Bernarda Alba, tirana y víctima
El director navarro Alfredo Sanzol, trae al Teatro Gayarre de Iruñea su versión del clásico lorquiano, uno de los montajes más aclamados de la temporada en el CDN que cuenta con Ane Gabarain y Patricia López Arnaiz, en una versión cuyo discurso evidencia las perversiones de la cultura patriarcal.
Existe un cierto riesgo cuando uno se acerca a un texto como ‘La casa de Bernarda Alba’, sobre el que pesa el estatus de clásico contemporáneo. Se trata de una obra tan asentada en el imaginario colectivo que cuando un director se anima a ponerla en escena, forzosamente, lo primero que piensa es ¿cómo puedo dar mi propia visión del mismo sin traicionar su esencia?
Ese fue el reto que asumió el navarro Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional (CDN), cuando decidió montar esta obra de Federico García Lorca que, tras dos meses llenando prácticamente a diario el madrileño Teatro María Guerrero, recala este fin de semana en Iruñea, donde podrá verse el viernes 26 y el sábado 27 en el Gayarre.
El reparto es potente e incluye a la veterana Ana Wagener como Bernarda, a la gasteiztarra Patricia López Arnaiz como su hija mayor, Angustias, y a Ane Gabarain dando vida a la criada Poncia. Esta confiesa a GARA el entusiasmo que le suscitó el proyecto: «Para actrices que ya tenemos una edad, es una obra que nos ha acompañado a lo largo de toda la vida. El eco de ‘La casa de Bernarda Alba’ siempre está ahí porque sus personajes son tan profundos y tan hondos que al final reflejan arquetipos humanos universales. Para mí es una obra fetiche. Cuando Alfredo me llamó para hacer esta Poncia renuncié a todo, porque una oportunidad así solo pasa una vez en la vida. Ahora que ya estamos terminando la gira te puedo decir que va a ser uno de los trabajos de los que más dolor me va a causar desprenderme. Me va a suponer un duelo».
Alfredo Sanzol: «La buena literatura dramática si nos sigue interpelando es porque aquellos conflictos de los que habla siguen estando vivos»
«El propio director navarro también nos cuenta que ‘La casa de Bernarda Alba’ es un texto con el que mantiene una relación que viene de lejos y pone en valor el papel de su madre tanto en el hecho de dárselo a conocer como a la hora de darle las claves para acometer este montaje: «Cuando tenía 14 años mi madre me regaló las obras completas de Lorca, fue el primer libro de teatro que tuve. ‘La casa de Bernarda Alba’ es un texto que he leído varias veces a lo largo de mi vida, he visto distintas puestas en escena e incluso su adaptación al cine. Un día decidí leerlo pensando en montar yo la obra y me acuerdo que me tocó mucho el dolor de esas mujeres, realmente no sabía si iba a ser capaz de dirigir una obra como esa, hasta que un día, comentándolo con mi madre, que tiene 85 años, ella se sacó el libro de la biblioteca y se lo leyó de nuevo. Me acuerdo que me dijo, ‘sí, bueno, esto era así, pero no tanto’, cosa que a mí me dejó perplejo y le pedí que me explicara su visión del texto. A partir de ahí tuvimos una conversación sobre sexualidad femenina y sobre muchos otros temas paralelos. La visión que me dio mi madre de la obra me acercó a ese mundo que refleja la obra, ella ha sido el puente que me acercó a ese dolor del que me quería alejar».
Ecos del pasado
A partir de ahí el reto que se le planteó a Sanzol es cómo traer al presente esos ecos a los que se refería Ane Gabarain: «Cuando te acercas a una obra como esta, tan asentada en el imaginario popular, es importante hacer un esfuerzo de imaginación y creatividad para conectar con ella desde el presente y comprobar cómo te toca hoy. La buena literatura dramática si nos sigue interpelando es porque aquellos conflictos de los que habla siguen estando vivos. Son esos conflictos los que hay que poner sobre la mesa buscando la forma de acercárselos al público actual».
