Miles de habitantes de Nagorno Karabaj huyen a Armenia sin dar crédito alguno a la promesa de Azerbaiyán de que los derechos de los armenios que permanezcan en este enclave conquistado la semana pasada por su Ejército estarían «garantizados». El éxodo provocó enormes atascos de tráfico en la única carretera que une su capital, Stepanakert, con Armenia.
Según el Gobierno armenio, más de 6.600 personas desplazadas por la fuerza han entrado en Armenia desde el domingo, tras la derrota de los combatientes karabajíes, que ayer continuaban la entrega de armamento.
En la ciudad armenia de Goris, el centro humanitario instalado en el teatro municipal está lleno. Durante toda la noche fueron llegando los refugiados para registrarse y encontrar alojamiento o transporte a otras regiones de Armenia.
Anabel Ghulasian, de 41 años, llegó a Goris con cinco de sus siete hijos y su marido. Al comienzo de los combates, todos buscaron protección en la base rusa en el aeropuerto de Stepanakert. Pero los echaron después de la primera noche y luego vivieron en un edificio abandonado sin techo. «Fueron días horribles», relata.
Valentina Asrian, de 54 años, que vivía en la localidad de Vank, se presentó con sus nietos. «Bombardearon el pueblo, hubo heridos, mataron al marido de mi hermana. Aquí no tengo parientes ni ningún lugar adonde ir», lamenta.
La huida puede ser mayor a medida que las fuerzas azerbaiyanas asienten su control, ya que, además de la ansiedad que reina entre los 120.000 habitantes de Nagorno Karabaj, la situación humanitaria sigue siendo muy precaria.
Imágenes que se divulgaron en redes sociales de soldados azeríes saqueando viviendas abandonadas aumentaban este temor.
Erdogan respalda a Aliyev
A su vez, en el lado azerbaiyano, muchos de los que tuvieron que abandonar esta región en el pasado preparan su vuelta, lo que puede concluir con un gran cambio demográfico que tanto armenios como azeríes temen o esperan a pesar de las palabras del presidente azerí, Ilham Aliyev.
Todas las personas que viven allí, «independientemente de su origen étnico, son ciudadanos de Azerbaiyán. Sus derechos serán garantizados por el Estado azerbaiyano», declaró junto a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, en Najichevan, una exclave situado entre Armenia e Irán y anexado a Azerbaiyán en 1923.
«Esperamos que Armenia aproveche la mano pacífica que se le tiende», lanzó como advertencia Erdogan. La visita del mandatario turco pocos días después de la fulminante victoria de los soldados azerbaiyanos ofrece un valor simbólico mayor que las palabras de Aliylev sobre el futuro de la región. «Con esta victoria se abren nuevas ventanas de oportunidad para la normalización general en la región», añadió Erdogan.
Los dos líderes dieron inicio a la construcción de un gasoducto de 85 kilómetros entre Turquía y Najichevan e inauguraron un complejo militar, pero también discutieron la apertura del corredor Zangezur que enlaza Azerbaiyán con Najichevan a través de Armenia, lo que permitiría a Bakú establecer una continuidad territorial hasta Turquía.
Explosión
Más de 200 personas resultaron heridas graves y muy graves en la explosión ocurrida en un depósito de combustible cerca de la caravana de vehículos que huyen de Nagorno Karabaj hacia Armenia. Las autoridades del enclave, que van a traspasar el poder a Azerbaiyán, demandaron ayuda internacional
Rusia rechaza las críticas de Armenia sobre su pasividad
La demostración de fuerza turca contrasta con la pasividad de Rusia en la crisis de Nagorno Karabaj que reprochó el primer ministro armenio, Nikol Panishian. El Kremlin rechazó esta crítica y su Ministerio de Exteriores acusó a Armenia, «rehén de los juegos geopolíticos de Occidente», de intentar destruir las relaciones bilaterales. «Es un intento de eximirse de la responsabilidad por los fracasos en la política interna y exterior y ha provocado el comprensible descontento de parte de la sociedad armenia» y las protestas de las que se desvinculó. Panishian concluyó que el sistema de seguridad ligado a Moscú «no es eficaz» y solo ha puesto en evidencia la vulnerabilidad del país, por lo que apostó por aumentar la cooperación con países occidentales. EEUU aprovechó para declarar que «Rusia ha demostrado que no es un socio fiable» y ofrecer apoyo para los desplazados.