Presentada en la 18ª edición de la Festa del Cinema de Roma (2023), ha obtenido el premio especial del jurado y una mención especial como mejor ópera prima. Premiado como Film dell’anno en los Nastri d’argento de 2024, ha obtenido 19 candidaturas al David di Donatello, convirtiéndose en la película de una directora novel con el número más alto de candidaturas en la historia del premio.
Dirigida por la también actriz Paola Cortellesi, ‘Siempre nos quedará mañana’ se ha convertido en un auténtico fenómeno social, arrasando la taquilla italiana. Siguiendo las pautas de la comedia a la italiana de la época en que transcurre la acción, en la Roma de 1946, incorpora con habilidad un mensaje feminista de reivindicación de los derechos de la mujer.
Todo ello se refleja en el rol que protagoniza la propia Cortellesi, una mujer que tiene tres hijos y que sufre el maltrato de su marido. Finalizada la segunda guerra mundial, ambos luchan por sacar a su familia adelante con varios trabajos mal pagados.
La denuncia hacia el machismo –encarnado en los personajes interpretados por Valerio Mastandrea y Giorgio Colangeli– se hace sin subrayados emocionales.
Mujeres en blanco y negro
La película cuenta con un muestrario de personajes muy singulares y tiene encanto el telón de fondo costumbrista –subrayado por su fotografía en blanco y negro–, con las vecinas charlando de ventana a ventana, las niñas jugando en la calle y los novios buscando rincones para compartir besos.
Cortellesi es una actriz, guionista y directora italiana. Activa en la escena televisiva y teatral desde los años noventa y en el cine desde principios de los años 2000, y con muchos premios a sus espaldas, en este filme se ha inspirado en «las historias de abuelas y bisabuelas, de tantas mujeres corrientes que han construido, sin saberlo, Italia».
En su exposición, la directora añadió que «mi abuela y mi bisabuela me contaban historias de esa era, historias que habían presenciado o que habían escuchado. Cosas que se transmitían en los patios, porque lo cierto es que la vida entonces era muy comunitaria, había muy poca privacidad. Cuando me contaban esas cosas había un elemento que siempre me llamaba la atención: el tono humorístico, un tono ligero. Hablaban de cosas duras como el hambre, la miseria, la muerte, pero siempre un poco así, a la distancia».