El lehendakari Urkullu sigue sin tener un legado. ¿Le servirán cuatro años más?
Este puede ser el último curso en Ajuria Enea de Iñigo Urkullu, aunque pocos dudan de que volverá a presentarse por cuarta vez a las elecciones. De sus antecesores en el cargo caben señalar uno o varios hechos que pueden considerarse un hito pero, ¿cuál es el legado que dejaría Urkullu?
El lehendakari, Iñigo Urkullu, protagonizó el jueves el último Pleno de Política General de esta legislatura, que podría ser también el último de su etapa como inquilino de Ajuria Enea, adonde llegó en diciembre de 2012. Se ha presentado a tres elecciones y las ha ganado. La duda está ahora en si también será candidato por cuarta vez en los comicios anunciados para el 9 de junio de 2024, coincidiendo con las europeas.
El PNV deberá afrontar el año que viene no solo la decisión de a quién propondrá como candidato o candidata a lehendakari, sino también, según sus estatutos, si opta o no por el relevo al frente del EBB. Andoni Ortuzar anticipó su deseo de dar paso a savia nueva, pero el momento que afrontan los jetzales le ha llevado a dudar en público de esa decisión.
Es preciso recordar que, como Ortuzar ha reconocido en la carta en la que pide a la militancia que se vuelque en esta edición del Alderdi Eguna, «vivimos tiempos políticos muy importantes y, a la vez, muy complicados, como se ha demostrado en los dos últimos procesos electorales». En las municipales de mayo el PNV sufrió una caída de 86.431 votos, EH Bildu le superó en Gipuzkoa y en Gasteiz, y se quedó muy cerca en Araba. El 23 de julio, se dejaron 103.220 papeletas con respecto a cuatro años antes y, de nuevo, EH Bildu se quedó pisándole los talones en la CAV, a una distancia de apenas 1.106 votos.
Además, hay que tener en cuenta que, a pesar de contar con mayoría absoluta, en esta legislatura Iñigo Urkullu ha sido el lehendakari del PNV con menos apoyo en votos de todo este siglo.
Hasta que se puso en marcha este Ejecutivo, el último Gobierno con mayoría absoluta había sido el que formó José Antonio Ardanza en 1994 con el apoyo de los 22 parlamentarios del PNV, 12 del PSE y 8 de EA. En total, 42 escaños y el impulso de 584.164 papeletas depositados en las urnas. Iñigo Urkullu suma 41 escaños y 472.209 votos ciudadanos.
Solo Patxi López, del PSE, en 2009, llegó a Ajuria Enea con menos apoyo popular. Fueron 464.260 papeletas las que consiguió sumar con el PP de Antonio Basagoiti. Pero su elección únicamente fue posible por la ilegalización de la izquierda abertzale. De otra forma, no lo habría logrado porque no ganó. Juan José Ibarretxe ha sido el lehendakari con mayor respaldo electoral a los partidos que le eligieron. 703.084 en 2001, con el apoyo de PNV, EA y EB. En 1998 había sumado los 682.958 de PNV, EA y Euskal Herritarrok.
Se puede alegar, y de hecho en ello se escudaron en Sabin Etxea, que el 12 de julio de 2020 la abstención llegó al récord del 49,22%. Apenas acudieron a votar la mitad de quienes tenían derecho a hacerlo. Se atribuyó superficialmente a la pandemia. Pero según la encuesta posterior de Lakua, de los abstencionistas, solo una quinta parte (20%) lo justificó en base al coronavirus. El 23% de quienes no votaron dijo estar «desengañado» por los políticos y un mayoritario 28% se refugió en un socorrido «por otra razón».
Politólogos sostienen que ya entonces, en aquel 2020, tendrían que haberse encendido las alarmas en el PNV y en Ajuria Enea. Porque incluso en ese escenario hubo candidaturas, precisamente la de EH Bildu, que crecieron electoralmente en datos absolutos y, por supuesto, en porcentaje.
El legado de Urkullu
Ahora que oficialmente está en duda la continuidad de Iñigo Urkullu –aunque se da por hecha– cabe preguntarse qué legado dejaría después de tres legislaturas. Y poniendo luces largas y retrotrayéndonos al inicio de su mandato en 2012 no cabe seguir refugiándose en la pandemia y los efectos de la guerra de Ucrania. Antes que eso estuvo casi ocho años al frente de Lehendakaritza.
De Carlos Garaikoetxea, lehendakari entre el 9 de abril de 1980 y el 26 de enero de 1985, se recuerda que edificó el entramado autonómico. En el mandato de José Antonio Ardanza (26 de enero de 1985-2 de enero de 1999) se produjo el hito de la firma del Pacto de Ajuria Enea que transformó la política en Euskal Herria. Aquel «demócratas contra violentos» se corrigió con el Acuerdo de Lizarra-Garazi y la posterior llegada de Juan José Ibarretxe a Lehendakaritza (1999–2009). El de Laudio dejó para la historia su propuesta de cambio de estatus político y el intento de consulta. Y, si se bucea, hasta la primera Ley para la Igualdad de 2005. Pese a volver a ganar las elecciones en 2009, la ilegalización de la izquierda abertzale y el apoyo del PP permitió que Patxi López pasara a los libros como el primer lehendakari del PSE.
A Patxi López le sustituyó Iñigo Urkullu. ¿Y por qué sería recordado después de tantos años si dejara ahora el cargo? Quizá por haber tardado solo nueve meses en firmar un acuerdo con el partido que en 2009 había okupado Ajuria Enea y meterlos poco después en sus gobiernos. Urkullu tenía una relación difícil con Ibarretxe y sostuvo «sinceramente que hubo un ejercicio nefasto de la política en 1998-1999» por parte del PNV al romper con el PP y sobre todo con el PSE. ¿Su legado será entonces haber volado todo puente con la izquierda abertzale y haber atado el PNV al PSE en todas las instituciones?
¿Piensa Urkullu que si tiene otra oportunidad podrá hacer algo más por lo que ser recordado o solo aspira a ser el hombre tranquilo hasta 2028?