Tomás Andújar/Efe

Vidas disueltas: 2.000 migrantes desaparecidos en cinco años entre Argelia y el Estado español

Unas 2.000 personas han desaparecido tratando de llegar en pateras desde Argelia hasta las costas españolas de Almería, Murcia, Alicante y Baleares en los últimos cinco años. Hombres y mujeres jóvenes, incluso niños, mueren en el mar sin dejar más rastro que el dolor de sus familias.

Patera localizada por Cruz Roja  en aguas de Murcia.
Patera localizada por Cruz Roja en aguas de Murcia. (CRUZ ROJA)

En los últimos cinco años, un total de 2.000 personas migrantes han desaparecido en la ruta entre Argelia y el Estado español, en la que es la segunda travesía migratoria con más víctimas después de la canaria, que se cobró 434 vidas en 2023, según el recuento de la organización no gubernamental Caminando Fronteras.

Otra ONG, el Centro Internacional Para la Identificación de Migrantes Desparecidos (Cipimd), contabilizó el último año 452 desapariciones en el tránsito de pateras de Argelia al levante español, y la Organización de Naciones Unidas para las Migraciones (OIM) registró en todo el Mediterráneo Occidental 333 víctimas mortales.

Las cifras son variables porque se establecen a partir de testimonios sobre barcas que zarparon y no arribaron a destino o de relatos de inmigrantes llegados tras perder a compañeros de travesía.

Caminando Fronteras y Cipimd reclaman más medios y protocolos efectivos de salvamento, y colaboran con las familias de los desaparecidos para ayudarles a cerrar su duelo en las escasas ocasiones en que aparecen los cuerpos de los náufragos.

Cruz Roja también desarrolla un proyecto para esclarecer la suerte de las personas desaparecidas en las rutas migratorias hacia el Estado español que desde 2021 tiene en Palma su base para la ‘ruta argelina’, y la Guardia Civil de las islas trabaja con el Instituto de Medicina Legal y las ONG ligadas a las familias argelinas en la identificación de inmigrantes fallecidos.

Redes para intercambiar datos

Francisco José Clemente vive en Almería, es miembro del Cipimd y gestiona una cuenta de Facebook con 145.000 seguidores, fuente privilegiada de intercambio de datos sobre migrantes desaparecidos en las rutas migratorias de Marruecos y Argelia hacia las costas del Mediterráneo español.

Desde 2020, publica noticias sobre rescates y llegadas de pateras a Andalucía, Murcia, València y Baleares. También divulga reclamaciones de familias magrebíes sobre desaparecidos, fotografías de prendas y objetos personales encontrados en cuerpos rescatados del mar y descripciones que puedan servir para identificar a la víctimas.

«La Guardia Civil de diferentes comunidades nos contacta, nos mandan lo que pueden, alguna descripción, fotografías de prendas, y nosotros lo difundimos, porque tenemos casi al cien por cien de las familias de los desaparecidos», explica el activista.

Los cuerpos encontrados en el mar son escasos en comparación con el número de desaparecidos (28 hallazgos en el área de Baleares desde 2021) y menos aún los que están en condiciones de ser identificados. Para lograrlo resulta crucial la colaboración de personas como Clemente.

Lo confirman el brigada Miguel Ángel Naranjo, jefe del laboratorio de criminalística de la Guardia Civil de las islas, y Marco Antonio Ramos, dedicado a estas identificaciones.

«Tienen conocimiento de la salida de pateras de Argelia que no llegan a destino y esa información nos permite vincular cadáveres que van apareciendo», cuenta Naranjo, que estima que el 80% de los restos humanos hallados en el mar y las costas son de emigrantes.

El equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil, a partir del trabajo científico de los forenses del Instituto de Medicina Legal de Palma, ha identificado a 13 migrantes fallecidos desde 2021, 13 personas cuyas familias han tenido la oportunidad de darles sepultura.

La clave para lograrlo puede ser una prenda de ropa, un rasgo físico único aún reconocible, una pulsera o el collar que la persona buscada lucía en todas sus fotos.

Problemas para la identificación

Para que el proceso pueda completarse, hay que confirmar la identificación con pruebas inequívocas: huellas dactilares, perfil dental y, principalmente, contraste del ADN del difunto con el de familiares directos.

Pero la prueba genética es de difícil acceso en Argelia para muchas familias y antes se requiere un alto nivel de certeza de que el cuerpo corresponde a la persona que se busca.

Aunque los forenses determinan el perfil genético de todos los cadáveres y comparten los datos identificativos con la Guardia Civil, no existe un banco de ADN de familiares de desaparecidos en el que hacer la búsqueda y son pocas las denuncias de desapariciones en la ‘ruta argelina’ formuladas en el Estado español u otro país europeo, por eso la ayuda de las ONG resulta casi siempre lo más efectivo.

