En la negociación de un alto al fuego que se lleva a cabo desde hace varias semanas en El Cairo y París y en la que este sábado se hablaba de algunos avances, el hambre y el desastre humanitario que sufre la Franja de Gaza es un elemento más de la presión israelí, unido a las matanzas de más de un centenar de personas cada día.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ha advertido de la situación especialmente grave en en Deir al Balah, donde la mayoría de la población padece hambre extrema.
Los más vulnerables están empezando a morir de hambre y por las enfermedades provocadas por la malnutrición. Miembros del servicio de emergencias en la Franja confirmaron ayer la muerte por malnutrición de un bebé de tan solo dos meses, Mahmoud Fattouh, al que intentaron salvarle la vida en el Hospital de Al Shifa, en la Ciudad de Gaza.
El bebé «fue encontrado severamente malnutrido en la calle junto a su madre llorando, por no poder alimentarlo», explicaron dos miembros del equipo de emergencias y rescate.
Matar los caballos para comer
En el campo de refugiados de Jabalia, Abu Gibri, un agricultor de 60 años, ha decidió sacrificar su última posesión: sus dos caballos de tiro, que mató y cocinó, sin atreverse a contar a sus vecinos lo que les daba de comer.
«No teníamos otra opción, tuvimos que matar los caballos para alimentar a los niños», relata.
La guerra le quitó todo. Tan pronto como comenzaron los bombardeos en octubre, Israel destruyó su casa y sus campos de cultivo en Beit Hanoun, en el extremo norte de la Franja de Gaza.
Abu Gibril y su familia recorrieron varios kilómetros para encontrar refugio en Jabaliya, un campo de refugiados creado en 1948 para acoger a los expulsados con la creación del Estado de Israel y que ya antes del 7 de octubre estaba superpoblado, con más de 100.000 personas hacinadas en 1,4 km2 , entre pobreza, desempleo, agua estancada y cortes de electricidad.
Sobrevive allí con su familia en una tienda de campaña que él mismo construyó, junto a una escuela anteriormente gestionada por la ONU y donde se han asentado otros miles de desplazados.
Y si hasta ahora se han salvado de las bombas «es el hambre lo que nos está matando», afirma.
Abu Gibril cocinó la carne de los dos caballos con arroz y la distribuyó entre su familia, sus parientes y algunos vecinos, varias decenas de personas.
Pero sin decirles que era caballo, ya que nadie en Gaza suele comerse a estos fieles compañeros de los campesinos.
Los habitantes del campamento se ven obligados a recorrer los alrededores en busca de cualquier cosa que pueda ser ingerida y que normalmente no comerían: cebada, forraje, maíz podrido, hojas...
A esto a veces se suma la vergüenza y la humillación de tener que mendigar. «Ya ni siquiera tenemos un shekel en casa, empezamos a ir de puerta en puerta, pero nadie nos da nada», relataba una mujer.
Las agencias suspenden la ayuda
En las distribuciones de los escasos alimentos, los gazatíes se agolpan entre codazos, hambre e impaciencia con sus cuencos vacíos.
«El precio del arroz se ha disparado», explica un adolescente antes de desesperarse: «Nosotros, los mayores, podemos sobrevivir. Pero estos niños de cuatro o cinco años, ¿qué han hecho para merecer irse a dormir por las noches atormentados por el hambre, y despertarse en las mismas condiciones al día siguiente?»
Según la ONU, 2,2 millones de personas, casi toda la población, están amenazadas de hambruna en la Franja de Gaza asediada por Israel. Y esta grave escasez podría provocar una explosión de la mortalidad infantil, donde uno de cada seis niños menores de dos años sufre desnutrición grave.
La agencia de la ONU a cargo de los refugiados palestinos, Unrwa, se ha visto obligada a suspender las entregas de ayuda al norte de Gaza, ya que «no es posible llevar a cabo operaciones humanitarias adecuadas» por los ataques israelíes contra las escoltas de los camiones.
El caos también llevó al Programa Mundial de Alimentos (PMA) a suspender la distribución de su ayuda allí, debido a los enfrentamientos o a las multitudes hambrientas lanzadas contra los camiones en las carreteras.
Israelíes bloquean la ayuda
Eurodiputados de Podemos, BNG y Anticapitalistas denunciaron ayer los impedimentos que impone Israel para que entre la ayuda humanitaria a la Franja de Gaza a través del paso de Rafah, a unos 50 kilómetros del centro logístico de la Media Luna Roja que visitaron en Al Arish. Denunciaron que israel «está acelerando este genocidio evitando la entrada de ayuda humanitaria».
Además, 18.000 toneladas de harina y otros alimentos para Gaza están bloqueados desde hace casi un mes por Israel en el puerto de Ashdod, donde grupos de ultraderecha presionan para que la ayuda no salga.
Esta provisión «podría sustentar a más de un millón de personas durante 45 días con la harina necesaria para hacer pan y es solo una proporción» reducida de las necesidades alimentarias diarias de los 2,3 millones de gazatíes, señala la Unrwa.
«Al enemigo no se le reabastece, se destruye», clamaban sionistas concentrados ante el granero del puerto.