Mussa'ab Bashir Alazaiza

La sandía y la Corte Internacional de Justicia

El fallo de la CIJ supone un espejismo que contiene lo que se quiere escuchar, pero no con el objetivo esperado. Aparentando señalar a Israel como genocida le absuelve de su intención dolosa y reduce la causa a un «7 de octubre», como en la paradoja de la sandía que representa una oferta imposible.

El humo de las exploiones se eleva en Jan Yunis mientras los plaestinos huyen hacia la saturada Rafah.
El humo de las exploiones se eleva en Jan Yunis mientras los plaestinos huyen hacia la saturada Rafah. (Mahmud HAMS | AFP)

El 29 de diciembre, Sudáfrica presentó ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), una demanda para que la Corte declarase y fallase en la infracción, por parte de Israel, de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio y, por ende, que tomase medidas para que israelíes involucrados en el genocidio en la Franja de Gaza sean castigados por tribunales competentes. Sudáfrica también exigía que se suspendiera la operación militar israelí y que el régimen israelí permitiese el acceso a la ayuda humanitaria y los servicios adecuados.

Pero el fallo de la CIJ ha llegado sin muchas sorpresas. Muchas personas consideran que es un paso histórico y que Israel queda señalado como genocida, pero se trata, una vez más, de un espejismo. Exactamente igual que explica la anécdota palestina sobre la sandía.

La sandía, además de simbolizar los colores de la bandera palestina y que se usa para sortear la censura y mostrar resiliencia, es la protagonista de la anécdota que dice: «Te van dar algo. Es verde por fuera, rojo por dentro y tiene pipas negras de sandía, ¡pero no es una sandía!». Es una moraleja que representa hacer de lo accesible algo imposible.

Las medidas provisionales del laudo de la CIJ en La Haya son como esta sandía: contienen todo lo que se quiere escuchar, pero no con el objetivo esperado.

Por fuera es verde… La pronunciación del preámbulo duró casi cuarenta minutos durante los cuales la presidenta de la CIJ, la jueza Joan Donoghue, presentó un contexto amputado del caso ya que Sudáfrica, en su alegato, dejó claro que el problema en Palestina empezó hace más de 75 años y no con el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, tal y como dijo la jueza.

Ésta finalizó el preámbulo llamando a la liberación de las personas cautivas israelíes, sin mencionar a las miles de personas palestinas encarceladas o detenidas por Israel mucho antes e incluso después del 7 de octubre.
En el preámbulo, Donoghue dijo: «No se puede verificar independientemente las cifras relacionadas con la Franja de Gaza», mientras citaba prácticamente todo el tiempo a fuentes de organismos de Naciones Unidas.

Se notó, asimismo, cómo el texto leído por la jueza adoptaba la narrativa oficial israelí sin verificarla independientemente o aludir a esto. Se habló de «1.200 israelíes asesinados por Hamas y otros grupos», pero cuando habló de las víctimas palestinas no mencionó, en ninguna ocasión, quién los mató, Israel.

Por dentro es rojo… Sin abandonar los términos técnicos de suposición, la CIJ dijo que «al menos algunos actos y omisiones cometidas presuntamente por Israel en Gaza, según las alegaciones de Sudáfrica, caerían al parecer en el ámbito de las disposiciones de la convención». En varias ocasiones la CIJ aseguró que «al menos algunos derechos reivindicados por Sudáfrica, y por los cuales pide protección, son verosímiles».

También confirmó que el examen de los méritos de la causa no se verá afectada por los procedimientos actuales. Con todo esto daba la impresión de que fuera a haber unas medidas provisionales que exigieran claramente el alto de los actos genocidas; sin embargo, la parte dispositiva disipó dicha ilusión.

Y tiene pipas negras de sandía La parte dispositiva del fallo duró casi siete minutos y en ella se exigió a Israel «que tome todas las medidas en su poder para prevenir que se cometan todos los actos que caen en el ámbito» de los artículos que enumeran los actos de genocidio y que exigen el castigo a sus perpetradores.
De seis puntos de esta parte dispositiva, solo en el tercero se mencionó la palabra «genocidio» al exigir al «Estado de Israel que tome todas las medidas en su poder para prevenir y castigar la incitación directa y pública  a cometer genocidio contra miembros del grupo palestino [personas palestinas] de la Franja de Gaza».

Esto, para la gran mayoría de aquel «grupo palestino», significa absolver a Israel de tener Mens rea o intención dolosa, lo que supone una señal de confianza de la CIJ en la institución judicial sionista que ya ha dejado claro su doble rasero y su racismo contra el pueblo nativo palestino.

 

El proceso es muy largo e Israel va a estar a la defensiva. Es cierto que existe el derecho a la esperanza, pero es más cierto que el sistema de «justicia» mundial es el reflejo del orden de la hegemonía global

 

La parte dispositiva exigió a Israel prevenir la comisión de actos que caen en el ámbito del artículo 2 de la convención sin mencionar «actos  genocidas», lo cual lleva razonablemente a pensar que la CIJ no tiene dudas sobre la actitud y los actos del Ejército israelí, suponiendo implícitamente que el Ejército es protector de los civiles y no es criminal.

Del jurado formado por 17 jueces se destaca el apoyo vehemente a Israel por la jueza ugandesa Julia Sebutinde, que votó contra todos los artículos del fallo, incluso contra el punto que exige a Israel que deje acceso a la población civil palestina a ayudas y servicios, algo que no hizo el juez israelí Aharon Barak.

Pero no es una sandía. Es cierto que ni el autor, ni la mayoría de la gente palestina en Gaza somos juristas o abogados. Es cierto también que el proceso es muy largo y que Israel va estar a la defensiva. Es aún más cierto que existe el derecho a la esperanza, pero es más cierto que el sistema de «justicia» mundial es el reflejo del orden de la hegemonía global.

El ejemplo de la Corte Penal Internacional (CPI) está todavía presente. Allí, el caso de Palestina está sometido a una procrastinación arbitraria, contrariamente al caso de Ucrania. Es muy posible que pase lo mismo en la CIJ o que los crímenes del Ejército israelí en Gaza no se consideren genocidio porque sobrevivirán muchas personas palestinas.

Se dice que la CIJ no exigió un alto inmediato al fuego porque Hamas no es un Estado, aunque la jueza Donoghue dijo directamente, sin suposición, que «todas las partes del conflicto en la Franja de Gaza han de aplicar el derecho humanitario internacional». Añadió que está preocupada «acerca del paradero de la gente israelí cautiva por Hamas y otros grupos durante el ataque del 7 de octubre 2023» y llamó a su «liberación inmediata». Por ello queda claro que la CIJ considera que Hamas y otras facciones perpetraron un ataque y de ahí que llame a liberar a las personas cautivas israelíes.

Para la mayoría del pueblo palestino, esto es una parodia jurídica que se burla de su sufrimiento, de sus criaturas pequeñas asesinadas, de sus presos y detenidos, de los torturados y amputados, y de su causa que fue reducida a un «7 de octubre», como si aquella fecha fuera el Big Bang.

La acción sudafricana ya es Historia, también es Historia que Sudáfrica no haya cortado sus relaciones con el régimen sionista de Israel, el único que mantuvo sus relaciones con el régimen del apartheid. Es Historia que Sudafrica sigue defendiendo la solución de dos Estados sabiendo que la gente luchadora del Congreso Nacional Africano rechazaba tener un Estado para negros y otro para blancos.

Tarde o temprano el genocidio israelí llegará a su fin y comenzará una nueva fase de la lucha antisionista en Palestina. Una fase donde se llamará al pan pan, al vino vino y a la sandía… ¡sandía!