Aitor Agirrezabal
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Era post-Sturgeon: un año con buenas perspectivas electorales y sin garantías independentistas

El SNP cumple un año sin Nicola Sturgeon al frente. En este tiempo, su sucesor, Humza Yousaf, ha enfrentado una profunda crisis interna, así como investigaciones policiales. No parece que las previsiones electorales se resientan, pero tampoco que el camino hacia un referéndum se haya reactivado.

Humza Yousaf, en un acto reciente en Glasgow.
Humza Yousaf, en un acto reciente en Glasgow. (Steve Walsh | Europa Press)

Hace un año Nicola Sturgeon anunciaba su renuncia al cargo de premier escocesa y a seguir liderando el SNP. Era el mayor cambio en muchos años en el independentismo escocés, que por primera vez en dos décadas enfrentó la primera disputa por el liderazgo del partido en más de 20 años.

Con ello, el SNP ponía fin a las dos décadas más relevantes de sus historia, las pertenecientes a los mandatos de Alex Salmond y su heredera, la citada Sturgeon, en las que el partido se ha convertido en hegemónico en Escocia, en los que los escoceses decidieron seguir en el Reino Unido y, en contra de su voluntad, se han visto fuera de la UE.

Los últimos 365 días no han sido fáciles para su sucesor, Humza Yousaf, ni para el partido. La dimisión llevó a la oposición a asegurar que el proceso independentista estaba muerto, mientras que la propia Sturgeon, en su despedida, dijo que un cambio «aceleraría» el proceso. Afirmaciones obligatorias para cada bando, pero que parecen lejos de cumplirse.

En el primer año de Yousaf al frente del Gobierno escocés, ha tenido que lidiar con deserciones de alto perfil, se mantiene abierta una investigación policial sobre las finanzas que llevó incluso a la detención de Sturgeon y otra polémica por unos mensajes de WhatsApp eliminados relacionados con la pandemia.

Sturgeon tenía un largo historial de éxito electoral y, mientras se preparaba para dejar el cargo de primera ministra, las encuestas revelaron que casi la mitad de los escoceses tenían una opinión favorable de ella. Yousaf sigue siendo un desconocido para gran parte de la sociedad escocesa y no parece un plus para las aspiraciones de la formación.

Antes de dimitir, Sturgeon había propuesto un plan para utilizar las próximas elecciones generales, que se prevén para otoño, como un referéndum de facto, en el que ganar el 50%+1 de los votos se trataría de la misma manera que ganar un referéndum. La idea no cuajó, incluso dentro de sus filas. Y Yousaf, tras hacerse con el mando del partido, celebró una convención sobre la independencia en Dundee, donde propuso que el SNP debería aspirar únicamente a ganar «la mayor cantidad de escaños» como mandato para iniciar conversaciones con Westminster.

Una vez más, conversaciones con Londres, con la esperanza de que la llegada de un gobierno laborista abra una puerta que los distintos primeros ministros conservadores han cerrado de forma continua a Sturgeon.

La última encuesta, publicada por ‘The Daily Mirror’, da al SNP 40 de los 59 escaños en juego en Escocia, además de una recuperación de los laboristas, que tenían tan solo dos representantes, y la desaparición de los Conservadores. Todavía no hay fecha para la cita electoral, pero sí parece claro que Keir Starmer será el próximo primer ministro británico.

Estancamiento

Desde 2014 el independentismo ha ido creciendo, paulatinamente, abonando un terreno en el que el unionismo no quería jugar, con el carril libre para trasladar las bondades de un nuevo Estado. La opinión de los escoceses sobre la independencia ha ido mejorando, pero parece que lo ha hecho en un terreno de juego muy estrecho, llegando a tocar techo.

En la última década, de los cientos de encuestas realizadas, en apenas en un par de ellas el soberanismo se ha acercado al 60%, oscilando siempre entre el 46% y el 54%. La sucesión de primeros ministros británicos, el colapso de la libra o incluso el Brexit, la mayor baza durante mucho tiempo, parecen ya herramientas inútiles.

La salida del club europeo es un hecho consumado y ha perdido la urgencia que desató inicialmente en la sociedad escocesa y las sucesivas crisis de Boris Johnson o Lizz Truss quedan ya muy lejos. Más cuando se espera que el siguiente inquilino del Número 10 de Downing Street sea un laborista.

Tampoco ello parece ninguna garantía. El candidato laborista Keir Starmer ha mostrado en reiteradas ocasiones su rechazo a la celebración de un nuevo referéndum en Escocia. Esta misma semana, el líder laborista escocés Anas Sarwar, en una entrevista en ITV, trató de esquivar el tema para, al final, responder con un «no, en absoluto» a la pregunta de si un gobierno laborista permitirá la consulta.

No escapa a nadie que esas posiciones inmóviles pueden tambalearse si el Partido Laborista necesita los votos del SNP en Londres. Pero todo ello entra dentro del terreno post-electoral. Sin embargo, volviendo a la citada reciente encuesta, esta otorga una amplia victoria laborista acompañada del peor resultado de la historia para el Partido Conservador, lo que haría inútil la influencia del SNP escocés.

Parece que el independentismo escocés puede seguir chocando con la misma piedra. Una piedra que Sturgeon utilizó como excusa elección tras elección y que, atendiendo a los números, le funcionó. Está por ver si su sucesor sigue la misma vía triunfal, que, al mismo tiempo, ofrece pocas garantías para las aspiraciones independentistas.