Si alguien pensaba que esto iba a ser fácil, los 90 minutos de Son Moix le habrán quitado esa idea de la cabeza. El camino de la Real hacia la final copera de Sevilla pasa por el purgatorio diseñado por Javier Aguirre, con un Mallorca que tenía muy claro su plan –defender fuerte, ensuciar el choque, no dejar que fluyera el juego– y al que no le importaba salir sin ventaja de su campo, lo que quería era no viajar a Donostia en desventaja. La vuelta arrancará con 0-0 y será, al menos hasta que se adelante la Real, un calco de lo visto esta noche.
Hace diez días, tras jugar contra el Rayo, parecía que Imanol iba a tener que echar mano del cadete para completar la convocatoria, pero a la hora de la verdad ha podido contar con el equipo que maravilló en Champions, incluyendo a Traoré y Kubo, llegados el fin de semana tras ser eliminadas sus respectivas selecciones.
Las excepciones a ese once tipo que la afición recitaba de carrerilla en otoño eran el experimentado Galán en el lateral izquierdo –fichado por la grave lesión de Aihen– y Sadiq –un delantero de 20 millones– en vez de un Oyarzabal que se llevó un fuerte golpe en Girona y que ni siquiera se ha vestido de corto.
Por su parte, Javier Aguirre se ha decantado por Larín y Abdón Prats en el ataque bermellón, con Muriqi como recambio.
Desde el pitido inicial, la Real quería el balón frente a un Mallorca cuyos dos hombres más adelantados aguardaban casi en el centro del campo, a la espera de un error para salir como balas. Tocaba picar piedra para desgastar el muro diseñado por técnico mexicano.
Pocas llegadas
Ha habido que esperar casi media hora para ver la primera ocasión digna de tal nombre, con un remate de Prats que se ha marchado a la izquierda de Remiro. La respuesta ha llegado con una buena combinación entre Brais y Barrene que no ha encontrado rematador. Poco después sí ha llegado Sadiq a otro centro del donostiarra, pero su testarazo no ha sido preciso.
Poco más que llevarse a la boca tras 45 minutos que la Real cerraba con un 68% de posesión pero sin generar casi peligro ante el eslovaco Greif.
La segunda parte ha comenzado calcada. Prats ha vuelto a tener el gol en sus botas con un chut rozando el palo y Barrene ha asistido a Sadiq, pero la pelota iba muy fuerte y a la altura de la barriga, y el nigeriano no ha podido precisar. Brais ha probado fortuna pero se ha topado con Greif, y Sadiq ha llegado al rechace pero estaba en fuera de juego.
A puerta vacía
Lo peor estaba por llegar, cuando en el 70 el punta africano ha mandado por encima del larguero un caramelo que le había puesto Kubo. Solo tenía que empujarla a metro y medio de la portería, pero el balón se le ha quedado un poco atrás y no ha podido dirigirlo. Nuevamente, como en Vigo, ocasiones sí, pero sin acierto.
El Mallorca daba señales de cansancio y Barrene ha puesto a prueba los reflejos de Greif en un disparo con poco ángulo. Aguirre metía piernas frescas para dar aire a un equipo que ya ni salía de su campo. La recta final ha sido un monólogo blanquiazul, con un equipo local metido en su campo sin complejos.
Mientras la eliminatoria siga así, la película no va a cambiar. Dentro de tres semanas, en un Anoeta a reventar, habrá que seguir picando para empedrar el camino hacia Sevilla.