La ecuación de partida era conocida: amnistía a Catalunya a cambio de los votos para la investidura de Pedro Sánchez. Pasados más de tres meses, sin embargo, ya no está tan claro quién necesita con mayor celeridad la amnistía, si Junts y ERC, o el propio PSOE, al que se le está atragantando el inicio de la legislatura. Cada votación en el Congreso se le hace bola y el boquete que le están abriendo Koldo García y José Luis Ábalos va a ser de digestión lenta.
Aunque la discreción está siendo la norma -algo que acostumbra a ser buena señal-, el PSOE no oculta su optimismo. Su portavoz, Esther Peña, trasladó su «absoluta confianza en que la ley saldrá adelante este jueves por la mañana en la comisión de Justicia», en ERC apuntaron que las posturas se están acercando y desde Sumar, Jaume Asens, en el papel de mediador entre PSOE y Junts, se mostró seguro del acuerdo e incluso auguró que se daría a conocer antes de mañana.
Pero no parece que nada vaya a ser fácil en esta legislatura. Existen versiones contrapuestas sobre los cambios que, esta vez sí, podrían facilitar el voto a favor de Junts. Citando fuentes del PSOE, varios medios aseguran estos días que apenas habrá variaciones, y que es Junts quien ha cambiado su postura. Por el contrario, el propio Asens aseguró que podría haber cambios para blindar «aún más» casos como los de Tsunami, en referencia a la decisión del TS de procesar por «terrorismo» al expresident en el exilio Carles Puigdemont y al diputado de ERC Rubén Wagensberg, dentro de la causa sobre las protestas que siguieron a la sentencia del Supremo español contra el 1-O.
La incógnita, por tanto, se mantiene, aunque hay dos elementos que abonan cierto optimismo. Por un lado, el aval de la Comisión de Venecia -órgano del Consejo de Europa- a la amnistía, en un revés para el PP, que fue quien elevó la consulta a través de su mayoría en el Senado. Por otro lado, las palabras de Puigdemont el pasado sábado, cuando defendió abrir una nueva fase en el movimiento independentista, en la que la lucha contra la represión no sea una prioridad.
Si la comisión de Justicia del Congreso aprobase el texto, este quedaría pendiente del aval del pleno, que podría celebrarse la semana que viene.
¿Y después de la amnistía?
Lejos de ser destino de nada, la amnistía apenas es el punto de partida de una legislatura que ha arrancado a trompicones y sin tregua. El siguiente paso para afrontar con ciertas garantías la primera mitad de mandato son los presupuestos. Junts, que ya se ha hecho con el título de piedra en la horma del zapato de Sánchez -está por ver que sea algo positivo- ya ha señalado que, tras la aprobación de la amnistía, estarán dispuestos a negociar. Que no aprobar.
Habrá escenificaciones y fuegos de artificio, porque mientras Puigdemont trata de recoser la bandera independentista, el mundo económico catalán, atento a la posibilidad de sacar lustre a la herencia convergente que sobrevive en Junts, ha desempolvado la reclamación del pacto fiscal.
El equipo de Sánchez se tendrá que emplear a fondo en una negociación a múltiples bandas, una de las cuales, llegado el caso, tendrá quizá que incluir al nuevo fichaje del grupo mixto: José Luis Ábalos.