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La ONU condena el trato de Israel a civiles en Gaza y pide que ponga fin a la ocupación

El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha condenado «la práctica de hacer padecer hambre a la población civil» en Gaza, pide a la comunidad internacional que deje de vender armas a Israel y solicita a este último que ponga fin a la ocupación de territorios desde 1967.

Imagen tomada el pasado 18 de marzo en Ciudad de Gaza.
Imagen tomada el pasado 18 de marzo en Ciudad de Gaza. (AFP)

El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha aprobado este viernes una resolución que condena, entre otros abusos, «la práctica de hacer padecer hambre a la población civil como método de guerra en Gaza», pese a los votos en contra de países como Alemania, Argentina o EEUU.

La resolución ha sido aprobada en el último día de la 55ª sesión del Consejo, que ha durado seis semanas, con 28 votos a favor, 6 en contra y 13 abstenciones, entre ellas las del Estado francés, la India, Japón o Países Bajos.

El texto también expresa «gran preocupación» por declaraciones de responsables israelíes que «equivalen a incitación al genocidio», y exhorta a la comunidad internacional a poner fin a la venta y transferencia de armas a Israel «a fin de evitar nuevas violaciones al derecho internacional humanitario».

Condena por otro lado el empleo por parte de Israel de armas explosivas en zonas pobladas de Gaza, «y el uso de inteligencia artificial para ayudar a tomar decisiones militares que pueden contribuir a la comisión de crímenes internacionales».

La resolución, promovida inicialmente por Pakistán en representación de la Organización para la Cooperación Islámica, pide a Israel que ponga fin a la ocupación de territorios desde 1967, incluida Jerusalén, el fin del bloqueo sobre la franja y de «todas las formas de castigo colectivo».

Además de un alto el fuego inmediato, urge a un inmediato acceso a Gaza de la asistencia humanitaria, con el fin de restablecer las necesidades básicas de la población palestina gazatí.

Entre los votantes a favor figuraron otros países de la Unión Europea como Bélgica o Finlandia, así como China, Cuba, diversos Estados árabes y africanos o Chile.

Algunas de las delegaciones que votaron en contra, tales como Alemania o Argentina, aclararon que lo hicieron porque el texto, si bien también condenó los ataques del 7 de octubre, no incluía «menciones condenatorias expresas contra Hamas».

Reacciones de Israel y Palestina

Tras la aprobación de la resolución, la embajadora israelí ante la ONU en Ginebra, Meirav Eilon Shahar, lamentó el paso dado por el Consejo de Derechos Humanos, a menudo criticado por las autoridades israelíes por su supuesto sesgo en contra de sus intereses.

«Los países que han votado a favor han expresado que los israelíes no importan, que el asesinato de judíos, la violación de mujeres israelíes no importa», aseguró en una comparecencia ante los periodistas en los márgenes del Consejo.

Antes de la votación ya había preguntado en su intervención ante esa asamblea especializada de Naciones Unidas, compuesta por 47 países con mandatos rotatorios de tres años, «¿cuántos muertos israelíes hacen falta para condenar a Hamas, 1.200 no son suficientes?».

«La resolución dice que Israel no tiene derecho a proteger a toda su población mientras que Hamas tiene todo el derecho para asesinar a civiles israelíes inocentes. Que Israel tendría que haberse quedado mirando de brazos cruzados el 7 de octubre cuando Hamas llevaba a cabo sus actos bárbaros», ha añadido.

A continuación, su homólogo palestino Ibrahim Khraishi ha señalado por su parte a los países opuestos a la resolución condenatoria, «que piden rendición de cuentas en todo el mundo pero cuando se tarta de Israel su posición cambia»-

«¿Cómo pueden justificar ante sus hijos lo que se ve ahora, este genocidio en vivo y en directo? 14.000 niños palestinos y 9.000 mujeres no son combatientes», ha subrayado.

La delegación palestina, a última hora, había acordado eliminar algunas líneas más polémicas de la resolución, como las que acusaban a Israel de acciones que podían constituir «depuración étnica» o de ser «una amenaza para la paz y la seguridad internacionales».