La Prefectura de Pirineos Atlánticos ha obligado a la Alcaldía de Maule, que ocupa el comunista Louis Labadot, a retirar la bandera palestina de la fachada consistorial.
Ese símbolo ondeaba en la fachada consistorial desde el año pasado, cuando fue colocada como colofón al acto de hermanamiento entre la capital zuberotarra y el campo de refugiados de Balata, en Cisjordania.
El 7 de octubre, tras la ofensiva militar lanzada por las milicias de Hamas contra Israel, la Prefectura de Pirineos Atlánticos reclamó al alcalde su retirada.
«Expliqué a la Prefectura que no se trataba de la bandera de Hamas sino de la bandera palestina, pero el Estado ha cursado esa misma petición a todos los ayuntamientos en que se exhibe ese símbolo«, ha explicado Labadot al semanario ‘Mediabask’.
El Consejo de Estado determinó en 2011 que la colocación de banderas de países extranjeros expresa «una opinión política» por lo que su exhibición «rompe el principio de neutralidad de los servicios públicos».
A raíz de la guerra en Ucrania se ha hecho habitual, sin embargo, que la bandera de ese país agredido por Rusia ondee en los ayuntamientos, incluido el de Baiona.
Tras el ataque de Hamas, otros alcaldes, como Anne Hidalgo, que ha aprovechado esta crisis para pedir a su partido, el PS, que abandone la Nupes, a la que siempre se ha opuesto, ha encendido la Torre Eiffel con los colores de la bandera de Israel en solidaridad con la comunidad judía.
Solo banderas compatibles con la política exterior gala
En medio de la polémica, la Prefectura publicaba esta tarde una nota, aclarando que el principio general es el de no poner símbolos extranjeros, pero acotando que, temporalmente, se pueden colocar banderas de otros países o de otras causas como muestra de solidaridad siempre que esos símbolos sean compatibles «con la política exterior de Francia».
Una respuesta que sitúa, por deducción, a Palestina fuera del espectro de solidaridad de la diplomacia francesa.
Diplomacia en favor de una solución
El alcalde de Maule ha demandado a sus ciudadanos, a través de una publicación en la web municipal, que se adentren en la cuestión política de fondo.
«Desde la firme condena hay que poner en evidencia el terreno sobre el que este conflicto se ha dejado podrir», expresa Labedot en ese artículo que lleva por título ‘El ataque de Hamas y la respuesta ordenada por Netanyahu es el escenario peor’.
En el escrito denuncia «el ciclo de violencia permanente en los territorios ocupados» y defiende que el Estado francés retome la iniciativa diplomática para contribuir a un arreglo que haga posible la coexistencia entre palestinos e israelíes.
Por su parte, Euskal Herria Bai ha emitido un comunicado en el que además de demandar una intermediación de las Naciones Unidas insiste en la defensa del derecho del pueblo palestino a constituir un Estado.
Prohibición y protesta en Marsella
Con las principales cadenas de televisión francesas alentando tomas de posición extremas, la polarización se expresa ya en las calles, donde se asiste a protestas de distinto signo.
Eso sí, unas apoyadas por las instituciones y otras prohibidas con cada vez mayor virulencia.
Unas doscientas personas acudieron en la tarde del martes a la sinagoga de Baiona en muestra de solidaridad con las víctimas causadas por las milicias de Hamas, en una concentración silenciosa a la que se sumó el alcalde de Baiona, Jean-René Etchegaray.
Anoche, centenares de personas desafiaron en la ciudad de Marsella la prohibición de Gérald Darmarin y salieron a las calles para mostrar su solidaridad a la población palestina entre consignas de «Israel asesino, Macron cómplice».
El ministro de Interior recordaba solo unas horas antes que no se permitirían protestas en favor de Palestina que equipara a un delito de odio y hasta de exaltación del Holocausto.
Ello cuando no se han apagado los ecos del escándalo que provoca ver a exponentes de la extrema derecha francesa, como Éric Zemmour, desembarcar en la protesta de solidaridad con las víctimas del ataque de Hamas donde fue acogido calurosamente por algunos de los manifestantes que no dudaron en hacerse selfies con él en las calles de París.
«Cada vez que atacan a un ciudadano judío, atacan a la República», ha sido la frase utilizada, primero por Darmanin y luego por la primera ministra, Élisabeth Borne, ayer mismo en el Parlamento, donde se vivieron momentos de alto voltaje con la Nupes en la diana.
Acoso y derribo a la Francia Insumisa
La campaña, política y mediática, de acoso y derribo contra la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélénchon no cesa y, más allá del contexto de la escalada violenta en Oriente Medio, aflora la apetencia de hacer explosionar la alianza de izquierda, segunda fuerza con mayor representación en la Asamblea Nacional y altavoz de la protesta social contra Emmanuel Macron.
Las discrepancias entre los socios de la izquierda sobre la cuestión europea han dado al traste con la opción de una candidatura conjunta a los comicios al Parlamento Europeo de 2024, un escrutinio tradicionalmente favorable para castigar las políticas de quien ocupa el Elíseo. Pierde la izquierda y la ultraderecha se frota las manos.
Los primeros espadas de las principales formaciones políticas han acusado de connivencia a Mélenchon y a los parlamentarios de su formación por no prestarse a la condena unívoca hacia Hamas.
Y hasta han simulado un «cordón sanitario» que ya no rige para la líder ultraderechista Marine Le Pen, por más que su posición en este nuevo capítulo de la crisis palestino-israelí sea la de defender que «se permita a Israel erradicar a Hamas».
Le Pen invoca que, «para evitar la muerte de mujeres y niños», se proceda a la evacuación masiva de la población palestina de Gaza, «quizás hacia Egipto», sugiere.