Hoy se cumplen seis meses de la guerra en Gaza, y tras medio año de genocidio televisado a diario, de destrucción y horrores, Israel sigue sin tener una estrategia de salida de la guerra ni un plan real para lo que viene después. La paciencia de sus aliados se está agotando, Israel está cada vez más aislada en el escenario mundial, con su gobierno enfrentando presiones de todos lados.
Múltiples organizaciones internacionales denuncian que Israel está cometiendo genocidio e incluso los aliados históricamente más cercanos critican abiertamente al primer ministro Benjamín Netanyahu. Los llamamientos a detener los envíos de armas a Israel aumentan en EEUU y Gran Bretaña. Y al mismo tiempo, Netanyahu y su gobierno están bajo una presión cada vez mayor y más desatada en su país, con un gran número de manifestantes que ha tomado permanentemente las calles pidiendo su renuncia.
Hay una clara fatiga de Netanyahu en la administración Biden, y esa fatiga –la gente se cansa de las mismas mentiras, de los mismos crímenes y de las mismas justificaciones israelíes– está empujando a EEUU a hacer algo o al menos mantener algún tipo de apariencia de que se toma en serio hacer algo.
Nadie a salvo, en ningún lugar
Por de pronto, se ha visto que a poco que EEUU utilice algo de su influencia, la ayuda humanitaria aumenta, aunque las operaciones de ayuda, ya de por sí frágiles, siguen viéndose socavadas por los bombardeos, la inseguridad y las denegaciones de acceso. No obstante, seis meses después, el mundo se enfrenta a la perspectiva desmesurada de una mayor escalada en Gaza, de un asalto terrestre a Rafah, donde nadie está a salvo y no hay ningún lugar seguro adonde ir.
Seis meses después, Israel tiene motivos para reconocer los fracasos: sus expectativas eran demasiado altas, las tensiones con EEUU se han disparado y los rehenes siguen en Gaza. En el pueblo palestino que aún sobrevive en Gaza, los sentimientos de tristeza, desesperación, cansancio y angustia se mezclan con mucho miedo. Y ese miedo aumenta cada día con la amenaza de una invasión terrestre de Rafah, porque saben qué es una invasión terrestre y cuáles son sus consecuencias: masacres, destrucción y muertes por millares, como el ejército israelí hizo en Gaza City, en el norte de la Franja y en Khan Yunis.
Las cifras hablan por sí solas
En estos 180 días, más del 60% de las viviendas de Gaza han sido destruidas, junto con 392 instalaciones educativas, 123 ambulancias y 184 mezquitas. Al menos 33.091 palestinos han muerto, entre ellos 14.500 niños. Unos 8.000 más siguen desaparecidos o atrapados bajo los escombros. Al menos 484 miembros del personal médico han muerto. Más de 75.750 palestinos han resultado heridos y alrededor de 17.000 niños han perdido a uno o ambos padres.
Por otra parte, más de un millón de personas se han visto afectadas por enfermedades infecciosas debido a los repetidos desplazamientos. Más de 300 miembros del personal médico y 12 periodistas han sido detenidos por las fuerzas israelíes. Más de 200 voluntarios y trabajadores humanitarios, así como al menos 100 periodistas y trabajadores de medios de comunicación han sido matados. Al menos dos millones de palestinos están ahora desplazados internamente en Gaza, cerca del 85% de la población. 360.000 viviendas han quedado dañadas o completamente destruidas. Los niños representan alrededor del 40% de los muertos.
Hamas a El Cairo
Hamas enviará una delegación a El Cairo mañana para mantener conversaciones sobre un «alto el fuego total» y fija sus demandas: «retirada de las fuerzas de ocupación, regreso de los desplazados, ayuda, refugio y libertad de movimiento para la gente, y un acuerdo serio de intercambio de rehenes».