Daniel   Galvalizi
Periodista

Congreso blindado, bancada del PP descontrolada y posteo de Ismael Serrano; sesión antológica

Con medidas de seguridad como si fuera un Madrid-Barça, el edificio del parlamento del Estado fue escenario de un feroz duelo entre Sánchez y Feijóo, cuyos diputados estaban alborotados como nunca. Gritos, bronca y sarcasmo en un pleno como para alquilar balcón.

Alberto Núñez Feijóo cargó contra Sánchez, pasó factura al PNV y se mofó de Podemos.
Alberto Núñez Feijóo cargó contra Sánchez, pasó factura al PNV y se mofó de Podemos. (Javier Soriano | AFP)

Más de 1.600 efectivos policiales, el mayor operativo de los últimos tiempos, dieron un semblante diferente a esta sesión de investidura con respecto a las últimas. Además había un monumental vallado y varias calles cortadas en los alrededores. Los periodistas debían hacer un triple chequeo, dos de seguridad uno externo e interno, y otro para recibir la acreditación. Igualmente, solo una veintena de manifestantes esperaban en una de las esquinas y otros pocos en la Plaza de las Cortes frente a la principal Puerta de los Leones.

‘Traidores’ ‘Hijos de puta’, ‘Cabrones‘, ‘Habéis vendido a España’ se escuchó por parte de esos pocos hiperventilados cuando entraban varios diputados y dirigentes de Esquerra Republicana a sede parlamentaria. Son la imagen de ese mismo sector que viene ocupando las calles, una minoría ruidosa que los medios conservadores exacerban.

En la Sala Constitucional, una de las más grandes de las Cortes en donde funciona la Diputación Permanente, estaban esperando su momento los miembros del Grupo Popular. Feijóo charlaba con la número 2, Cuca Gamarra, y con el portavoz del grupo en el Senado, el histórico Javier Arenas, cuya presencia ayuda a barrer los aires de renovación que intentaron el tandem Casado-García Egea.

Los ministros del Ejecutivo llegaron temprano y poco antes del mediodía Sánchez en coche, por la única puerta donde no había manifestantes. Saludó a los literalmente cientos de trabajadores de los medios y entró a la sala contigua al hemiciclo. En el patio algunos de sus laderos más próximos admitía que algunos del partido no están del todo de acuerdo con la amnistía. «Tienen que saber que nos vamos a quemar con esto pero ya pasará», decían con crudeza. Se anticipaba que sería el tópico de la jornada.

Un duelo a por todas

El discurso del candidato a la investidura, Pedro Sánchez, el cuarto discurso de su vida en ese sentido (tres después de elecciones generales y uno por la moción de censura para echar a Mariano Rajoy), comenzó 12.04 y tuvo un tono sosegado, aunque comenzó recordando los peligros de un gobierno de las derechas. Durante todo el rato hubo constantes gritos y epítetos de la bancada del PP y Vox. En menos de media hora la presidenta del Congreso, Francina Armengol (mucho más laxa que su predecesora Batet en la exigencia de orden) debió interrumpir dos veces el pleno.

«¡Mentira!», le dijo un diputado del PP, entre murmullos de enfado, cuando Sánchez acusó a las autonomías gobernadas por las derechas de dejar «sin plazas a miles de niños» en la escuela pública. «¡Sinvergüenza!», también se escuchó. En uno de los momentos de abucheos, el presidente en funciones frenó y dijo: «No se den por aludidos». Poco después remató: «Se les va a hacer muy larga mi intervención».

Un párrafo merece la performance del diputado y nada menos que vicepresidente del Partido Popular Europeo, Esteban González Pons, quien durante la primera ponencia del candidato no paró de sobresaltarse, gritarle, comentar y hacía gestos a sus colegas socialistas tocándose la mejilla murmurando la palabra «caradura».

