Diversos observadores políticos venían ya considerando raro que el lehendakari, Iñigo Urkullu, quisiera de verdad hacer coincidir las próximas elecciones autonómicas con las europeas del 9 de junio, como ha venido declarando públicamente. Porque en esos comicios se genera un debate de ámbito estatal que no conviene al PNV ante unas autonómicas, y además pueden ser propicias para su principal adversario electoral, EH Bildu, que ha conseguido generar una ola de apoyo en sectores de izquierda fuera de Euskal Herria, lo que podría influir también en las urnas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.
Que el PSE, socio de Iñigo Urkullu, haya puesto en marcha su proceso de elección del candidato a lehendakari con la intención de cerrarlo este mismo mes de octubre, irrumpe como una pieza más de quienes creen que es posible que las elecciones sean antes de ese 9 de junio.
La Comisión Ejecutiva del PSOE aprobó ayer el calendario propuesto por el PSE . Desde mañana mismo y hasta 18 de octubre se realizará la recogida de avales. Si hay más de un candidato habrá elecciones internas el 29 de octubre y, si fuera necesario, una segunda de votación el 5 de noviembre.
El secretario general del PSE, Eneko Andueza, anunció ayer a través de las redes sociales su intención de presentarse a estas primarias y espera «contar con el apoyo de las compañeras y los compañeros del PSE-EE, que siempre me han mostrado su confianza y su cariño».
También el PP trabaja con la idea de que la convocatoria de las autonómicas pueda producirse en marzo. De ahí que haya acelerado la elección de su nuevo presidente y previsible candidato a lehendakari, Javier de Andrés, que se formalizará oficialmente el 4 de noviembre.
Otros grupos de la oposición también consideran posible que el lehendakari opte finalmente por convocar las elecciones autonómicas antes del 9 de junio si tiene la oportunidad de hacerlo.
Por su parte, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, cuando en una entrevista de “Deia” publicada el 10 de setiembre le preguntaron por la necesidad de tener la candidatura preparada porque «imagínese que hubiera un adelanto electoral», respondió que «eso está en manos del lehendakari, que es del PNV y que viene al EBB los lunes».
Precedente y leyes en debate
En 2020, el lehendakari decidió el 10 de febrero disolver el Parlamento y convocar las elecciones para el 5 de abril. Se trataba de un adelanto de casi seis meses que Iñigo Urkullu presentó diciendo que «convocar ahora las elecciones supone en la práctica ganar medio año».
Y añadió que el nuevo Gobierno que surgiera de esos comicios podría «estar en marcha antes del verano. De esta forma, podrá aprobar las directrices económico-presupuestarias de cara al ejercicio 2021 desde una posición de mayor certidumbre y estabilidad».
Aquella convocatoria de las autonómicas finalmente se retrasó a julio, por la pandemia, pero la argumentación del lehendakari para convocar a finales de marzo o en abril volvería a ser igualmente útil.
En este contexto, hay un par de elementos políticos a tener en cuenta. Por un lado está la necesidad de que Pedro Sánchez sea investido antes del 27 de noviembre, porque de lo contrario habría elecciones a Cortes en enero.
Y, por otro lado, fuentes parlamentarias subrayan que hay al menos dos importantes proyectos de ley a debate en estos momentos en el Parlamento. Uno es la Ley de Educación. Y otro, que al parecer la consejera Arantxa Tapia tiene mucho interés en que se apruebe, es la de Transición Energética y Cambio Climático, que aún está en plazo de enmiendas que, además, será prorrogado.
Según los plazos, corriendo mucho, esta ley quizá podría aprobarse a primeros de febrero. Si esto se cumple, el lehendakari podría volver a convocar las elecciones autonómicas para abril de 2023, como ya hizo en 2020.
Finalmente, todo dependerá de los intereses del PNV, que es quien tiene el botón rojo para llamar a las urnas.