Maite Ubiria
Aktualitateko erredaktorea, Ipar Euskal Herrian espezializatua / redactora de actualidad, especializada en Ipar Euskal Herria

Juzgados siete años después por un acto que fue catalizador del desarme

La decisión de convertir una acción que liberó las energías políticas y sociales que permitieron dejar fuera de uso las armas de ETA en una causa judicial pone el foco sobre la vía vasca. El Tribunal Correccional de París juzga a dos pioneros en ese trabajo artesano por la paz.

«8 de abril  histórico. La valentía de la paz» reza un cartel  en la abarrotada plaza de San Andrés, en Baiona.
«8 de abril histórico. La valentía de la paz» reza un cartel en la abarrotada plaza de San Andrés, en Baiona. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

El Tribunal Correccional de París acogerá esta tarde la primera de las dos jornadas previstas en el proceso que implica a dos ciudadanos vascos, Jean-Nöel, Txetx, Etxeberri y Béatrice Molle-Haran. La Fiscalía les achaca el transporte y depósito de armas que tuvo lugar el 16 de diciembre de 2016 en el caserío Errekarte de Luhuso.

Para acceder a esa casa hay que tomar, desde la carretera de Heleta, el camino de Zilantzenia. Un nombre que da fe de la tranquilidad de un paraje que, sin embargo, se convirtió ese día en escenario de un aparatoso despliegue policial.

A las órdenes de la sección antiterrorista de París, decenas de agentes, provistos de potentes focos, desembarcaron en la casa de Béatrice Molle-Haran al final de la tarde. Se toparon en el interior con un grupo de civiles que, sobre una larga mesa, habían dispuesto las máquinas que debían servir para poner fuera de uso un lote de armas de ETA.

Txetx Etxeberri apuró los minutos previos a su detención para enviar un hilo de mensajes, a través de la cuenta @bakeaEHan, con una veintena larga de medios de comunicación como destinatarios. Esa comunicación permitió trasladar una primera lectura pública a propósito de «un acto político, de responsabilidad colectiva, y sin vocación de clandestinidad», explica a GARA. Etxeberri bajó las escaleras de esa primera planta de Errekarte en la que se escondió para ejercer de lanzador de alertas ya detenido. Abajo, los policías ya retenían a la dueña de la casa, la periodista Béatrice Molle-Haran, además de a otros dos personas referenciales, ambas ya desaparecidas: el viticultor Mixel Bergouignan y el sindicalista Mixel Berhokoirigoin. También fue arrestado el cámara que debía filmar la operación en favor del desarme, Stéphane, Etxe, Etxegarai, al que finalmente el juez ha sacado de la causa.

Los mensajes de Etxeberri, y los correos cruzados por los activistas con ETA permiten que esa misma noche Mediabask aporte luz respecto a una operación que, sobre la plantilla aportada por el Ministerio de Interior, los medios de Madrid equiparon de inmediato al «enésimo golpe a ETA». Esos documentos llevaban las firmas de dos de los detenidos en Luhuso, Etxeberri y Berhokoirigoin. También la de un artesano que no llegó a tiempo a la cita en Luhuso, el presidente de la Liga de Derechos Humanos, Michel Tubiana. Este último respondió a la llamada de ‘Le Monde’ y un segundo cortafuego se alzó en unas horas claves cara a orientar el relato.

«Queríamos dar un impulso al proceso, bloqueado por los Gobiernos francés y español, procediendo a una primera destrucción de armas y enviarlas a las autoridades», explicó el activista franco-argelino, fallecido en 2021. Su credibilidad favoreció que grandes cabeceras galas advirtieran de que esa «exitosa operación policial» podía tomar tintes de «enredo». A la luz de su perfil, ‘Le Figaro’ presenta a los detenidos, en su edición del 17 de diciembre, no como terroristas sino como «representantes de la sociedad civil».

Desde la noche anterior, NAIZ ya titulaba: «Los detenidos en Luhuso son personalidades comprometidas con el desarme de ETA». Y complementaba la información sobre el operativo policial con dos documentos: uno referente a la correspondencia mantenida por los detenidos con ETA y un segundo que recoge el inventario del material precintado por ETA. Adjuntaba, además, un documento escrito en previsión de que, como ocurrió, una redada frustrara los planes. Estaba firmado por Tubiana, Berhokoirigoin y Etxeberri. En la misiva los tres artesanos hacían saber que, como «miembros de la sociedad civil y sin ningún lazo ni subordinación a ETA, hemos decicido comenzar con el proceso de desarme de la organización armada y proceder a la destrucción de un primer stock de armas» que supondría «alrededor del 15% del arsenal del que dispone ETA».

Además, llamaban a la sociedad civil y a los cargos electos a «movilizarse en masa, de una manera pacífica, para apoyar la necesidad de un desarme ordenado y controlado». El eco de esa llamada ayudó a completar el camino hasta el 8 de abril de 2017, Jornada de Desarme. En mayo del año siguiente, ETA desapareció.