Dos películas de acción real –‘Ninja Turtles’ (2014) y ‘Ninja Turtles: fuera de las sombras’ (2016)– confirmaron que el terreno idóneo para desarrollar el universo de las tortugas mutantes debía ser el de los territorios del cine de animación y para ello, la compañía Paramount se ha empleado a fondo a la hora de respaldar un proyecto acorde a las expectativas que levantó ‘Ninja Turtles: Caos mutante’.
Ejemplo de ello lo tenemos en su estreno estadounidense, donde el filme recaudó 10,2 millones de dólares el 2 de julio, convirtiéndose en la primera película que ha podido coquetear con el infalible dueto Barbenheimer.
Un giro actual
Jeff Rowe –firmante de ‘Los Mitchell contra las máquinas’– ha plasmado en la pantalla un vibrante y muy divertido espectáculo con el que se ha pretendido un retorno a los orígenes de la franquicia mediante un diseño visual lindante a las viñetas underground.
A ello se suma un guion sólido firmado por Seth Rogen y Evan Goldberg que subraya el concepto adolescente que siempre han abanderado las cuatro tortugas y desde una óptica desenfadada y gamberra.
Han pasado cuarenta años desde que Leonardo, Donatello, Raphael y Michelangelo irrumpieron en un cómic que alcanzó pronta popularidad.
Ello propició la puesta en marcha de una entrañable serie de televisión de dibujos animados y aquella singularidad en imagen real que dirigió Steve Barron en 1991.
Esta nueva entrega sigue la estela de la revolucionaria ‘Spider-Man: Un nuevo universo’, apostando por un ritmo vibrante y un diseño cambiante que refuerza su ritmo. Otra cuestión interesante que aporta esta película es la presencia de la compañera habitual de las cuatro protagonistas, April, la cual adopta una fisonomía afroamericana y regordeta.
Se trata, en definitiva, de un proyecto enraizado plenamente en la actualidad y basado en un discurso muy reconocible que se centra en cuestiones como la amistad, la aceptación y ser uno mismo, algo que queda patente en la indefinida sexualidad de una de las tortugas protagonistas.