Lucas Vaquero, de Caminando Fronteras, abunda en que el éxito «depende más de la voluntad de los funcionarios competentes en cada caso o de la capacidad de las familias para activar estos protocolos», y critica que en ocasiones las familias de desaparecidos sufran trabas por parte de la Policía española y las autoridades argelinas.

«Es como un puzzle», sintetiza Elizabeth Gutiérrez, responsable para Baleares, Comunidad Valenciana y Murcia del Proyecto Personas Migrantes Desaparecidas de Cruz Roja, entidad que también interviene en la atención inmediata a los inmigrantes llegados a las costas en pateras.

A partir de testimonios en destino y reclamaciones de familias en origen, se elaboran informes sobre las pateras desaparecidas y sus ocupantes para tratar de determinar su suerte y «aliviar el dolor de esas familias» ofreciéndoles información.

Sableados por grupos mafiosos

Quienes arriesgan la vida son «hombres de 18 a 35 años, aunque también llegan mujeres y menores de 15, 16 y 17», explica Clemente, quien, igual que Gutiérrez, apunta que la mayoría son de Argelia, aunque también hay africanos del sur del Sáhara, yemenís o sirios.

Los argelinos, «no es que escapen de la guerra, ni del hambre, simplemente quieren mejorar su vida actual. Ganan poco y aquí en Europa pueden ganar más. Saben que hay un riesgo, pero el 95% de las pateras llegan perfectamente», indica el activista.

Caminando Fronteras y Cipimd coinciden en que en las rutas más cortas, del entorno de Orán a Almería, los viajes los organizan sobre todo grupos mafiosos, mientras que en las más largas, desde el este de Argelia a Baleares, predomina una organización más espontánea.

En las primeras se utilizan barcas veloces y se llegan a pagar hasta 10.000 euros por viajero, y en las segundas se usan botes más precarios y el trayecto es más barato.

Casi siempre hay alguien que gana dinero a costa de los migrantes, y algunos, desde el Estado español, tratan de exprimir incluso a padres y hermanos de desaparecidos pidiéndoles dinero para trámites judiciales falsos con mentiras como que están en cárceles secretas o que han encontrado sus cuerpos.

Mientras, el goteo sigue. Hay familias, cuenta Clemente, que han perdido a varios hijos en viajes sucesivos. Otras perecieron juntas en el intento.

Ramos identificó a una mujer encontrada en Baleares, Samira, y con su ADN se constató la identidad de otros dos cadáveres hallados en Alicante: su marido y un hijo de 7 años. Otro hijo de la pareja, un bebé, nunca apareció.

El TEDH condena a Grecia

Por otro lado, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha condenado este martes a Grecia por la muerte del sirio Belal Tello por los tiros de los guardacostas que trataban en 2014 de detener la embarcación en la que con otras personas migrantes sin papeles intentaba llegar a la isla griega de Pserimos.

En su sentencia, los jueces europeos del Tribunal de Estrasburgo condenan a Grecia a pagar a la esposa y a los hijos de Tello, que fueron los que presentaron la demanda, con 80.000 euros en concepto de daños morales.

El TEDH consideró que los disparos de los guardacostas, que dijeron haber apuntado al motor de la patera de los migrantes pero en la práctica alcanzaron a dos de ellos, no estaban justificados como pretendían por sentirse ellos mismos amenazados en su integridad.

A su parecer, dadas las «lagunas de la investigación» que llevaron a cabo las autoridades griegas, que no hicieron un peritaje de las dos embarcaciones implicadas en el incidente y que condujeron a «constataciones contradictorias», no se puede concluir que hubiese un riesgo inmediato para la vida de los dos guardacostas.

Los hechos remontan al 22 de setiembre de 2014, cuando la lancha de los agentes trató de interceptar una patera que se encontraba a unos 500 metros de la costa norte de la isla de Pserimos, en el Egeo, que se encuentra a unos pocos kilómetros de Turquía.

En la patera iban 14 personas, entre ellos los dos sirios que recibieron impactos de bala, uno de los cuales, Belal Tello, resultó herido de mucha gravedad, al ser alcanzado en la cabeza y tras varios meses hospitalizado en Rodas, fue trasladado a un centro médico en Suecia, el país en el que ya vivían su esposa y sus hijos, donde murió en diciembre de 2015.

Al timón de la embarcación de los migrantes iba un turco, que acabaría condenado por la Justicia griega al igual que su asistente, que intentó zafarse de las órdenes de los guardacostas y que con sus maniobras acabó chocando con la lancha de éstos, en la que produjo un reventón y una fuga de aire.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos reprocha en su dictamen a Grecia que no hubiera fijado «un marco legislativo adecuado» sobre el uso de la fuerza en las operaciones de vigilancia marítima e insiste en que su Gobierno no ha probado que ese uso fuera en este caso absolutamente necesario.