Cambiaron los vientos de lo que parecía un proceso más encaminado a fines de la semana pasada. Este jueves 17 de agosto, los 350 diputados tendrán el primer gran alto en el camino hacia los plenos de investidura: la votación de quién mandará en el Congreso, la jornada que marcará a fuego toda la legislatura.
El mapa de situación es no apto para cardíacos. El secretario general de Junts per Catalunya, Jordi Turull, cuerpo presente de la voluntad de Carles Puigdemont, ha convocado a una reunión telemática de la Ejecutiva a las 8 de la mañana, tan solo dos horas antes del comienzo del pleno de votación de la Presidencia del Congreso, el tercer cargo institucional más importante del Estado.
Una reunión telemática de la Ejecutiva de Junts a las 8.00 del jueves será determinante. La sesión del Congreso comienza a las 10.00
La apuesta de Junts es tirar de la cuerda hasta el final y eso ha empujado a Esquerra Republicana a cambiar sus exigencias en las últimas horas. Su secretaria general, Marta Rovira, ha dicho públicamente que debe haber pasos concretos sobre una amnistía a los encausados por el «procés», la introducción del idioma catalán en el Congreso (lo más fácil de resolver) y la creación de una comisión de investigación sobre Pegasus.
El sigilo y la discreción son enormes, profundizado todo por estar en plena temporada vacacional. Las conversaciones son informales y telefónicas y los diputados por goteo van llegando al Congreso a recoger sus credenciales (este lunes lo hizo EH Bildu, que volvió a apelar a sumar a Junts a la mayoría de investidura, y el miércoles será el PNV). Pero este jueves será el primer gran encuentro de todos los legisladores de la nueva etapa.
Entre tanta discreción, quien pierde es la información oficial. El periódico ‘El País’ publicaba que ya para este 17A los de Junts exigen gestos claros de que el Gobierno estudiará la amnistía y la autodeterminación y que los de Pedro Sánchez consideran todo demasiado pronto e inasumible, citando fuentes conocedoras de la negociación.
Un alto cargo del área de comunicación del Partido Socialista ha respondido a la pregunta de GARA sobre la veracidad de esto: «No confirmamos ni desmentimos nada. Se escribe de todo, y no acabaríamos nunca».
Desde Waterloo y en su cuenta de Twitter, Puigdemont solamente hacía esta afirmación a comienzos de semana, dando a entender que el pulso será a cara de perro: «Encarar una negociación a través de declaraciones públicas no es nuestra opción. Quizá por eso, a medida que se acercan días decisivos, como este próximo 17, crece el nerviosismo y sube la subasta. Paciencia, perseverancia y perspectiva».
En tanto, otro voto decisivo, el de la diputada Cristina Valido, de Coalición Canaria, será consensuado por la ejecutiva del partido nacionalista este miércoles entre la tarde y la noche y en una mesa que lidera el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, informaron fuentes del partido preguntadas por GARA.
Sumar sube la apuesta
La coalición de Yolanda Díaz se mueve activamente para consensuar una Mesa del Congreso progresista y sigue insistiendo al PSOE en que se siente ya a negociar un nuevo programa de Gobierno. Así lo ha afirmado en las últimas horas, Marta Lois, muy cercana a la vicepresidenta en funciones y electa por A Coruña.
También dejaron saber su oposición total a que un diputado del PNV presida el Congreso, una idea extravagante que lanzó Clavijo y que no encontró eco (además de que no está sobre la mesa). Lo dijo a tono personal y como propuesta pero, conociendo el mapa político español, habrá sabido que era pura pirotecnia: incluso si el PP lo deseara para tratar de seducir a los votos jeltzales, eso jamás encontraría el apoyo de Vox.
Pero en las últimas horas hubo una movida de ficha aún más audaz: Gerardo Pisarello, uno de los máximos referentes de Catalunya En Comú y exsecretario primero de la Mesa del Congreso, ha firmado una tribuna en ‘ElDiario.es’ en la que defiende una amnistía a los encausados catalanes como una forma de «desbloquear la situación política». El diputado electo considera que el Estado debe «renunciar a la persecución criminal» del independentismo para plantear una nueva etapa.