González Pons (PP) no paró de murmurar «caradura» pero la viralización se la llevó de nuevo Díaz Ayuso; fuentes de su gobierno no negaron que llamara «hijo de puta» a Sánchez desde la tribuna

 

Y si de murmuros se refiere, la viralización de la jornada se la llevó el video de Isabel Díaz Ayuso, sentada en el centro de la tribuna del hemiciclo junto a otros mandatarios autonómicos, en donde parece decir «hijo de puta» (aunque resulte imposible comprobarlo) en el momento en que Sánchez recordó la acusación de corrupción contra su hermano hecha por Pablo Casado. Algunos medios al concluir la tarde aseguraban que desde el Gobierno madrileño daban por cierto el insulto casi con orgullo.

Armengol decidió dar casi dos horas de receso para que los diputados puedan comer y descansar antes de lo que se sabía que serían no menos de seis horas de arduo debate. En el patio del Congreso florecían los comentarios políticos y las novedades del día. Una de ellas era el resultado de la consulta estatal de Podemos: «Votaron 55.000 inscritos y el 86 por ciento avaló votar a Sánchez». Lo destacaba en conversación con NAIZ uno de los dirigentes de la formación morada. Pero el dato iba a contramano de las declaraciones de Pablo Iglesias (avizorando, casi sugiriendo, una pronta ruptura con Sumar) y de las caras largas de las ministras salientes Irene Montero y Ione Belarra.

Tras la hora y media de receso que hubo tras las palabras de Sánchez vino el turno del líder de la oposición. Desde el primer momento Feijóo machacó contra la amnistía y la credibilidad personal del líder del PSOE. Ratificando el giro trumpista en su tono, que ya había exhibido en su propia investidura en septiembre, cruzó límites del buen gusto metiéndose con la salud mental: tachó al candidato de tener una «ambición patológica» y que su discurso ya no sólo es «la sinrazón» sino que «había entrado en el delirio».

La bancada del PP no paraba de aplaudir, se puso de pie media docena de veces y explotó ante los sarcasmos de su líder, como cuando le exigió a Armengol, al pedirle que concluya, que él merecía tener los mismos diez minutos extra de Oscar Puente cuando debatieron en septiembre. «España no se rinde», recalcó Feijóo ante una ovación como si fuera un derby. Y coreó «¡no!» cuando su líder hacía preguntas retóricas al leer una letal hemeroteca que exhibía las incoherencias discursivas de Sánchez.

El candidato no se quedó atrás y comenzó leyendo un posteo del cantante Ismael Serrano que, casi al mismo tiempo, invalidó a Feijóo cuando acusó a Sánchez de mentir «hasta en las citas», en alusión a la frase «Hoy es siempre todavía» de Antonio Machado. Serrano aclaró que lo que mencionó el líder del PP era una adaptación de él y no del poeta andaluz. Sánchez hasta lo leyó de su móvil personal. Casi parecía una tertulia vespertina.

El líder de Vox no paró de alertar de la entrada a una «dictadura» y aseguró que se estaba cometiendo «un golpe de Estado» por lo que Armengol le pidió que retirara esas palabras al estar violando un artículo del reglamento. Abascal dijo que no retiraba nada y que eso demostraba que ya los diputados no tenían derecho a decir lo que querían. En otro discurso de su estilo, poco articulado y sin propuestas, se retiró sin querer escuchar la réplica de Sánchez y todo su grupo desapareció. La jornada apagaba gradualmente su tensión hasta el día siguiente.

Dardos envenenados

Dos portavoces han dedicado palabras a meter cizaña hurgando en las diferencias y contradicciones del interior de otras formaciones y augurando fracasos. Ese tono sarcástico, que para muchos va en contra de la cortesía parlamentaria, lo comparten Núñez Feijóo (PP) y Gabriel Rufián (ERC).

