanuden en septiembre…», asegura la adolescente. Habla de planes «a muy corto plazo».

«Hacer frente al bloqueo absorbe toda nuestra energía. Ese es el desafío diario», subraya.