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Gazatíes huyen desesperados de sus casas tras reanudarse los bombardeos por parte de Israel

Los habitantes Franja de Gaza han despertado este viernes, de nuevo, bajo el fuego de intensos bombardeos israelíes, reavivando la desesperación de la población en el enclave palestino.

Imagen de un edificio destruido en el campo de refugiados de Rafah, en la Franja de Gaza.
Imagen de un edificio destruido en el campo de refugiados de Rafah, en la Franja de Gaza. (Said KHATIB | AFP)

En medio de escombros, un hombre grita: «¡Ayuda! ¿Dónde están mis hijos?». Los bombardeos israelíes se han reanudado este viernes por la mañana en la Franja de Gaza, «más feroces que antes», según Ana Abou Dagga, de 22 años, cuya casa quedó en ruinas.

Por todas partes, hombres, mujeres y niños han comenzado a huir desesperados desde las 07.00, cuando ha expirado la tregua de una semana entre Israel y el movimiento islamista palestino Hamas.

La pausa de siete días ha permitido liberar a decenas de rehenes tomados por Hamas a cambio de presos palestinos en cárceles israelíes, y ha facilitado el ingreso de ayuda a la Franja de Gaza.

«Hay bombardeos por todas partes, no tenemos comida, ni agua, ni ropa. Las tiendas están vacías, hace frío, el puesto fronterizo con Egipto está cerrado», dice Marwa Saleh, de 47 años, a su llegada a Jan Yunis (sur) tras ser desplazada de Ciudad de Gaza (norte) por la guerra. «¿Cuándo el mundo nos verá como seres humanos? Mi familia y yo somos civiles, no tenemos nada que ver con esta guerra», explica a la agencia AFP.

Israel quiere «eliminar» a Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, en represalia por un ataque de escala sin precedentes cometido el 7 de octubre por el movimiento islamista palestino en su suelo y que dejó 1.200 muertos, en su mayoría civiles, según las autoridades israelíes. Entre los muertos hay más de 300 militares.

Tres horas después del fin de la tregua, el Ministerio de Salud de Hamas contabilizó ya una treintena de muertos, incluidos niños, en los bombardeos israelíes. Más de 15.000 personas, entre ellas 6.150 menores, han fallecido desde el 7 de octubre en la Franja de Gaza, sometida a devastadores bombardeos israelíes, tras iniciar Israel su operación de venganza.

«Más feroz»

Sentada en una cama del hospital Naser, en el sur del territorio palestino, Amal Abu Dagga llora, con su velo beige cubierto de sangre. «Ni siquiera sé qué les ocurrió a mis hijos», dice entre lágrimas. Un pariente, Jamil Abu Dagga, cuenta que la familia estaba en casa cuando empezaron a caer las bombas. «Mi casa y la de mi hijo quedaron destruidas, al igual que la de mi vecino», señala desde el hospital, con la cabeza vendada.

«La guerra se reanudó y los combates son más feroces que antes», estima junto a él Anas Abu Dagga, de 22 años, miembro de la misma familia. Con los ojos empañados de lágrimas, Lina Hamdan, de 10 años, aguarda en el hospital, desbordado. «Estaba durmiendo cuando oí una bomba. Mis hermanos empezaron a gritar», cuenta a AFP.

Guerra contra los niños

Para el portavoz de Unicef James Elder, que publicó un vídeo filmado en un hospital de la Franja de Gaza, «esta es una guerra contra los niños». «Ya podemos oír los bombardeos, un ataque tuvo como objetivo una zona a unos 50 metros de aquí», relata en el vídeo, colgado en Internet una hora después de que expirara la tregua.

«Este es el hospital más grande que sigue en funcionamiento y ya está al 200% de su capacidad. Simplemente, no puede acoger a más niños heridos en la guerra», añade. «Para quienes tienen influencia, no hacer nada es autorizar la muerte de niños», acusa.

Manal Mohamed, una desplazada de Gaza que dice vivir ahora con decenas de familiares hacinados en una casa de Rafah, ya no sabe qué hacer. «Están bombardeando por todas partes, ¿adónde quieren que vayamos?», comenta a AFP. «Pensábamos que la tregua iba a durar y que íbamos a volver a nuestras casas», pero «no quieren que vivamos, le dicen a la gente ‘vayan al sur’ y, una vez allí, les dicen ‘vayan al oeste’ y los bombardean».

Marwa Saleh, por su parte, solo puede pensar en una cosa. «No quiero morir y no quiero perder a nadie cercano a mí», expresa.