Con la crisis climática quemando etapas a velocidad de crucero y un consenso sobre la necesidad de transitar hacia otros modelos energéticos, con las renovables como vector hegemónico, el debate sobre cómo se va a formular ese cambio es intenso. En este contexto, fuentes como la energía eólica o la solar han adquirido un protagonismo lógico, pero son también objeto de controversia, como bien sabemos en nuestro país.
El emplazamiento de aerogeneradores, por ejemplo, suele ser objeto de polémica por sus afecciones –ninguna acción humana sobre su entorno se libra de ellas–, aunque entre estas parece que no se encuentra la pérdida del valor de las viviendas cercanas a este tipo de instalaciones. Así se desprende de un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, según el cual el valor de las casas situadas en el área de influencia de un aerogenerador sólo disminuye ligera y temporalmente por la alteración de las vistas. El efecto es menor cuanto más alejadas están las turbinas recién instaladas y desaparece con el tiempo.
Los investigadores, pertenecientes al Instituto Potsdam de Investigación del Impacto Climático (PIK) de Alemania, el Centro Euro-Mediterraneo sui Cambiamenti Climatici (CMCC) de Italia y la Universidad de California en Berkeley, se centraron en EEUU, y analizaron la mayoría de las ventas de viviendas en aquel país en los últimos 23 años. En concreto, estudiaron los datos de 300 millones de ventas de inmuebles y 60.000 aerogeneradores entre 1997 y 2020 para discernir el impacto de la visibilidad de los aerogeneradores en el valor de las viviendas.
«A diferencia de estudios anteriores, no solo tuvimos en cuenta la proximidad, sino también la visibilidad real de los aerogeneradores», afirma en la web del PIK Wei Guo, investigador del CMCC y coautor del estudio. Añade que «calculamos si se puede ver la turbina, o si hay una montaña en medio, por ejemplo, y, en caso afirmativo, cómo cambia el valor de la vivienda en comparación con otras casas de la zona donde los residentes no pueden ver el aerogenerador».
Disminuye con la distancia
Los resultados muestran que el efecto económico negativo de la visibilidad de los aerogeneradores disminuye a medida que aumenta la distancia: el valor de una casa puede bajar hasta un 8% cuando se construye un aerogenerador a menos de dos kilómetros. Sin embargo, los investigadores señalan que solo una muy pequeña parte de las propiedades se construyen a esa distancia; en concreto, en EEUU menos de 250.000 edificios se construyen a menos de cuatro kilómetros de los aerogeneradores, frente a 8,5 millones de propiedades a menos de diez kilómetros.
Por otra parte, el trabajo muestra que el efecto disminuye con el tiempo en dos dimensiones. En primer lugar, la caída del valor de la propiedad alcanza su punto máximo tres años después de la instalación y luego se reduce con el tiempo. En segundo lugar, los aerogeneradores instalados más recientemente tienen un efecto negativo menor en el valor de las propiedades. Ambas conclusiones sugieren que la gente está cada vez más acostumbrada a ver este tipo de infraestructuras en su entorno.
«Nuestra investigación responde a algunos argumentos de la oposición local contra los aerogeneradores, el clásico problema de ‘No en mi patio trasero’ que es tema candente no solo en EEUU sino también en Europa y Alemania», explica Leonie Wenz, científica del PIK y parte del equipo responsable del informe. Según expone, «a grandes rasgos, se trata de encontrar un equilibrio entre los beneficios climáticos globales de las energías renovables y los impactos locales en las comunidades cercanas».
«Nuestras estimaciones de cómo afecta la visibilidad de los aerogeneradores al valor de las viviendas podrían servir de base para compensar a los propietarios locales. Sin embargo, nuestro estudio también subraya que estos impactos han sido pequeños en las dos últimas décadas, y que podemos esperar que se conviertan en un problema aún menor en el futuro», apostilla la investigadora alemana.
Por supuesto, el valor de la vivienda propia no es el único, probablemente tampoco el principal, elemento de oposición ante este tipo de instalaciones, pero el estudio sirve como indicador del grado de adaptación de las personas que residen en torno a aerogeneradores y la importancia, decreciente, que conceden al hecho de convivir con ellos.