La desaparición de la familia tradicional china, la soledad y el duelo son los tres temas centrales de ‘Chun xing’, ópera prima de las directoras Tzu-Hui Peng y Ping-Wen Wang que se ha presentado en la Sección Oficial. El protagonista es un anciano que vive en una zona montañosa de Taiwán que ve cómo se va quedando solo: su mujer desaparece, su hijo se va a trabajar a la ciudad y no tiene esperanzas de que lleguen los tan esperados nietos.
Sin nadie con quien compartir lo cotidiano, se aferrará a los recuerdos y llegarán los remordimientos.
En rueda de prensa, las directoras han contado que empezaron a grabar la película poco después de haberse conocido. «Fue un encuentro mágico. A las dos nos gusta mucho el cine, es como si estuviéramos predestinadas a grabar», ha asegurado Ping-Wen, a lo que su compañera ha añadido que querían hablar de la familia y el amor, porque «la relación que tengo con mis familiares es muy estrecha y tengo miedo a perderlos, aunque sé que un día, inevitablemente, los perderé; en la vida las cosas van y vienen, hay nacimientos y muertes». Tzu-Hui ha agregado que se inspiraron en sucesos reales: «Se dan casos de gente que fallece y sus familiares guardan el cuerpo en sus casas. Eso sucede en Taiwán y a veces es noticia. A veces hay cosas que no queremos soltar, nos aferramos a sentimientos. Esta es una película sobre aquello que no se ve».
A este respecto, han añadido que han tenido como referencia el Wabi-sabi, una idea dentro del budismo zen que, según han explicado, es una filosofía «que se basa en la belleza que nos rodea y en mirar a la vida desde un punto de vista misericordioso».
Rodada en hokkien
Se trata de un filme que tiene dos características especiales. La primera, que está filmada en analógico y, la segunda, que está rodada en lengua hokkien. Sobre el primer punto, las cineastas han detallado que optaron por filmar en 16 mm. porque «en esta época de rapidez y modernidad en la que todo es inmediato, queríamos darle un toque conservador. Nacimos cuando todo era analógico, pero poco después se digitalizó todo, y es un poco lo que le pasa al protagonista: no quiere romper con el pasado, se aferra a otra época», ha señalado Ping-Wen. Tzu-Hui ha añadido que han decidido conservar todos los aspectos del objetivo, por lo que en la parte inferior del encuadre se ve el reflejo del siguiente fotograma y se ven también las perforaciones del objetivo. «Queríamos mantener el material tal y como era», ha subrayado Tzu-Hui.
Respecto al idioma seleccionado, la realidad que nos han descrito se nos ha hecho más que conocida. El hokkien o taiwanés es un idioma que está en proceso de extinción: «Cuando el Partido Nacionalista Chino llegó a Taiwán, los hakka, los aborígenes... cada grupo tenía su lengua, e impusieron la política de que en las escuelas solo se hablara chino mandarín. Si hablabas en otra lengua, te sancionaban –ha lamentado–. Es por eso que se está extinguiendo, los jóvenes cada vez lo hablan menos, pero nosotras tenemos un sentimiento muy fuerte hacia esa lengua», ha arrancado Tzu-Hui.
Ping-Wen ha añadido que en su casa solo se habla el hokkien, «y es una manera de declarar el sentimiento que tengo hacia mi familia. El Partido Nacionalista transmitió la idea de que el hokkien era una lengua vasta, ruda, menos refinada, y esa idea se ha extendido a la sociedad. Nosotras admiramos a los hablantes y quisimos homenajearlos».