Mariona Borrull

Las caras y las cruces de Punto de Vista

En su segunda jornada, los programas de Sección Oficial parten caminos entre el documental de raigambre clásica y las indagaciones formales espitadas.

‘Night Walk’, la instantánea lenta de Sohn Koo-Yong.
‘Night Walk’, la instantánea lenta de Sohn Koo-Yong. (PUNTO DE VISTA)

Por suerte nadie espera soluciones impepinables de una parrilla movida por la curiosidad. Aun así, venimos de una cosecha especialmente poco inspiradora de parte de las hermanas mayores de la programación experimental (Forum en Berlinale, por ejemplo, estuvo repleta de formulismos y películas solo ‘necesarias’)... Quizás pedimos demasiado.

El Programa 4 interesa, que no trasciende

Tampoco creo que ‘Vasudhaiva Kutumbakam / The World is Family’ de Anand Patwardhan busque abrir ventanas por encima de las puertas expresivas del documental de indagación familiar. Ante la progresiva degradación de la salud de sus padres, el cineasta se oculta tras el lugar seguro –interesado pero a cierta distancia– del registro y la investigación familiar, un clásico en las estrategias de relectura del pasado compartido. El ‘tema’ de su investigación son los contactos valiosísimos e indocumentados que sus parientes vivieron con figuras del calibre de Gandhi, Tagore, Nehru o Krishnamurti, amigos y conocidos.

La ‘forma’, claro, tiene mucho más que ver con la vejez y la atrofia (la historia viva) que con la Historia en mayúscula. Quizás porque a diferencia de otros preciosos poemas sobre la fragilidad como ‘Up The River With Acid’ de Harald Hutter formalmente esta sea mucho más convencional: ‘The World is Family’ puede leerse como un gesto amable, pero quítale el gesto y quedas con un archivo histórico poco memorable.

El corto que la acompaña, ‘Procès-verbal’, es un simpatiquísimo diálogo entre la memoria escrita de una asamblea, maquinaria e impersonal, y los trinos arrítmicos e indomables de un pajarillo. Del montaje entre ambos, una conversación que se construye de la forma más intuitiva y libre entre plumas, teclas, golpes y aleteos varios, sacaremos un breve rompecabezas que abraza pero no supera los básicos (abundantemente cultivados en el ámbito experimental) de los intercambios pájaro-máquina, con Éric Bullot y su ‘Language of Birds’ siendo el ejemplo reciente más reconocible.

Tres poemas libérrimos para el Programa 3

En el tercer programa a competición, en cambio, el corazón y las ideas compartían espacio sin problema alguno. ‘Sur le fil d’Ariane’ de Adina Ionescu-Muscel y Clara Beaudoux parte en busca de aquella vibración que capturó la artista Ariane Bergrichter en sus dibujos de la ciudad de Bruselas, cuyo retrato el tándem de cineastas completan con retazos de archivo –de un color y dinamismo dignos de coletazo alegre– y el recitado alegremente libre de palabras ácidas, inspiradoras o picantes. Cine-poema en un sentido estricto, pero a la vez retrato a la altura de una creadora capaz de capturar el corazón abigarrado de la capital con el trazo simple y eléctrico de un bolígrafo.

El corto que la seguía, ‘Radiance’ de Shuhei Hatano, es por su espíritu sencillo y casero el equivalente cinematográfico a una bandeja de galletas tiernas, recién salidas del horno. Película pandémica, carta escrita ‘porque sí’ a una comunidad universal de amigas y ‘hecha’ solo a base de cosas pequeñas: juegos infantiles, un trayecto en bicicleta, el sol entre las ramas… Pero ‘Radiance’ no atraviesa sus vivencias con discursos bucólicos, estériles. Al contrario, la vivo como un intento de reconciliarnos con la pérdida: el tiempo muerto de la pandemia y aquellas que por entonces nos dejaron.

En este tiempo y espacios suspendidos, inútiles, crece la magia de ‘Night Walk’, la instantánea lenta de Sohn Koo-Yong. El coreano captura los recovecos quietos de un pueblo rural, cuando la noche es cerrada y todo el mundo duerme, en un paisaje que perfora con intertítulos que sacan brillo a lo que vemos. «El aire limpio de la noche se insinúa en la superficie del agua», dice uno, dando volumen a una película completamente silente y desprovista de narrativa alguna, hecha solo para la vista. Delicada como pocas, ‘Night Walk’ confía en que la veremos apenas despiertas, conteniendo la respiración.