Los restos de Hipólito Berasategi Alcalde, el primer caso identificado entre los ejecutados y desaparecidos tras pasar por la cárcel de Ondarreta en la Guerra de 1936, han vuelto con su familia en Donostia 87 años después de que fuera fusilado, en noviembre de 1936, en Oiartzun.
Pepi Berasategi, de 88 años, hija de Hipólito, ha recibido la caja con los restos de su progenitor, cubierta con una ikurriña y un crespón negro, en un acto que ha tenido lugar este sábado en el salón de plenos del Ayuntamiento de Donostia.
Su nieto Adur ha agradecido al Ayuntamiento de Oiartzun su actitud y compromiso en la búsqueda de los restos de Hipólito y ha instado a las instituciones a seguir con los esfuerzos de justicia y reparación a las víctimas del franquismo y «para que no se repita lo que pasó».
La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno de Lakua, Nerea Melgosa, y el viceconsejero de Derechos Humanos, Memoria y Cooperación, José Antonio Rodríguez Ranz, han sido los encargados de hacer la entrega de la caja con los restos de Hipólito a su hija, junto con el informe de exhumación e identificación y una réplica en miniatura de la escultura 'Duintasuna' que preside los columbarios de la Dignidad de Elgoibar y Orduña.
Encarcelado en Ondarreta, fusilado en Oiartzun
Natural de Briviesca (Burgos) y vecino de Donostia, Berasategi era militante de UGT y fue detenido y conducido a la cárcel de Ondarreta el 4 noviembre de 1936.
Tres días después los responsables del penal comunicaron a la familia que ya no se encontraba allí y posteriormente supieron que había sido fusilado, pero no dónde había sido enterrado.
En 1960 fueron recuperados los restos de algunos ejecutados en el entorno de Iragorri que habían sido enterrados en el cementerio de Oiartzun en el monumento funerario 'Un frontón para el recuerdo', construido por el arquitecto Luis Peña Gantxegi.
En 2021 la Sociedad de Ciencias Aranzadi procedió a la exhumación de este enterramiento, donde se hallaron huesos pertenecientes a al menos veinte personas.
Las pruebas genéticas realizadas confirmaron que uno de ellos tenía relación con una muestra que había depositado en el banco de ADN del Instituto Gogora la hija de Hipólito.
El acto de hoy ha comenzado con unas palabras de bienvenida del alcalde de Donostia, Eneko Goia, que ha recordado cómo cada 13 de septiembre Pepi Berasategi depositaba flores en la escultura situada en las cercanías del Ayuntamiento que recuerda a los represaliados donostiarras durante la Guerra de 1936 y el franquismo.
«Casi había perdido la esperanza, pero los restos de su padre han aparecido 87 años después. Estos años robados no se pueden devolver, pero a partir de ahora tendrá un lugar donde recordarlo», ha señalado Goia.
En su intervención, Melgosa ha remarcado que Gipuzkoa fue objeto de un «tsunami de terror» y «represión» una vez fue ocupada por las tropas franquistas entre agosto y septiembre de 1936.
«El delito de Berasategi fue defender la libertad, la democracia y la justicia, algo que el franquismo trató de borrar, pero no consiguió», ha indicado.
Hoy «todavía es necesario trabajar por la libertad, la democracia y la justicia social», como lo hizo Hipólito Berasategi y las personas que se opusieron al golpe militar, para «hacer frente a los totalitarismos y defender los derechos humanos que se vulneran de manera sistemática», ha indicado Melgosa.
Ha reiterado el compromiso del Gobierno de Lakua dentro de la Ley de Memoria Histórica y Democrática para seguir trabajando y localizar, exhumar e identificar a todos los desaparecidos en la Guerra de 1936.