Samhain, el legado celta en la noche de Halloween
Halloween hunde sus raíces en el festival celta Samhain, que conmemoraba el inicio de un nuevo ciclo y la creencia en el fino puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Esta tradición evolucionó en una festividad globalizada, pero en Irlanda el espíritu pagano perdura.
Guirnaldas de papel naranja y negro ondean como estandartes, arañas de plástico cuelgan de los aleros como guardias oscuro y falsas telarañas cubren los portales de las viviendas irlandesas. Con su iconografía de calabazas talladas y disfraces aterradores, Halloween es una de las celebraciones más populares en un mundo globalizado. Pero esta fiesta que tiene lugar en la víspera de Todos los Santos bebe del que fue uno de los festivales celtas más importantes: Samhain.
En la Irlanda celta, Samhain era una festividad de orígenes paganos que marcaba el comienzo del nuevo año. En concreto, se asociaba al final de la temporada de cosecha y el comienzo de la época más fría del año, y uno de los aspectos más distintivos era la creencia en que durante las tres jornadas de celebración, el velo entre el mundo de los vivos y el de los muertos se volvía excepcionalmente tenue. Los celtas creían que los espíritus de sus antepasados regresaban a la Tierra, y, por lo tanto, llevaban a cabo rituales especiales para honrar y apaciguarlos.
Las maneras en que se conmemora esta festividad presentan notables diferencias en diferentes fuentes, quizás reflejando las diversas tradiciones que surgieron en el amplio territorio europeo donde floreció la cultura celta. En Irlanda, los suculentos banquetes y las espeluznantes máscaras de tela o pieles para ahuyentar a los malos espíritus formaban parte de la festividad. Parte de la literatura también asocia Samhain con sacrificios y grandes hogueras, donde el fuego era la contrapartida terrenal del sol.
De Samhain a Halloween
Hibernia, nombre en latín de la isla de Irlanda, nunca fue incorporada formalmente al Imperio romano, pero tras la conquista de otros pueblos celtas, la celebración del festival de Samhain fue asimilada en otras fiestas de origen romano. Con la «expansión» del cristianismo, la Iglesia Católica buscó reemplazar las festividades paganas con celebraciones cristianas, y ya en el siglo IX, el Papa Gregorio IV designó el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos, que hasta entonces se celebraba en mayo, para hacerlo coincidir con esa fecha.
Durante el siglo XIX, especialmente en la época de la Gran Hambruna de 1840, los irlandeses emigraron en gran número a EEUU. Así, la diáspora irlandesa desempeñó un papel crucial en la difusión y la transformación del Samhain en la celebración moderna de Halloween en EEUU. En tierras anglosajonas, esta festividad era conocida como ‘All Hallow's Eve’, un término que se acortó con el tiempo hasta convertirse en el ‘Halloween’. Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XX cuando Halloween comenzó a ganar popularidad en EEUU y a convertirse en un negocio global con el impulso de su capitalista industria cinematográfica.
Esa noche, que una vez estuvo imbuida de una profunda solemnidad para quienes seguían las antiguas tradiciones celtas, se convirtió en una ocasión de diversión y consumo para las sociedades occidentales. Así, los elementos celtas se combinaron con las influencias culturales estadounidenses y europeas, dando lugar a la festividad que conocemos hoy en día.
Los migrantes anglosajones también extendieron leyendas y cuentos populares como el de Jack
O’Lantern, un hombre ruin que engañó al diablo y fue condenado a vagar por la oscuridad eterna con un carbón ardiente que Jack colocó en un nabo tallado como linterna. Aunque es probable que los celtas utilizasen nabos vaciados que llenaban con carbones al rojo como faroles para guiar a los espíritus, la asociación de las calabazas con Halloween proviene de esta historia.
Irlanda, entre ambas festividades
Durante estos días previos a Halloween, Dublín ha acogido desfiles, actuaciones musicales, espectáculos de fuego y hasta el Festival de Bram Stoker, autor de ‘Drácula’, mientras los más pequeños se dedican a gastar bromas a los vecinos, lo que marca el origen del popular «truco o trato» con el que demandan dulces.
Más allá de celebraciones cristianas, vestuarios estrafalarios y viviendas engalanadas por vecinos que compiten por superarse unos a otros en creatividad o mal gusto, Irlanda ofrece una oportunidad de adentrarse en la cultura celta a través de procesiones en las que se invoca a los espíritus del Samhain, como Boann, The Morrigan, Fear Dearg y Púca.
Este último da nombre a un popular festival que se celebra cada año en varias localidades del valle del río Boyne, en el condado de Meath, la zona histórica más importante en la tradición irlandesa de Halloween. Es el ‘Ancestral Este’ de la isla Esmeralda, rico en restos arqueológicos neolíticos, celtas y medievales, y en donde cada 31 de octubre, villas como Trim o Athboy aparcan su pasado católico y abrazan el paganismo del Samhain.
Derry, en el norte de Irlanda, alberga el festival de Halloween más impresionante de Europa, con una asistencia de más de 100.000 personas. Una fusión de eventos excepcionales une mitos ancestrales, mientras que los legendarios personajes de Samhain se apoderan de la ciudad durante, al menos, unos días.