En ese sentido, la gran apuesta de este montaje es profundizar en las contradicciones de esos personajes creados por Lorca, especialmente en el de Bernarda, a la que siempre se le había presentado como una tirana y a la que aquí vemos como un ser frágil que, manteniendo su carácter déspota, no puede, sin embargo, ocultar, ella también, su condición de víctima: «Nuestra Bernarda es una Bernarda vulnerable. La Bernarda que está detrás de Bernarda, por así decirlo. Ha sido una elección interesante mostrar la parte más frágil del personaje», confiesa Ane Gabarain.
Por su parte, Sanzol explica: «Mi madre me apuntó una cosa muy interesante cuando me dijo: ‘Bernarda está intentando hacer lo mejor para sus hijas, lo que pasa es que las mujeres de esa época no sabían cómo hacerlo’. En aquellos años la ideología patriarcal era la única que había; no había opciones desde la que contrarrestarla. La única herramienta de la que disponía Bernarda para educar a sus hijas era la violencia. Trabajando el personaje con Ana Wagener eso nos hizo pensar que Bernarda no es solo una tirana sino también una víctima del patriarcado. Y todos sabemos que una de las posibles salidas que encuentra la víctima para dejar atrás ese rol es unirse al agresor, hacer suyo su discurso».
Ese enfoque redimensiona la obra como lo que es, un alegato contra la cultura patriarcal, algo que lejos de obedecer a una relectura del texto,está en la esencia del mismo, tal y como reconoce Ane Gabarain: «Es una obra profundamente feminista, parece mentira que esté escrita hace casi 90 años. Pero es que es un texto insondable de la cantidad de capas que tiene. Habla de las luchas sociales, del deseo, del sexo, de la represión, de la crueldad… Por eso es una obra tan maravillosa».
Constelación de actrices
Alfredo Sanzol tenía clara la opción de Gabarain para interpretar a Poncia, del mismo modo que siempre tuvo en mente a Ana Wagener como Bernarda: «Arranqué con ellas y para el papel de las hijas hice casting. Fue muy laborioso. Vi a cerca de noventa actrices y el objetivo era crear una constelación muy fuerte entre todas ellas. En la puesta en escena no hay nada que no esté consensuado con ellas, porque para mí era muy importante contar esta historia a través de la vivencia de los cuerpos de las actrices. En los ensayos hemos hablado y hemos desentrañado la acción muchísimo con el objetivo de que el público percibiera esta historia con una intensidad del presente. No hemos querido contar la historia de unas mujeres de 1936».
Ane Gabarain: «Nuestra Bernarda es una Bernarda vulnerable. Ha sido una elección interesante mostrar la parte más frágil del personaje»
Algo que, según Ane Gabarin, han logrado sobradamente: «Lo que teníamos claro es que queríamos hacer un montaje fresco. Que fuera directo a la acción y a la emoción sin perdernos en esas solemnidades a las que invita un texto como este. Y yo creo que lo hemos conseguido porque ha venido mucha gente joven a ver la obra y a mí me parecía importante que toda esa generación, que es la de mis sobrinos, pudiera sentir empatía hacia estos personajes. Es importante que no perciban esta obra como algo lejano y viejuno sino como algo apegado a su realidad. La puesta en escena también ayuda, con esa escenografía minimalista, funcional y tan luminosa».
Sobre este trabajo de puesta en escena Alfredo Sanzol comenta: «Con Blanca Añón, que es la escenógrafa, partimos de lo más evidente. Necesitábamos una casa, el tema es cómo tenía que ser esa casa. Blanca encontró una anotación en una primera versión del texto donde Lorca en lugar de decir ‘tus hijas viven como en alacenas’ había escrito ‘tus hijas viven como en nichos’. Para ella esta acotación fue clave a la hora de diseñar ese espacio escénico tan minimalista y tan limpio, acentuando el carácter sagrado de esa casa que tiene algo de cárcel pero también de templo».
Feliz de regresar a su tierra, donde ha presentado prácticamente todos sus montajes desde que fue nombrado director del Centro Dramático Nacional, Sanzol concluye: «Lo que va a ver el público en Iruñea es el texto de Lorca al cien por cien, pero todo parte de una lectura que hemos hecho de ese texto y que nos ha permitido ver a Bernarda desde otro punto de vista».