La Banda Municipal de Música, bajo la batuta de su director titular, José R. Pascual-Vilaplana, o del subdirector, Iñaki Urkizu, ofrecerán alternamente no solo ocho conciertos, todos los mediodías en el kiosco del Arenal, sino que tomaron parte el domingo pasado en una actuación en Abandoibarra con la cantante sevillana Tamara y lo harán este miércoles, a las 23.30, en la Plaza Nueva, en un recital de gospel con la participación especial del Coro Messenger y Goizargi Gospel Choir.
Son dos de las colaboraciones, a las que hay que sumar otras como la del lunes con la Banda Municipal de Txistularis de Bilbo y el grupo de danzas de Basurto Beti Jai Alai o la que tendrá lugar el viernes 25 de agosto con los gaiteros de Iruñea.
Por primera vez en sus 128 años de historia, los cuarenta componentes del conjunto no acuden a la plaza de toros, gestionada por una empresa privada, lo que ha levantado la ira de los taurinos y los aplausos de quienes piden eliminar el maltrato animal del coso de Vista Alegre.
El amplio repertorio, en el que combinan temas populares y festivos, atrae al público melómano pero también a quien encuentra en ese espacio del epicentro festivo un remanso de paz. Pasodobles y zarzuelas pasando por los clásicos, obras en las que han logrado introducir txistus y gaitas. Se trata de programas que combinan diversos estilos como composiciones vascas, jazz, música latina, pasodobles, teatro musical, pop, bandas sonoras... todas piezas más que conocidas por el público en general, al que trata de atraerse día a día.
Costó al inicio de esta aventura colectiva que es Aste Nagusia que la música de txosnas y las numerosas actividades que ocupan las matinales se acostumbraran pero hace muchas décadas que ese momento es especial para todas y todos.
En todo aquello tuvo mucho que ver quien fuera director de la Banda por entonces, Urbano Ruiz Laorden, fallecido el 11 de noviembre de 1995. Para la historia es la imagen del músico sestaotarra dirigiendo a lomos de un elefante en 1986. Genio y figura.
Tras su muerte, el 27 de enero siguiente, tuvo lugar en el kiosco del Arenal un homenaje impulsado por una fundación constituida para «la perpetuación del espíritu chirene de su inspirador». Uno de los principios fue el compromiso de la entidad en la defensa y mantenimiento del propio templete desde donde el emblemático músico dirigió a la Banda. Hoy en día se puede ver la placa que recuerda a Ruiz Laorden.
Apoyo comparsero
La relación entre Banda y comparsas viene de lejos, de 1978, cuando nació Aste Nagusia. Tras la revolución que supuso, los organismos festivos respaldaron a los músicos en su lucha por dignificar su trabajo.
La capacidad de movilización de las comparsas era muy alta, ya que canalizaban no solo los deseos de diversión popular, sino también una parte de las opciones políticas que existían entonces. Daban forma a muchas demandas sociales a través de sus actividades festivas, llenas de color, fuerza e imaginación.
El 8 y 15 de octubre de aquel año las comparsas salieron en manifestación con pancartas en las que se reivindicaba el carácter de servicio público de la Banda. «Es vuestra, de los barrios, del pueblo entero. Es cultura. Exígela», se pedía a la ciudadanía en aquellas movilizaciones a las que los y las comparseras acudieron con sus bandas de cartón.
Al año siguiente, al no haberse arreglado el conflicto y no había dinero para pagar a los músicos, la Banda anunció que no tocaría en Aste Nagusia. Las comparsas pusieron el grito en el cielo y la situación se salvó in extremis gracias a una subvención puntual que permitió pagar los emolumentos para el resto de 1979. La maraña burocrática partía de la necesidad de que el gobernador civil lo permitiera, incluso después de constituir la primera Corporación democrática tras la muerte de Franco.