Una sorda lucha por el control de las tierras raras
Las tierras raras son fundamentales para la construcción de motores eléctricos. Su extracción es un proceso muy complejo en el que China lleva años invirtiendo, lo que le ha permitido consolidar una posición de dominio que difícilmente perderá a corto plazo.
Los controles a la exportación de galio y germanio desataron los temores entre los países occidentales de que China podría bloquear las exportaciones de tierras raras, donde su dominio del mercado es abrumador. Las tierras raras son un grupo de 17 elementos con tamaños y pesos atómicos muy similares, fundamentales para la transición energética. Son livianos y se puede utilizar a temperaturas más altas que los imanes tradicionales, lo que los convierte en componentes esenciales de los motores eléctricos. Según la Agencia Internacional de la Energía, China controla el 87% de la capacidad mundial de refinado de estos elementos.
El principal escollo para romper el dominio chino es que el proceso de refinado de las tierras raras es «muy quisquilloso», en palabras de Kray Luxbacker, profesor de ingeniería geológica y minera de la Universidad de Arizona. Por lo general, estos elementos suele aparecer mezclados y al ser muy parecidos es necesario que sean extraídos uno por uno y en un orden específico. Para ello se utiliza una serie de compuestos químicos de manera sucesiva y en determinadas proporciones que se ajustan en función de la mezcla de minerales a refinar, lo que hace el proceso sea una tarea tremendamente delicada.
La compañía Lynas Rare Earths, por ejemplo, informaba recientemente de que abandonaba el proyecto de construir una refinería junto con la compañía Blue Line en Texas. Un proyecto que fue impulsado por la Administración de Trump y que tenía por objetivo crear el mayor centro de refinado fuera de China, y que según Reuters, el consorcio contaba con financiación del Pentágono.
Otra empresa de tierras raras, MP Materials, planea construir una refinería en Australia, pero hasta el momento no ha tenido éxito con el proceso de calibración de la planta de refinado que tiene en su mina en California, con lo que el proyecto australiano puede estar en el aire. De hecho, todavía no ha publicado su memoria anual en la que debería dar cuenta de sus planes de futuro. Ejemplos que ilustran que el cuello de botella de estas materias primas se encuentra en el refinado.
La estrategia china
China se ha convertido ya en el mayor productor de coches eléctricos del mundo y, debido a las restricciones a las emisiones, la demanda de este tipo de vehículos no deja de crecer. Sin embargo, el pasado mes el precio de las tierras raras –una materia prima clave de los motores eléctricos– cayó al mínimo de tres años debido, en parte, a un aumento de la oferta china. Una situación un tanto contradictoria que muestra cuál ha sido la estrategia china en el mercado de las tierras raras.
Sabiendo que el factor limitante en la producción de tierras raras era el refinado, el Gobierno chino decidió invertir en esta etapa de la producción. China complementó sus inversiones en refinado con una política de precios bajos y márgenes de beneficio muy reducidos, lo que ha inducido al resto de productores a desentenderse del refinado de tierras raras. El resultado es que en la actualidad, incluso países que construyen imanes con tierras raras, apenas tiene capacidad para obtener esa materia prima.
Esa estrategia ha permitido a China alcanzar una posición de dominio en todas las etapas del proceso de producción, desde el procesamiento de las materias primas hasta los productos terminados.
Por otro lado, los bajos precios de las tierras raras ha tenido un efecto positivo en el desarrollo de la industria de vehículos eléctricos dentro de China, que ya se ha convertido en líder mundial. A esta localización de la industria también ha contribuido los descuentos a la exportación del 13% que Beijing aplica a los fabricantes de imanes para motores eléctricos que utilicen su materia prima.
Por último, el Gobierno chino ha estado estimulando la importación de roca ligeramente procesada, un compuesto conocido como concentrado de tierras raras para refinar. En este caso pagaba unos precios lo suficientemente elevados para incentivar a otros países a explotar sus propias minas, mientras que el bajo precio de la materia prima no motivaba a las compañías locales a construir plantas de refinado que además producen gran cantidad de desechos, algunos de los cuales pueden ser incluso radioactivos.
Caminos alternativos
En este contexto de dominio chino, algunos países, como Sudáfrica, Suecia o Australia, están planteando la posibilidad de extraer tierras raras de los desechos y subproductos de sus explotaciones mineras. Este camino, aunque limitado, según algunos analistas podría cubrir hasta el 8% de la demanda mundial.
Otra línea de trabajo está relacionada con la calidad ambiental del proceso, sobre todo después de que en mayo Tesla anunciará que tenía planes para fabricar imanes para vehículos eléctricos sin utilizar tierras raras, debido a los «riesgos ambientales y para la salud» de su extracción. Sin embargo, estos nuevos procesos tardarán en dar resultados tangibles. American Rare Earths, por ejemplo, está desarrollando bacterias que puedan procesar tierras raras. Reuters señala que las compañías privadas, Locus mining y Aether Bio, también están experimentando con biosurfactantes y nanotecnología en una apuesta a muy largo plazo.