El expresidente de la Xunta, una vez más y como hizo en su propia investidura, eligió ser hostil con el PNV. No solo puede haber quedado dolido por el rechazo de los jetlzales a ayudarlo a llegar a Moncloa, sino porque las autonómicas de la CAV se acercan. En ese sentido, se quejó que el PNV votará a Sánchez «aunque no haya hecho una sola mención a Euskadi en su discurso» y que él lo seguirá mencionando «siempre».

Feijóo volvió a mostrar su malestar con el PNV, además de mofarse de Belarra y Montero por no seguir en el gobierno

 

«Que sepan los vascos que el espacio que está dejando vacío el PNV lo ocupará el PP», afirmó casi en modo amenazante. También ironizó preguntando cuál es «el pacto encapuchado que alcanzó el PSOE con el señor Otegi». Sobre el coordinador general de EH Bildu consideró que «será lehendakari» y también comentó las incoherencias de «una mayoría que se dice progresista y no es ni progresista ni mayoría», en relación a PNV y Junts.

También se dedicó a Podemos. Miró a Belarra y Montero y las encomendó a «resistir, que todavía quedan algunas horas», y socarrón aseguró: «Porque sí se puede». Además preguntó al presidnete en funciones: «¿Es usted el gobierno mas feminista de la historia y va a cesar a la ministra de Igualdad?».

En la misma tónica, Rufián arremetió con las contradicciones. «Una pregunta, ¿por qué que García-Page critique la amnistía es señal de pluralidad pero que Ione Belarra critique la posición sobre Gaza es deslealtad?».

«Quiero aprovechar esta oportunidad para valorar el trabajo de las ministras Belarra y Montero. Agradezco el trabajo de Irene Montero en Igualdad. Espero que podamos sumar juntos en el futuro», enfatizó. El portavoz de ERC no eligió por casualidad ese «sumar junto».

También miró al grupo de Junts y les dijo «bienvenidos y bienvenidas» tras destacar que «la música» que empezó a hacer sonar ERC «hace cuatro años ahora la bailan todos», en alusión a la llamada «vía Junqueras» del diálogo con las formaciones estatales. «Les prometo que si el PSOE los engaña, y lo hará o intentará, no diremos nunca que la culpa es de ustedes sino de quien es», concluyó.

Un silencio total acompañó a la intervención de Nogueras tras filtrarse su desagrado con Sánchez. El aspirante salió a ratificar el acuerdo visiblemente nervioso

 

Como premonición, compartida por casi todos, advirtió a Junts: «Por experiencia propia les aseguro que el cumplimiento de los acuerdos será lo más complicado». De complicaciones no quedaban dudas al escuchar a la portavoz del partido de Carles Puigdemont, Miriam Nogueras. El silencio total en el hemiciclo y la atención que despertó fue por los rumores que a la tarde surgieron por versiones del partido con sede en el Passatge de Bofill que filtraba la posibilidad de una abstención debido al desagrado con el discurso de Sánchez.

Fuentes del bloque de investidura explicaron a NAIZ que Armengol decidió un inesperado receso de cinco minutos antes que hable Rufián para habilitar una reunión entre representantes de PSOE y Junts ante esos rumores. Nadie cree que peligre la investidura de Sánchez pero sí que los exconvergentes podrían llegar a abstenerse este jueves en vez de votar en positivo, lo que provocaría una segunda votación final el sábado.

En su réplica, Nogueras recordó que el acuerdo firmado entre ambas formaciones habla de «negociación y no de diálogo» y también de la participación directa de Catalunya en los organismos internacionales. Un visiblemente nervioso Sánchez ratificó el acuerdo y la tensión acabó demostrando que es solo una muestra más del contrapunto constante que habrá entre ambas formaciones.

La jornada, tras casi diez horas, llegaba a su fin. Este jueves será la segunda sesión, en la que los ponentes serán EH Bildu, PNV, los del Mixto y para concluir el portavoz del PSOE, Patxi López. La votación de la investidura será alrededor de las 14.00 y para no volver dos días después Sánchez tendrá que superar los 176 votos. Por ahora, salvo que emerja un cisne negro, cuenta con 179.