De visita en Israel, el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, aseguró al primer ministro, Benjamín Netanyahu, que Estados Unidos seguirá «proporcionando a Israel el equipo que necesita (...), incluidas municiones críticas, vehículos tácticos y sistemas de defensa aérea», mientras el Ejército israelí continua sin cesar los bombardeos en Gaza y las razzias en Cisjordania.
Además, señaló que no quiere «imponer un calendario» a Israel, eludiendo las «sugerencias» que había deslizado el consejero de Seguridad de la Casa Blanca Jake Sullivan al plantear pasar de una fase de bombardeos de «alta intensidad» a otra con «asesinatos selectivos». Pese a la creciente indignación internacional de una guerra contra niños y hospitales, Austin evitó hacer pública cualquier crítica.
Su única petición fue «ofrecer una mayor ayuda humanitaria a los casi dos millones de desplazados en Gaza» y «distribuir mejor esta ayuda». Esta asistencia está prácticamente estrangulada por Israel. Sin parar los bombardeos, los camiones que ayer entraron por Rafah y por el cruce de Kerem Shalom apenas sirven como justificación para el desplazamiento masivo de población.
Hambre como arma de guerra La situación humanitaria sigue siendo desastrosa. Human Rights Watch acusó a Israel de utilizar «el hambre de civiles como técnica de guerra en la ocupada Franja de Gaza, lo que constituye un crimen de guerra», una denuncia que ya habían formulado ONG y organismos de la ONU, señalando que Israel mata con bombas, pero también con el hambre y el asedio que impide atender a enfermos y heridos.
«El Ejército israelí bloquea deliberadamente el acceso al agua potable, a los alimentos y al combustible, al tiempo que obstruye intencionadamente la ayuda humanitaria, destruye zonas agrícolas y priva a la población civil de bienes esenciales para su supervivencia», subrayó HRW.
Pese a ello, el Gobierno israelí volvió a responder victimizándose y acusando a HRW de ser «una organización antisemita y antiisraelí». Alrededor de 1,9 millones de personas, el 85% de la población, intentan sobrevivir, desplazadas en campamentos improvisados donde falta agua y alimentos y que empiezan a inundarse.
A otros gazatíes Israel los mata más rápido. Desde el domingo, el sangriento registro aumentó en 110 muertos, sobre todo tras los ataques a viviendas en Yabalia, y ya son 19.453 personas, en su mayoría mujeres y niños, las muertas en la Franja.
El hospital Al-Shifa, en la ciudad de Gaza, así como el hospital Nasser, en Jan Yunis, volvieron a ser blanco de ataques mortales. Entre los muertos se encuentra el propio director de Urgencias de Al-Shifa, Hani al-Haitham, con su esposa y sus cinco hijos.
El Ejército israelí también mató a cuatro palestinos de entre 17 y 24 años en el campo de refugiados de Al Faraa, en Cisjordania.
Negociación
Según una fuente árabe de los contactos para negociar un alto el fuego, amparados por Qatar y Egipto, «Hamas quiere un alto el fuego y luego discutir el intercambio de prisioneros», mientras Israel exige un mecanismo de una tregua renovada a diario ligada a la ayuda humanitaria».
EEUU activa una alianza en el mar Rojo
EEUU busca reforzar una fuerza marítima internacional, las Fuerzas Marítimas Combinadas (CMF), para contrarrestar los ataques de los hutíes de Yemen que han afectado el paso de embarcaciones en el mar Rojo. El secretario de Defensa, Lloyd Austin, anunció una reunión telemática para hoy con representantes de países de Oriente Medio para abordar estos ataques y la Casa Blanca confirmó que Washington trabaja para activar «de una manera en la que no ha sido usada antes» esta coalición, integrada por 39 países, entre ellos el propio EEUU, Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes.
Los hutíes reivindicaron ayer el ataque con dos hidroaviones contra «dos barcos vinculados a la entidad sionista» – el Swan Atlantic, cargado de petróleo, y el MSC Clara, que transporta contenedores– que navegaban cerca del estrecho de Bab al Mandeb, que conecta el mar Rojo con el golfo de Adén. Desde el viernes, los principales grupos de transporte marítimo han ido anunciando que suspenden sus operaciones en el mar Rojo, entre ellos Maersk y Hapag-Lloyd y el francés CMA CGM. Ayer se sumaron la petrolera BP y el gigante taiwanés Evergreen.