Pisarello: «El propósito [de la amnistía] no es cancelar el debate social sobre el pasado, sino renunciar a un tipo de persecución penal que bloquea alternativas de futuro»
«Su propósito (el de la amnistía), pues, no es cancelar el debate social sobre el pasado. Simplemente se trata de renunciar a un tipo de persecución criminal, de punición, que desnaturaliza ese debate y que bloquea la posibilidad de otras alternativas de futuro», suscribe.
Fuentes de Sumar han respondido a GARA que «todavía no está cerrado» quién será el representante de esa formación propuesto para la votación de la Mesa del Congreso aunque se descuenta que tenga una vicepresidencia. Cabe recordar que en la legislatura pasada Unidas Podemos tuvo tres de los nueve miembros de la Mesa, una sobrerrepresentación que fue producto de una falta de coordinación con los de ERC y también una jugada para evitar que Vox tuviera representación.
Un diputado del grupo confederal de Unidas Podemos, que ya no ocupará escaño en esta nueva legislatura, reflexionaba en conversación con GARA que algunos de su partido creen que Sánchez podría apostar, pensando en una repetición electoral, a que la presidencia del Congreso quede en manos de PP-Vox.
«Al PSOE le interesa que se sitúe en el relato que el PP es capaz de pactar con Junts. Con eso neutraliza las críticas a Sánchez, y si hay repetición electoral, ganan en relato», considera el exlegislador. Conociendo la estrategia de agudizar las contradicciones en la que está embarcado el presidente en funciones, no parece descabellado.
Por la tarde el PSOE confirmó quién será su candidata a presidir el Congreso. Como adelantó NAIZ, se trata de la expresidenta del Govern de Illes Balears, Francina Armengol. La socialista mallorquina es catalanohablante, abierta a los gobiernos con soberanistas (gobernó dos legislaturas con los de Més) y vista con buen ojo por el PSC. Un gesto a la plurinacionalidad del Estado.
LA RELEVANCIA DE LA MESA
No es baladí la composición de la Mesa del Congreso y mucho menos su presidencia. Basta con recordar la disputa constante entre Moncloa y la Mesa durante los primeros meses de Sánchez tras la moción de censura exitosa de 2018. Ana Pastor y su mayoría PP-Ciudadanos solían poner de los nervios a la entonces portavoz Adriana Lastra.
Tener un asiento en ese órgano, aunque sea la secretaría cuarta, es relevante porque significa tener acceso a información importante y tener voz y voto en cómo será el proceso de confección de las leyes. También implica gestionar el régimen interno, como las retribuciones de diputados y del personal de la Cámara, y las contrataciones de servicios (el presupuesto es de más de 110 millones de euros).
La Mesa del Congreso es la encargada de vigilar el cumplimiento de la disciplina interna, de los viajes, y conduce las relaciones con las otras instituciones del Estado. Pertenecer a ella es tener acceso a toda la documentación parlamentaria y su gestión de tiempos. Por ejemplo, los suplicatorios que puede pedir el Tribunal Supremo para investigar a legisladores. El caso del canario Alberto Rodríguez y la polémica que suscitó es un ejemplo de ello.
La mayoría, que puede ser 5-4 o 6-3, y que muchas veces es transversal (cuando Podemos y los soberanistas vascos y catalanes proponen cuestiones que hacen a la crítica a la monarquía o las cloacas del Estado, la mayoría varía y PSOE vota con PP), es la que gestiona los tiempos y marca el ritmo de la legislatura. La velocidad con la que se resolvió el proyecto sobre los delitos de sedición y malversación es un buen ejemplo.
La elección de la Presidencia de la Cámara es por mayoría absoluta, o sea, 176 votos como mínimo, y en primera votación. Si no se alcanza, será por mayoría simple en segunda votación. Serán vicepresidentes del Congreso los cuatro candidatos que obtengan los cuatro apoyos más altos en una segunda votación. Igualmente ocurrirá con los cuatro secretarios en una tercera.
Es gracias a este método que una mayoría simple no se queda con todo el poder del Congreso y que la Mesa acaba teniendo también integrantes del bloque minoritario (que sería, supuestamente, PP-Vox, de no mediar una sorpresa). Las derechas suman 171, lo mismo que el bloque progresista plurinacional. Los ocho votos de Junts y Coalición Canaria son los que pueden desempatar. Si los de Puigdemont no logran acuerdo alguno, pero desean no ungir al PP y votan por su cuenta, el de la CC podría determinarlo todo.
Será un jueves para no olvidar.